Juan Nicolás Becerra*
Supe de José Agustín por mi hermano mayor, quien brutalmente leyó Ciudades Desiertas (1982) y quedó impactado, al grado de compartir la lectura conmigo y con dos buenos vecinos y amigos: el Traka y Piri, que se engancharon con esa novela (pues a quien no le ha pasado); lo cual tuvo como consecuencia acercarme junto con ellos a la obra del Monstruo de la literatura mexicana, como se le solía llamar a ese muchacho. A esa lectura le siguió, de forma clandestina y afanosa, La Tumba (1964), El Rock de la Cárcel (1986), y la gran novela De Perfil (1966); con la cual tengo una anécdota que me gustaría compartir:
Por ahí del 2000 estuve en un Seminario sobre la comercialización del libro y la revista en México, que sigue organizando la CANIEM, y uno de los maestros nos contó acaloradamente cómo diseñan las portadas de los libros y el impacto que debe generar con los lectores. Se detuvo a hablar sobra la portada de De Perfil y lo difícil que fue poner esa escultura con esas nalgas perfectas y que fuera autorizada en aquella edición del Fondo de Cultura Económica, en la tradicional y memorable colección Lecturas Mexicanas. A estas fechas puedo afirmar que tanto la novela era perfecta como las nalgas de la portada.
Quise dar inicio con este breve recuerdo para comentar el espléndido libro de puntos cardinales, con personajes rabiosos y lujuriosos, mujeres cachondas y vacías, licenciados detestables y alterados, que se titula No pases esta puerta (1992). Me encanta el infierno al que nos transporta con su prosa José Agustín, a esa crónica breve de la cotidianidad que no pierde detalles y que minuciosamente describe los clamores de una tal Aurora al estar cogiendo con un putón. De igual nivel nunca deja de usar ese humor, que tanto ha significado en su obra, para burlarse de la mafia del poder en la cultura, la decadencia de las ideologías y desde luego la doble moral que siempre aflora en nuestra sociedad.
Hay un relato en el libro con el cual me quedo por obvias razones, se llama El Nicolás, un universitario bravucón y fornido que echa mandarriazos con su amigo Tarolas o el Prángana, ambos apodos son vaciados y terminan provocando a unos inocentes huelguistas. Citando epígrafes tan oportunos como “Para vivir fuera de la ley hay que ser honestos” (Bob Dylan), este libro de relatos nos lleva al agandalle narrativo que siempre provoca José Agustín.
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En 1978 escribe “No pases esta puerta” un relato frenético, de laberintos narrativos, con caminos que bifurcan en lectores, estantes con libros y donde el protagonista está buscando desesperadamente una puerta con un numero 4 de oro pegado, el camino es húmedo, oscuro misterioso y paso a paso, letra a letra, el lector sabrá porque no se puede pasar por esa puerta.
Un libro brillante que no se debe dejar pasar dado que contempla frases brutales de época como: ¡Al chile le dan temblores! ¡Al chile hay que leer al José Agustín!
Agustín, José (1992). No pases esta puerta. México: Joaquín Mortiz. (Colección Cuarto Creciente).139 p.

* Bibliotecario de oficio, relativamente lector y tartamudo. Combina su carrera laboral con el fomento a la lectura; es colaborador en Radio y Medios Digitales. Coordina la Biblioteca de la UPVM
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