Seguramente la interrogante más grande que le ha surgido a un lector -o escritor- de cuento es cómo definir al subgénero. Aunque las definiciones abundan, es probable que ninguna satisfaga a todos; y peor aún: los grandes maestros del cuento (Poe, Maupassant, Quiroga, Carver, Bioy Casares, Rulfo, Borges) discrepan en muchos puntos, de modo que lo que es fundamental para unos resulta imprescindible para otros.
Dada la complejidad del tema, es probable que lo mejor sea adoptar una postura ecléctica. Siguiendo esa premisa, los decálogos pueden funcionar para encontrar las posturas de mayor fianza, pues sólo los hechos por los mejores cuentistas han trascendido en el tiempo. Aquí el del escritor uruguayo Horacio Quiroga (1877-1937):
I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios
mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando
puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado
fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una
larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo
deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En
un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia
de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba
el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas
para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de
observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras
a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color
incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin
ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo
que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es
una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque
no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego.
Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la
mitad del camino.
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu
historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el
pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno.
No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
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