
Las aves nos abandonaron
se llevaron sus graznidos
Ese día oímos
el sonido de nuestra miseria
por eso los amantes se besaron:
el sonido de sus labios al contacto
aminoraba todo mal
Fueron los únicos
a los demás nos fue imposible vivir.
Texto por Iván Gómez
Pingback: Los hijos de Húrin – Vertedero Cultural