El primer dossier de 2020 es un compilado de textos que en conjunto forman un Bestiario. Se trata de trabajos que oscilan entre lo académico y lo literario: recopilan la visión popular plasmada en papel sobre ciertos animales en diferentes periodos y espacios, Son, al mismo tiempo, atisbos a diferentes culturas a partir de algo tan cotidiano como un animal.
Proemio
De entre la vastedad zoológica (todo el reino animalia visto en el tiempo y el espacio) son pocos los que no han despertado la imaginación de mujeres y hombres. Individuos, pueblos, culturas y naciones que a través del imaginario colectivo[1] le atribuyen un matiz sobrenatural, mítico, pagano, religioso, fortuito, negativo o mágico a tal o cual especie en diferentes periodos y dimensiones geográficas. En algunos casos, tales características llegan a cambiar con el paso de los siglos, mientras que en otros casos diferentes atribuciones hechas por distintas comunidades se sobreponen.
Los animales marinos son –deduzco– todavía más susceptibles de la imaginación, “esa insolencia del alma” (Alberto Chimal). Pues la barrera que los ríos y mares establecen con el humano funge como impedimento para conocer los rasgos morfológicos, genéticos, de hábitat y costumbres de estas especies. Carencias que dan lugar a la perpetuación de atributos fantásticos, transmitidos, algunas veces, desde la oralidad: los imaginarios de la voz; y en otras, desde el papel y por medio de un solo autor.
Una de las especies cuyas características se han complejizado (desde el punto de vista científico y fantástico) es la ballena: el gran mamífero extraviado en aguas salobres. De ahí que, por el lado de la ficción, haya tantas historias que la acogen para otorgarle diferentes símbolos y, desde la perspectiva científica, se hagan tantos estudios sobre su fisonomía o costumbres, por ejemplo, su forma de comunicarse a través de sonidos que dan la idea de canto.
Este texto nace como un intento por recopilar los diferentes atributos hechos a la ballena y que han quedado plasmados en diferentes medios. Pero no puedo escribir en el género que me propongo –cultivado desde la antigüedad y exacerbado en el medievo– empleando únicamente el conocimiento popular, pues me es imposible ignorar la temporalidad desde la que escribo y la importancia de la ciencia como una forma de conocimiento. Sin embargo, tampoco deseo exponer un tratado científico. Por lo que propongo un punto medio que mezcle ambas visiones en razón de que se complementen y enriquezcan el imaginario de uno de los animales más representativos del mundo marino.
De Balena
El Leviatán en la biblia
Desde el punto de vista biológico/físico, las ballenas pueden ir de una temperatura a otra sin problemas de adaptación. A diferencia de muchas especies acuáticas, ésta nunca se establece en un mismo sitio, sino que avanza por los amplios mares. Gusta de climas cálidos los meses fríos y el resto del año puede deambular por los polos, o bien donde se le antoje.
Para los naturalistas, nada les era más inestimable –y por eso fascinante– que este animal, cuyas dimensiones la hacían un monstruo. Por ello a menudo se le denomina Leviatán, título que remite a las sagradas escrituras, por ejemplo, en el salmo 104, en donde se da testimonio de las cosas creadas por Dios:
He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.
El animal concreto que recibe este título es fuente de inagotables discusiones, en su mayoría se le asocia con el cocodrilo y la ballena. Pero es en el libro de Job en donde más parentesco se establece con el segundo que con el primero. Dios, para mostrarle su ignorancia a Job, le habla sobre todas las creaciones suyas; le pregunta dónde estaba él cuando creó el mundo, cuando puso las nubes en el cielo, cuando separó el agua de la tierra, si ha entrado a las fuentes del mar para escudriñar los abismos, si ha traspasado, acaso, el umbral de la muerte o si puede calcular la anchura del planeta (parafraseo el libro de Job). Luego, en el capítulo 40, Dios se refiere a los animales para exponerle las manifestaciones de su poder, al que más descripciones le atañe es a uno que comienza por señalar con la frase “He aquí”, para luego exponer sus características.
Su cola mueve como un cedro, Y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, Y sus miembros como barras de hierro. Él es el principio de los caminos de Dios; El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.
Después de la descripción lo presenta con su nombre:
¿Lo tomará alguno cuando está vigilante, Y horadará su nariz? ¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo, O con cuerda que le eches en su lengua?
