En la semana del 23 al 29 de abril se subirá una (o más) entrada(s) por día sobre literatura, esto en conmemoración del #DíaDelLibro
Pienso en citas que han marcado mi vida y de inmediato llega a mi mente que No amo a mi patria. / Su fulgor abstracto es inasible. / Pero –aunque suene mal- daría la vida por / diez lugares suyos…, no hace falta presentación.
Sergio Pitol dice que “uno es los libros que ha leído”, y tiene razón, no me llamo Iván cuando leo, me llamo Ulises y también Héctor, soy Aquiles y me encanta cuando me convierto en Osbelia, o cuando soy un personaje sin rostro de las cientos de crónicas que Cristina Pacheco ha escrito, o Carlitos, claro, yo también estuve enamorado de una mujer adulta, soy también Ismael embarcándome con el capitán Ahab en la aventura de mi vida: la casa de la gran ballena blanca, soy el Poeta y he traicionado al lerdo de mi amigo el esclavo, que se llama Ricardo en realidad. También me llamo Rogelio, un teporocho nacido en Tepito y cuando estoy triste luzco como Toru Watanabe… soy Ricardo Somocurcio, soy la niña mala, soy Juan Preciado.
Creo que en muchas ocasiones la emoción adquirida por una lectura se puede contagiar a través de una de sus frases, oraciones con la capacidad de independizarse de la obra para convertirse en un aforismo sórdido; en muchos casos no basta, pero sirve como invitación para acercarse a la obra. Estas son algunas de las que han permeado mi existencia:
Su novela ha sido traducida, entre otros idiomas, al inglés y francés.
“¿Acaso el puto amor siempre es una lluvia de espejos que nos devuelve el reflejo de nuestro vacío?
“Imagino que frente a la tragedia propia las demás tragedias no valen nada”
Campeón Gabacho (Literatura Random House. 2015), Aura Xilonen.
“Sus hermosos ojos, bajo las alas perfectas de las cejas, tenían un imperio singular”
La cena (cuento), Alfonso Reyes.
“[…] veo a Ruben quien hasta ese momento había guardado una actitud pasiva, aprieto con fuerza el cuello de la botella y con la mirada caliente dirigida a el le digo ―a ti te traigo ganas desde cuándo, vamos a rompernos el alma, la madre, vamos a pelearnos pero a morir.”
Chin chin el teporocho (Oceano. 1972), Armando Ramírez.
“Vi la muerte por todas partes: en los pedazos de animales a punto de convertirse en
JEP ganó el premio Cervantes en 2009
tortas y tacos entre la cebolla, los tomates, la lechuga, el queso, la crema los frijoles, el guacamole, los chiles jalapeños. Animales vivos como los árboles que acababan de talarle a Insurgentes. Vi la muerte en los refrescos: Mission Orange, Spur, Ferroquina. En los cigarros: Belmont, Gratos, Elegantes, Casinos.”
Las batallas en el desierto (Era. 1981), José Emilio Pacheco.
Modiano es premio Nobel 2014
“La fuga –por lo que parece- constituye una llamada de socorro y a veces una forma de suicidio. Pero al menos se experimenta un breve sentimiento de eternidad. No solo hemos roto lazos con el mundo, sino también con el tiempo.”
Dora Bruder (Seix Barral. 1997). Patrick Modiano.
“Quería explicarle mi teoría a la cieguita. Pero me ganaron las ganas. ¡No! ¡Sí! Las ganas de hacer del uno. ¿Cómo era posible que si mi cosita bonita tenía únicamente dos funciones en la vida se le ocurriera cumplirlas a la vez y en situación semejante?”
Un hilito de sangre (Planeta. 1991), Eusebio Ruvalcaba.
En 2017 se celebraron los 100 años del natalicio del autor
“Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. ‘Ayúdame, Susana.’ Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. ‘Suelta más hilo’.
El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro.”
Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo.
“Sopita de fideo” es el título con mayor reconocimiento de la autora.
“Enfurecida, temblorosa, gimiendo, me gritó: “No tevayas. Acuérdate de que yo te di la vida; ¿no es justo que ahora tu me des la muerte que tanto necesito?
No pude darle a mi madre el don que me pidió. Junto con mis hermanos la vi desbaratarse, arrastrarse sola hasta la otra orilla.”
La última noche del tigre (Oceano.1987), de Cristina Pacheco.
“Las cosas tienen que fluir hacía donde tienen que fluir, y por más que te esfuerces e intentes hacer lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien lo haces.”
Tokio Blues (1987), de Haruki Murakami.
“Con el paso del tiempo, donde hubo un cedral pusieron un campo de golf, donde brotaban aguas cristalinas crecieron edificios de interés social y basurales. A esto algunos le llaman progreso.”
“No hay fantasmas más tristes que los que se niegan a abandonar el reino de los muertos.”
Venimos de la tierra de los muertos (cuento), de Rafael Pérez Gay.
“Cada vez que siento en la boca una amargura creciente; cada vez que se filtra en mi alma un noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me sorprendo deteniéndome involuntariamente ante las empresas de pompas fúnebres o bien formando cola en cualquier funeral; cada vez, particularmente, que mi hipocondría me domina tanto que necesito apelar a un fuerte principio de moral para no salir deliberadamente a la calle y echar al suelo, metodicamente, los sombreros de la gente, entonces reconozco que ha llegado el momento de hacerme a la mar lo antes posible. El mar es mi sustituto para la pistola y la bala.”