A la Primaria Felipe de Jesús, Pedroza. Siempre estará en mi corazón.
Por: Edith Arias Paablo*
Cuando entré a la primaria yo era la única de mi clase que sabía sumar, restar, las tablas de multiplicar y hasta leer. Era grandioso ser la única que leía. Recuerdo que mi primera historia fue “Paco el chato”. Me gusto porque me recordaba a mi antiguo hogar. Me sentía identificada con Paco, después de todo estaba en una cuidad nueva, con gente nueva y solo mi familia nuclear. Luego, todos aprendieron a leer y dejó de ser especial para mí.
Es muy conocido que los niños aprenden mayoritariamente de forma visual. En mi caso, aprendo mejor con el oído, escuchando. Desde siempre me han gustado las historias -en todas sus formas-, en especial con las que me siento identificada. Volviendo al primer párrafo: mis preferencias se inclinaron más hacía escuchar música que leer. Se volvió algo escolar. Una simple actividad más. Admito que perdí el interés por leer sin que fuera por tarea.
Encontré infinidad de pasatiempos, hasta que un día, en cuarto de primaria, nos dejaron hacer un reporte de lectura para vacaciones, todos corrieron a la biblioteca del Aula. Yo fui la última y la menos interesada. Todos tomaron los libros más “bonitos”. Los de animales, de constelaciones, de hadas y princesas, de chistes. Resignada y un tanto molesta tomé el último.
Oscuridad – Julio Emilio Braz
Aún recuerdo como fue mi primer contacto con ese libro. Estaba empolvado, rosa, con hojas un poco desgastadas. En el rincón. Solo. Tal vez era una señal y no la vi. Ese libro era el último, el que nadie quiso tomar, que por una grandiosa razón llego a las manos de una niña que perdió el amor por la lectura, una niña llena de estereotipos sobre princesas y un mundo color de rosa. Ese libro llegó a las manos correctas.
Lo comencé a leer, y en el primer capítulo lloré. Tal vez en ese entonces eso era muy duro para mí. Lo curioso es que seguí leyendo (repito, era una niña con estereotipos hasta las huesos) esperando que algo mejorara para la protagonista. Pero, no fue así.
El libro narra la historia de una niña que es abandonada en una estación de tren por su mamá, (aunque ahora que lo pienso, puede que su madre no la abandonó y pudo haber tenido un accidente, razón para no regresar por su hija, eso es más triste que la primera impresión). Ella se queda en la calle sola y conoce un mundo diferente al que estaba acostumbrada. Un mundo que ni yo creía que existía. Un mundo tan real. Donde no importa si eres niño o adulto, la vida esta cabrona. Durante toda la historia acompañé a la protagonista -no se menciona su nombre- en un mundo nuevo, tanto para ella como para mí. Juntas conocimos lo que es el hambre. Lo que es dormir sin una cobija, sin un techo, sin comida, sin una familia, sola con niñas abandonadas y de historias más tristes, supe lo que es muerte, lo que estar en un ambiente prematuro. Lo que es la oscuridad. Descubrimos personas que jamás habíamos escuchado: prostitutas, contactos, drogadictos.
Este libro cambió en su totalidad mi forma de ver la literatura y el mundo, desde luego. Me enseñó que en cada libro puedes aprender algo nuevo, y no hablo de superación personal o de valores. Hablo de descubrimiento puro. Por mínimo que sea. La literatura desde ese instante para mí fue una forma de rebeldía. Una forma de decir: mi vida es así, pero no es la única forma de vivir. Existen diferentes personas, diferentes casos, diferentes culturas, diferentes formas de pensar. Y eso es grandioso, porque nuca terminas de conocer. Nunca.
Finalmente, este libro es mi favorito, porque rompió el estereotipo de final feliz. Me mostró un mundo fuera de mi casa y sin correr peligro. Este libro devolvió mi amor a la lectura. Y eso es mucho. Volver a leer por placer y no por mandato me dio vida, más de una. Bien dicen que las personas que no leen viven una vez. Pero los que leemos, vivimos más de una.
Edith Arias Pablo (2000-). Estudiante de preparatoria y del CEFADEN BUAP. Escritora de cuentos y columnas, actualmente participa de manera activa en el taller de cuento que se realiza en la preparatoria Emiliano Zapata BUAP.
Instagram: edith_aripa
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