Fisonomía de la ballena: del orden taxonómico a Moby Dick
Según la clasificación taxonómica, antes de hablar de ballenas se debe hablar de cetáceos, dado que el imaginario colectivo ha nombrado como ballenas a diferentes especies que comparten semejanzas, pero no provienen de la misma orden: Cetácea.

Las características que la hacen similares son, como refiere Melville, que tienen “surtidor y cola horizontal, aunque sean pequeños, deben ser incluidos en las categorías fundamentales de la cetología”. También se puede considerar su piel gruesa, lomo amplio, aletas y cabeza aplastada. Si se ven las consideraciones del escritor estadounidense desde la biología, sólo cometió un error: las ballenas no son peces, sino mamíferos, pues pertenecen a la clase Mammalia. La orden Cetácea cuenta con dos subórdenes: 1. Mysticeti y 2. Odentoceti. La primera tiene cuatro familias, tres de ellas nombradas con diferentes derivaciones de la raíz latina balaena: Balaenidae, Neobalaenidae y Balaenopteridae, la cuarta familia es Eschrichtiidae. En el segundo suborden ninguna familia recibe el nombre derivado de balaena, pero, por las similitudes con otros cetáceos, se les conoce como ballenas, de este grupo habría que omitir las familias referidas a los delfines. Por lo que quedan la familia Kodiidae, Physeteridae y Phoconidae.
Dentro de cada familia se hallan géneros y dentro de los géneros especies concretas. En este punto conviene mencionar otra clasificación más cercana a lo empírico, que organiza las especies de acuerdo a sus atributos físicos y comportamientos observados desde barcos de pesca y por distintos naturalistas. Esta clasificación la realizó Melville en lo que es su catálogo de naves dentro de la monumental Moby Dick. Ismael, el protagonista, agrupa a la ballena en tres grandes grupos: Ballena en Folio, en Octavo y en Dozavo. ¿Será posible mezclar esta agrupación con la clasificación taxonómica de algunos cetáceos?
Familia Balaenidae
Posee dos géneros: a) Balaena y b) Eubalaena. Dentro de a. se encuentra la especie Balaena mysticetus, conocida popularmente como ballena boreal, y en la familia b. se hallan las ballenas francas. Melville, dentro de las ballenas en Folio, menciona a ambas con sus nombres comunes. Sobre la ballena boreal escribe:
Sus grandes labios presentan un aspecto que los asemeja a un cable, debido al entretejido de desbordantes pliegues de arrugas. Su característica, la aleta, de la cual deriva su nombre, es a menudo un objeto conspicuo. Esta aleta de tres o cuatro pies de largo emerge verticalmente de la parte posterior del lomo y es de forma angular terminando en aguda punta. […] El rorcual boreal no es gregario, Parecería que odia a las ballenas así como hay hombres que odian a los hombres. Es muy tímido, siempre marcha en solitario
Moby Dick, de Herman Melville.
Sobre la franca:
Fue la primera que el hombre cazó de una manera regular. Produce el artículo denominado hueso de ballena, o ballena, y el aceite especialmente conocido con el nombre de “aceite de ballena”, un artículo inferior desde el punto de vista comercial.
Moby Dick, de Herman Melville.
Familia Balaenoptidae
También posee dos géneros: a) Balaenoptera y b) Megaptera. Cada una con una sola especie. En ese orden: Balaenoptera musculus, conocida popularmente como ballena rorcual o azul, y la Megaptera novaenglicae, quien recibe el apodo de ballena jorobada.
Sobre la ballena azul, el catálogo dice: “Otra señora que se retira, con una panza de azufre que sin duda ha adquirido rozando las tejas tártaras en algunas de sus zambullidas más profundas. […]. Nunca ha sido cazada. Se cuentan prodigios de ella”.
Y sobre la ballena jorobada: “Su aceite no es muy valioso. De todas las ballenas es la más triscadora y alegre, y generalmente produce una espuma más regocijante y agua más blanca que cualquier otra ballena”.
