
Man Ray fue uno de los artistas estadounidenses pioneros en crear verdaderas obras de arte sólo con una cámara de fotos y objetos comunes.
A lo largo de su carrera se cultivó con el movimiento artístico de París del siglo XX, junto con grandes artistas como Dalí o Picasso, dejándose llevar en su fotografía por el movimiento surrealista tan característico de la época. Bajo la fotografía, fue capaz de dar vida a este movimiento que otros artistas plasmaban sobre el lienzo, llevándolo más allá y dando un toque mucho más característico. Su faceta favorita eran los retratos, pero también el cuerpo humano, tanto femenino como masculino.

Le violon d´Ingres (El Violín de Ingres)
La fotografía El Violín de Ingres, realizada en 1924 por Man Ray, evoca suavidad, atracción, fluidez, feminidad y delicadeza gracias a las categorías estéticas que emplea tales como belleza y novedad. El tema de la obra es un tributo al pintor neoclásico francés Jean Auguste Dominique Ingres. El enfoque que Man Ray le da a su obra es el de reinterpretar el cuerpo de una mujer como si fuera el de un violín, gracias a sus curvas y la fluidez de su figura, evocando así la famosa frase le violon d’Ingres, que hace referencia al pasatiempo que el francés tenía. Así es como Man Ray nos hace la analogía de que a él le apasionaba tocar a la modelo de esta foto, Alice Ernestine Prin (Kiki de Montparnasse) tanto como a Ingres le apasionaba tocar el violín.
Gracias a la tecnología emergente de la fotografía en la época de Man Ray, él decide hacer su tributo mediante una foto y no mediante una pintura, ya que prefería fotografiar aquello que no podía pintar, aunque finalmente modifica la imagen, convirtiéndola entonces en mitad reproducción mecánica y mitad pintura
Los componentes que integran esta obra son una foto de una mujer con aretes largos, un turbante en la cabeza y una tela alrededor de su área pélvica; su cara la podemos ver de perfil. Delante de ella hay una pared oscura. Sobre esta fotografía se pintaron con tinta china negra dos oídos en efe. Posteriormente, la fotografía alterada se volvió a fotografiar. La espalda de esta mujer forma la figura de un violín, acentuando sus curvas por el contraste que la pared oscura de atrás le brinda. Los oídos en efe crean la alegoría del cuerpo de la mujer como el cuerpo de un violín. El turbante y los aretes largos sirven para darnos la referencia al ambiente oriental que le agradaba a Ingres.
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