Camino por las calles de la ciudad, despacito, con cuidado. Está nublado por lo que todos llevan grandes abrigos pero con la caminata me da calor y comienzo a sudar; de cualquier forma no me puedo quitar el abrigo, tengo un bulto, pequeño y frágil en mis brazos que se acaba de quedar dormido.
No se mucho de cuidar bebés, en un mes apenas aprendí a cambiar un pañal, cuando se dan días como éste y lo tengo que llevar al trabajo me cuesta mucho concentrarme de pensar que algo podría pasarle; lo imagino tan pequeño dentro del vientre de su madre y pienso que se veía como una bola de cristal llena de líquido amniótico.
Recuerdo que cuando era niño y tenía que correr detrás de mi madre porque mis pasos debían ser la mitad o un tercio de los de ella. De lo que si sé es de matemáticas, las proporciones siempre me parecieron sencillas, este bebé no tiene las proporciones que dice el Hombre de Vitruvio su cabeza es muy grande, quisiera tomar el metro y verificar que su ombligo sea la mitad de su cuerpo justo ahora.
Aunque de momento no tiene mucha proporción me da esperanza saber que crecerá normal y tendrá una estatura promedio, tal vez hasta sea alto. Me pregunto como será cuando tenga 16 años y yo tenga que correr detrás de él porque mis pasos serán la mitad de los suyos igual que mi estatura.