Familia Monodontidae
Posee un género: Monodon. Al que pertenece la especie monodon monoceros, conocida popularmente como ballena narval, al respecto se explaya el neoyorquino:
El animal tiene alrededor de diecisiete pies de longitud, mientras su cuerno, por término medio, mide cinco pies, aunque en algunos casos excede de los diez, y aun alcanza a los quince. Hablando con estrictez, este cuerno no es más que un colmillo alargado que se proyecta de la mandíbula en una línea un poco más baja que la horizontal. […]
La ballena narval presenta una pintoresca apariencia de leopardo, teniendo como fondo un color blanco lechoso con pintas negras redondas y oblongas. Su aceite es muy superior, claro y fino; pero hay poco de él, y por lo demás se le caza poco. Casi siempre se encuentra en los mares circumpolares.
Moby Dick, de Herman Melville.

Familia Physteridae
Esta familia posee dos géneros: Kogia y Physter; del primero emanan dos especies conocidas como cachalote enano (kogia simia) y cachalote pigmeo (kogia breniceps). Pero en la que vale la pena detenerse es en la única especie de Physter: physter macrocephalus, comúnmente llamada cachalote o ballena de esperma. Se trata de una especie emblemática por dos cosas: durante siglos fue el principal objetivo de la caza de ballenas y es esta la especie que da origen al ficticio Moby Dick, el gran cachalote blanco. El catálogo se explaya en la descripción de esta especie, pero bastará con citar sólo tres líneas: “El cetáceo más formidable que pueda encontrarse, el más majestuoso en su aspecto, y, finalmente, con mucho, el más valioso para el comercio: la única criatura de la cual puede obtenerse la valiosa sustancia que es la esperma”.
La ballena como idea alegórica

Todo animal puede ser objeto de alegoría. Hay algo de intrigante en observar una especie y entender que su sola existencia guarda un significado por siempre inasible para el ojo humano. No hay manera de saber qué motiva a un perro a ladrarle a una pared por horas, por qué un sapo pasa su tiempo plantado frente a un estanque con la mirada perdida; imposible entender la soledad de la araña a lo largo de toda su diminuta existencia, ni la razón que lleva a un elefante a estar siempre en manada pese a que su tamaño y fuerza le permite valerse por sí mismo. Ni hablar de aquellas especies ya extintas, de las que sólo nos queda la reminiscencia de su paso por la tierra gracias a los restos fósiles.
La ramificación de las ciencias nos ha legado la biología como una forma de conocimiento del mundo y todo lo que lo conforma, sus importantes estudios proyectan estudios más profundos acerca de diferentes especies. Pero no importa cuántas explicaciones taxonómicas y morfológicas nos arroje la ciencia, hay algo que ni ella ni ninguna otra rama del conocimiento podrá decirnos (o al menos no del todo): la causa última de su existencia. De hecho, quizá no haya forma de saberlo jamás. Aunque sí de imaginarlo. Por ello la humanidad ha dotado de un sentido alegórico a las especies. Tal sentido puede modificarse con el paso de los siglos. De forma que se puede analizar a un animal desde su sentido alegórico fijado en el tiempo.
La ballena ha pasado por ese proceso. Basta revisar los bestiarios que lo describen para darse una idea; por ejemplo, en el bestiario de Aberdeen se le figura como un monstruo con cualidades similares a las del diablo, ya que al alimentarse
The nature of this animal is such that when it feeds, it opens its mouth and breathes out from it a kind of sweet-smelling odour, so that when smaller fish scent it, they gather in its mouth. When the whale feels that its mouth is full, it closes it suddenly and swallows the fish. They suffer in the same way, those who are of limited faith, who succumb to the food of desires and enticements, they are suddenly devoured by the Devil as if they had been overwhelmed by certain scents.
The Aberdeen Bestiary
Según las descripciones anexas a la digitalización del bestiario por parte de la Universidad de Aberdeen, le falta de un folio justo antes de la descripción de la ballena, en la que se cree que podría encontrarse la representación iconográfica del animal; sin embargo, bien puede suplirse con la que aparece en el bestiario de Ashmole en el folio 86v, donde comienza un nuevo apartado que se titula “DE BALENA”, la ilustración consta de un barco con tres marineros que son elevados del nivel del mar por causa de una ballena que posee lo que parecen ser muchas aletas. Se encuentra devorando dos peces. Es, sin duda, una representación muy arcaica del animal pero transmite la idea de maldad que intenta reflejar el bestiario de Aberdeen, e infiero que también el de Ashmole[2]. Con el paso del tiempo sus atribuciones alegóricas se harán más abstractas.

