Piñata

Por Rebecca Durán*

Cuando cumplí 17 años antes de irme de la casa de mi padre le pedí saber porque mi madre nos había abandonado.
Ahí estaba él, parado en la puerta de la entrada con un trapo de cocina en la mano, me miró por encima de sus lentes de armazón dorado y seguido de eso me acompañó al auto. Ya arriba, se asomó por la ventana y me dijo lo sabía, que siempre lo supe.
Al llegar a la correccional hicieron que me quitara mi chamarra rosa de satín y mi falda, me leyeron las reglas principales y me dieron un pantalón y camisa gris. Triste. Sin vida.

Cuando escuché llegar a la patrulla, creí que sería bueno tomar unas vacaciones de mi vida cotidiana; relajante y esclarecedor no estar con las personas habituales, escuchando siempre las mismas frases que en este punto de mi vida carecían ya de sentido. Buenos días, buenas tardes, son sesenta con cincuenta. Ave María purísima, y demás cosas que escuchaba todos los días, una y otra vez.
Cuando los oficiales me llevaban, recordé que mi papá había cocinado estofado, y les dije a los oficiales que nos comiéramos unas tortas antes de irnos.
Golpe. Estaba tirada en piso y mi papá no dijo nada. Él me había delatado.

Su favorita. Siempre peinada con dos coletitas y con una falda de tul rosa y chamarra del mismo color.

La correccional huele mal. No es ni siquiera como la cárcel de Orange is the New Black. No hay personas amables y todos me tratan como basura.
Mi nueva roomie es menos metiche que la anterior. Tiene 15 años y está aquí porque mató a su papá mientras él intentaba violarla.
Qué jodida su vida, pienso mientras que, en mi primera noche, ella llora dormida y habla pidiéndole perdón a su papito y a su mamita. Ella no debería estar aquí, puedo darme cuenta que de verdad no quería hacerlo. Sólo quería parar a su padre. En ella no hay maldad. Aquí sólo deberían estar encerradas las niñas con maldad pura en los ojos, como esa machorra que me encontré en el baño, estaba ahogando a otra niña sólo porque la vio según ella como si se sintiese la muy muy. En realidad ni siquiera la había visto, pero quería hacerla sufrir. Personas como ellas sí deberían estar aquí toda la vida. Personas como yo.

Ya pasó un año y sigo aquí.
Estoy fumando en el baño con mi banda cuando la nueva nos ve y me pide un toque de mi porro. Se lo doy y cuando me lo regresa está todo babeado. Pinche pendeja. Aprende a fumar bien. Le doy un golpecito en la cabeza, se cae y ya no reacciona. Todas las cobardes de las mamitas se largan y me dejan ahí con ella.
No tiene más de 15 años. Se parece mucho a María, mi primera roomie y que se fue 5 meses después de que yo entré aquí. Cada miércoles viene a verme la cabrona y me dice que deje a mi banda. Pero a pesar de todo lo que diga no la haré. Soy la mera mera. Pinche chamaca la que está aquí tirada. Todo por babear el churro.
María también se parecía harto a alguien que conoció, la quería mucho porque María en cambio a la otra, no era metiche.

*

Feliz cumpleaños a ti.
Es la fiesta de cumpleaños de mi hermana Andrea, ¿Por qué mamá no está con nosotros cantando?
Buscaré a mamá…
Andrea, Andrea, ven por favor.
Es mi fiesta, ¿qué es lo que quieres?
Mira, mamá se está besando con un extraño en el jardín, ¿por qué lo besa a él como besa a mi papá? ¿Qué sucede?
Cállate y métete. No estés de metiche. No le digas nada a papá. Él no debe de saberlo. Mariela no puedes decir nada. Es nuestro secreto, ¿sí?

*

Papá, papá, antes de que Andrea rompa su piñata puedo decirte algo? Pero no debes decirle a nadie.
Sí, Mari, dime princesa.
Andrea me dijo que estaba mal que te dijera, que era un secreto, pero los secretos son malos, papá, ya encontré a mamá, está en el jardín besándose con otro señor así como te besa a ti.

*

Mi fiesta de 7 años terminó en desastre, ¿sabes?
Nunca rompí mi piñata. Cuando la metiche de Marina le contó a mi papá él fue y con el palo golpeó al amante de mi mamá. Ella se enojó mucho, tomó sus cosas y se fue.
Todo siempre fue culpa de Marina. Nunca pude romper mi piñata, ¿puedes creerlo?
Hace casi 3 años, ella me reclamó, estábamos viendo lo de su fiesta de 15 y me dijo que por mi culpa no tenía mamá que la ayudara a encontrar el vestido perfecto. Que yo tuve la culpa porque el amante de mi mamá era el payaso que iba animar mi fiesta de cumpleaños. Y que ahora ella sufría mucho.
¿Puedes creerlo? Ella era la que sufría cuando fui yo quien se quedó sin payaso y sin poder romper la piñata en su fiesta de cumpleaños. ¡Yo quería romper mi piñata!

Estaba muy enojada. Y salí al patio porque no quería pelear con ella. Después de eso creo que fui a dar una vuelta en lo llegaba mi papá. Aún tengo lagunas mentales de ese día. Cuando regresé, mi papá estaba preocupado porque Marina no estaba. No le importaba que yo tampoco estuviera, su recámara estaba tirada y tenía muchas cosas rotas. Se esperaba lo peor. A los 3 días la encontraron muerta en un terreno cerca de mi casa. Los policías me entrevistaron y no recuerdo qué les dije. Otra laguna mental.
El día que fueron por mí, no me sorprendió, aunque no entendí, y sigo sin hacerlo, de qué me acusaban. Creo que nunca lo entenderé.
Yo sólo quería romper mi piñata.


ProfilePictureB
Rebecca Durán.

*Rebecca Durán. Escritora.

Contacto:

Twitter: beccaduran1

Instagram: beccaduran1

2 comentarios en “Piñata”

  1. Pingback: Biblioteca andante: proyecto contracultural asediado – Vertedero Cultural

  2. Pingback: El Diario Voynich (primera parte) – Vertedero Cultural

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *