Una reflexión sobre Horses de Patti Smith

Por Juan Carlos Baez*

Para acompañar la lectura

El punk pocas veces ha abierto sus puertas a otros sonidos y matices que lo retroalimenten. Las personas allegadas a ese tipo de música verdaderamente no tienen la intención de que eso suceda, pues utilizan al género como un vehículo para desahogarse de los problemas cotidianos que los aquejan. Dado ello, buscan que la música sea violenta, furiosa y lo más corta posible. Los elementos primordiales son los compases de dos cuartos, tres acordes como máximo y 240 beats por minuto.

Dicha limitante ha causado que el género, en muchas ocasiones, sea repetitivo. Es difícil diferenciar a Minor Threat de las diez bandas que salieron posterior a su rompimiento, pues adoptan los mismos elementos que ellos habían creado y convierten de la música un círculo vicioso, que poco propone.

Todo ello me duele admitirlo, ya que se trata de un tipo de música que escucho constantemente. Encuentro un consuelo muy amplio en las características que mencioné con anterioridad. Y comprendo también que sea utilizado con dicho fin, pues todos tenemos que librarnos del estrés de algún modo. No obstante, también me siento triste de saber que el género no avanza, que se mantiene estático y lo que sale suena igual a todo lo anterior hecho.

pattismith-horses_1800xOriginalmente, el punk fue concebido, en palabras de un experto de la materia como lo es Glenn Branca, como “hacer algo nuevo sin importar si es comercial o no”. Acorde a ello, podríamos encasillar el Horses de Patti Smith como el verdadero manifiesto del punk: un disco que no se importa por encajar en algún molde y que, por el contrario, desea expandir sus territorios artísticos a lugares a los que pocos han llegado.

Sacado en 1975, dos años previos a la explosión neoyorkina del punk, Horses es un disco que arriesga en todos los aspectos de la palabra. En él, convergen no sólo expresiones musicales, sino también literarias. Los sonidos que resultan en las composiciones son un híbrido entre el punk y géneros que resultan inverosímiles para juntar con éste, como lo son el jazz, el avant-garde y el reggae.

 Musicalmente, Horses explora el dinamismo entre las melodías y armonías. Tan pronto arranca el disco, Gloria recibe al escucha con un piano engañoso que se pierde conforme avanza la canción, entre la furia y el éxtasis vocálico de Smith. Es el perfecto precedente de lo que será el disco: un inicio para una carrera musical a través del imaginario de Patti Smith.

Un elemento recurrente del álbum es este juego entre los crescendos y minuendos de las canciones. Más específicamente habría que recalcar a Birdland y Land, dos composiciones que bien no sólo se ajustan a la sentencia anterior dicha, sino que también rompen con la concepción de cómo tiene que hacerse el punk. Ambas llegan casi a los diez minutos de duraciones, y juegan con los matices sonoros de la música.


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La primera es una balada que termina incrustando una guitarra disonante y muy vanguardista, emuladora del caos cotidiano de nuestras vidas y que deja entrever la hipocresía que como humanos tenemos en el mundo. La segunda se preocupa más por presentarnos una especie de poema épico, que narra las aventuras de Johnny, un personaje creado por William Burroughs en la novela The Wild Boys, y al que Smith decide retomar para la creación de la letra.

Birdland y Land se acoplan perfectamente al resto del disco, puesto que fungen como puntos clave alrededor de las demás canciones. La mayoría fueron concebidas como baladas, pero con la semilla de la furia del punk impregnada en cada una. Así Redondo Beach o Break It Up contagian el enojo con las que Patti Smith las creó, cosa sorprendente si tomamos en cuenta que utilizan melodías mucho más accesibles que las demás, apegadas al sonido pop de los sesenta. Utiliza recursos que desaparecieron casi inmediatamente después, como la inclusión de teclados o solos de guitarra, que poco se trabajaron en el punk.

Junto a ello, Smith combina dos aspectos que hoy día parecen olvidados: la música y la literatura. Como bien lo dije, Land es una suerte de poema épico que nos muestra la vida de Johnny, privilegiando el plano narrativo de la composición. Pero ésta no es la única dentro del álbum. La cantante retoma algunas anécdotas personales y las traslada a las letras, que asumen un papel más poético para narrar las cosas. Algunas como Free Money o Kimberly son más autobiográficas que las demás, y tienden a mostrar una vivencia de Smith.

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Portada del disco “The velvet underground & Nico”.

De ese modo, Horses rompe con la estructura de la letra gritada, rápida y con poco sentido del punk. Antes de él, lo vimos en The Velvet Underground, pero ellos estaban más encasillados a la música pop, por lo que Horses sería el claro referente de literatura más punk. Aparte de ello, las letras que conforman las canciones abordan un tópico mucho más profundo de lo que está acostumbrado el género.

Es increíble que los preceptos que Patti Smith dijo a través de su disco debut se hayan olvidado con el pasar de los años. El álbum exhorta a que, como artistas, se esté consciente de que lo más importante es hacer las cosas que te gustan. Encajar en un molde es innecesario. Ese molde sólo delimitará tu quehacer artístico, y de él no podrás pasar. Por el contrario, siempre que se piense en hacer las cosas que uno quiere, que a uno le nacen, todo fluirá adecuadamente.

Que el punk haya perdido dicha ideología me duele, pues cerró un camino que bien Patti Smith abrió en su momento. Que hayan decidido relegar la retroalimentación sonora y artística del género es algo que todavía arde, pero que, para sanar, siempre regreso a ese momento donde hubo algo más allá de la velocidad y violencia, y considero que puede volver a existir ello.


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Juan Carlos Baéz

*Juan Carlos Baez (Puebla. 1999). Actualmente estudia la carrera en Lingüística y literatura hispánica en la BUAP. Dirige el programa Ficciones en loboradio.mx  los viernes a las 3 de la tarde.

4 comentarios en “Una reflexión sobre Horses de Patti Smith”

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