En el siglo XVII, el inglés Thomas Hobbes publicó uno de los libros más perdurables en materia política: El Leviatán, en donde menciona las construcciones de las repúblicas como la creación de un animal con cualidades destructivas, que es creado por el humano para ser gobernado por éste. Es decir: Hobbes ve un sistema de organización política como el gran monstruo que los ciudadanos han creado. Si bien es cierto que el leviatán remite a diferentes animales (según el pasaje bíblico que se lea, como ya quedó expuesto en otro apartado), el leviatán que emplea el autor para crear su alegoría es completamente asimilable con la ballena, ya que en el capítulo XXVIII explica por qué ha decidido llamar leviatán a un sistema de organización política y a qué pasaje se remite:
De este modo he determinado la naturaleza del hombre (cuyo orgullo y otras pasiones le compelen a someterse a sí mismo al gobierno) y, a la vez, el gran poder de su gobernante, a quien he comparado con el Leviatán, tomando esta comparación de los dos últimos versículos del Cap. 41 de Job, cuando Dios, habiendo establecido el gran poder del Leviatán, le denomina rey de la arrogancia. Nada existe —dice— sobre la tierra, que pueda compararse con él. Está hecho para no sentir el miedo. Menosprecia todas las cosas altas, y es rey de todas las criaturas soberbias.
El Leviatán, De Thomas Hobbes.
Dos siglos después, el inevitable Melville hace de la ballena una alegoría capaz de generar un sinfín de interpretaciones, pero en todas está presente la idea del monstruo que se confronta con el ser humano: la ballena será la metáfora del mal. En el prólogo que Manuel Pereira hace a la obra para la editorial Mirlo menciona que a los marxistas-leninistas ven en Ahab al proletariado luchando contra la bestia, que es el capitalismo; mientras que para otros es la imagen de Dios.
La ballena en el mundo visual
Dentro de sus representaciones iconográficas vale la pena escribir sobre cuatro. El criterio de selección que he elaborado para mencionar estas por encima de otras es sólo uno: todas son antiguas (lo que se refleja en la forma en la que el animal es representado), por lo que, más que un intento por plasmar fidedignamente a la especie, se trata de una representación completamente subjetiva de éste. Y en todas impera la visión devastadora de cetáceo.
Por orden de antigüedad se encuentra primero el cuadro Andrómeda, del italiano Guido Reni, cuya obra se desarrolló durante la primera mitad del siglo XVII, hasta su fallecimiento en 1642. El cuadro representa a Andrómeda acechada por una bestia marina (Ceto, según la mitología griega), en el cielo se divisa a Perseo apuntándole con su espada, por lo que se puede intuir que el cuadro se sitúa justo antes de que la salve. Reni bien pudo inspirarse en la ballena para representar al monstruo. Se puede intuir lo anterior por la longitud del animal, pero sobre todo, por la forma de su cola, que remite a la de una ballena.

Las siguientes dos pertenecen a Louis Garneray (1783-1857), pintor francés cuya obra se basa, principalmente, en el mar y los barcos de vela. The Whale Fishery es como se conoce al cuadro (desconozco si ese fue su título original) en donde una ballena se alza sobre el nivel del mar, imponente, ante lo que parece ser un intento de caza; los marineros están escapando de ella: algunos en su lomo y otros dos ya en mar. Los restos de un barco se hallan alrededor del animal.. Por su parte, Perche de la Baleine también muestra la caza del cachalote, pero el panorama es muy diferente pues no hay posibilidad de saber quién ganará: mientras que el lanzador está por ensartar el arma en su piel, la ballena genera movimientos bruscos que se ven reflejados en la forma de las olas. Al fondo se divisa la bandera francesa, lo que indica que se trata de un barco de pesca francés.
Por último, se encuentra un grabado de 1857. También refleja el momento de caza de la ballena, y al igual que en The Whale Fishery, el panorama luce muy poco esperanzador para los marineros, quienes ya se hallan en mar, nadando lejos de su objeto de caza, los más afortunados, porque el resto del barco de pesca está a punto de ser devorado por la gran ballena.
[1] Llamo imaginario al “conjunto de producciones mentales o materiales […] que forman conjuntos coherentes y dinámicos que conciernen a una función simbólica en el sentido de una articulación de sentidos propios y figurados” (Antropología del imaginario, de Jean Wunenburger)
[2] El libro está escrito en latín y no cuenta con traducciones hasta el momento.
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