Poema de la mujer contigua que descansa

Brandon Vázquez*

a V. G.

Aquí no hay excusas orbitando la madera lisa que cubre su cuerpo

            una piel en marrón blanco

            una piel que comparte con el mar la cristalina suavidad

                                               (y  un par de promontorios)

            una piel cordilleras de la sierra

             muro regado de calor veraniego     

            una piel

            que transpira su historia transparente

            que la calla luego café con su espalda

                         (más cama que la cama sobre la que está tendida)

            y sigue bocabajo con el sujeto decúbito supino a su lado

 

El terreno privado sin cercas

el chocolate privado de su envoltura:

su torso desnudo

La iluminación es débil en la habitación

En su piel hay heridas, murmurios solares

casi sus ojos pueden segar la invasión que crece a través de la persiana

campo de enredaderas de luz

(Eso es ella.

La líquida superficie de los colores

El olor azul de la tarde impregnada en sus manos

Lo que en una ciudad aún sobrevive verde

eso es ella)

En el cuarto su voz

brilla como el oro en una cueva ignota

Más adentro               un coro entinta sus arterias

con el mismo tenor de su piel ruborizándose.

En la calle hay animales de veinte toneladas embriagados con gasolina

charcos de sombra que dan alivio

charcos que secan la humedad amarilla de la hora pico

Más allá, donde no se puede imitar el color del horizonte

el olor de dos torsos duele

como la sensación de que existe el mundo

El día es agradable

pero no hay cómo guardar

con las manos las nubes

 

¿Qué organización celular

es la que confunde a Amor

con la interminable búsqueda

del cuerpo verdadero?

 

¿Cómo amar en el laberinto

de las voces conjugadas de los automóviles

fierrosas          frag – men – ta – das

parecidas a las paredes de esta habitación

pero disfrazadas de llanto?

 

Entre un cuerpo, el otro y el tiempo

hay esquirlas de silencio que los separan.

Los besos pierden todo su volumen

si a veces un par de  bocas se aman.

 

 

Pero la tarde no es infinita

y las manos

de tanto sujetarse

se evaporan como el sudor

que arde en un cuerpo que es una herida

 

Hay dos voces que cavan una tumba:

la despedida;

y un cajón donde cabe un beso triste

en la mejilla.

Así acaba todo.

(pero en el cuarto todavía

fuera de la vista, umbrosa

ella se vuelve el órgano que le hace falta).

EPITAFIO

Por fin encontré

ningún lugar:

La noche es fría.


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CC (by) Foto tomada de su facebook

*Brandon Vázquez (1999). Ha ganado dos premios nacionales de literatura: Amapola Fenochio por poesía y el concurso de cuento nacional de la Ibero por cuento. También escribe en Neotraba (clic)

3 comentarios en “Poema de la mujer contigua que descansa”

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