Jorge Vargas escribe una crónica valiente sobre los hechos de los últimos días en Puebla: el asesinato de tres estudiantes y su conductor de Uber y las protestas masivas que tal suceso despertó.
Jorge Vargas*
Fue un domingo 23 de febrero de 2020. El carnaval de Huejotzingo se llevaba a cabo como parte de los rituales propios del municipio para darle inicio a lo que es, dentro de la religión cristiana, conocido como cuaresma.
Este día era uno como cualquier otro en aquel municipio perteneciente al estado de Puebla. Dieron las 22:15 horas cuando tres jóvenes estudiantes de medicina, uno por parte de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y dos de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) ingresaron a un automóvil de servicio particular Uber con destino a sus hogares.
24 de febrero de 2020. La ciudad se movía para activarse un día más, las personas iban a sus escuelas, trabajos o simplemente a su destino de actividad cotidiana, los medios comienzan a comunicar, en todos lados sonaba la misma noticia: “hallan el cadáver de tres estudiantes y a un conductor de Uber en Santa Ana Xalmimilulco, Puebla”. La noticia despertó en la población diversos comentarios, algunos de enojo, otros de tristeza pero si uno de estos puede destacarse es el de impotencia, la población estudiantil inmediatamente entró en un estado de inconformidad con los sistemas de defensa y de seguridad pública ante este acto, pues no fue la primera vez dentro del estado en que ocurrían estos sucesos sino que este fue un hecho más de tantos, o eso se creía hasta ese momento.
25 de febrero de 2020. La comunidad del área de la salud de la BUAP se movilizó en una marcha pacífica con rumbo a Casa Aguayo (donde se encuentra el despacho del gobernador del estado de Puebla) en donde esperaban que sus peticiones fueran escuchadas, recorrieron y se hicieron escuchar a través de las calles del Centro Histórico, con palabras a forma de protesta como “ni una bata menos” “ni uno más”, entre otros. Una vez en su lugar de destino el ejecutivo del estado no dio alguna atención especializada a los jóvenes, provocando que estos se desplazaran de vuelta a su punto de partida, pese a esto, la ciudad observaba y poco a poco las redes se tapizaban de la noticia del homicidio y de la marcha llevada a cabo durante la mañana, el día crecía más y más al mismo tiempo que la difusión del suceso lo hacía también, en medio de las acciones virales, la BUAP dio a conocer un comunicado donde se expresaba su solidarización con la comunidad estudiantil, misma que comenzó a integrarse primero por grupos dentro de las facultades de la universidad y después, conforme anochecía, estos grupos se integraron por facultades, en efecto algo grande estaba a punto de pasar. No se sabía qué podría ocurrir, el siguiente día era una jornada incierta para todos y cada uno de la comunidad que integraba la universidad, la cita oscilaba entre las 6 y 7 del día en la facultad correspondiente a cada individuo, llegó el punto más grande de la noche y entonces comenzó un nuevo día.

26 de febrero de 2020. La comunidad de estudiantes llegó poco a poco a sus unidades académicas para iniciar un paro de actividades e impedir el paso de todas las personas, sin importar si era administrativo, catedrático, estudiante o externo a esta, el tiempo pasaba pero la mañana aún era joven, entonces las distintas sedes de la universidad se levantaron para marchar a los alrededores, como fue el caso de Ciudad Universitaria (CU) y el Complejo Cultural Universitario (CCU), además de que algunas otras unidades académicas se sumaron para ir a la Facultad de Medicina en apoyo a esta, tal fue el caso de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), el colegio de Música, la Facultad de Psicología y la de Lenguas, el hecho ocurrido fue histórico y sin precedente en Puebla, aquel día no fue una competencia de facultades, fue la unión de todas ellas para hacerse una sola, para decirle al estado que ya se había llegado a un límite y que finalmente querían ser escuchados. Las calles poco a poco se llenaron de cientos de estudiantes, mismos que portaban consigo carteles con leyendas que no sólo eran letras sino palabras directas para el interior de cada individuo que las leía, tales como: “mis padres me mandaron a estudiar, no a morir”, “alcemos la voz por los que ya no la tienen”, “nos quitaron el miedo a ser escuchados”, “ya estamos hartos de que ser estudiante sea más peligroso que ser delincuente”, “quiero que mi mamá asita a mi graduación, no a mi funeral”, entre muchos más, asimismo marcharon con palabras de protesta que sonaban al unísono como: “señor, señora, no sea indiferente, se matan estudiantes en la cara de la gente”, “por qué, por qué, por qué nos asesinan, si somos el futuro de América Latina”, “ey mirón, únete al montón, que tu hijo es estudiante y tú trabajdor”, “sí se ve, sí se ve, ese apoyo sí se ve”, por mencionar algunas de ellas. Dieron cerca de las 10:00 del día y los estudiantes comenzaron a llegar a destino o continuaban con las marchas en sus respectivos puntos de protesta, desgraciadamente, conforme avanzaba el paro, comenzó un rumor de que grupos denominados como “porros” habían empezado a infiltrarse en CU y que también se dirigían a Medicina para hacer disturbios y desviar el propósito de las protestas; sin embargo, los estudiantes conservaron la calma para no caer en provocaciones ni en actos de división, por lo tanto todo continuó como se tenía planeado: de forma pacífica y sin recurrir a actos de violencia, la jornada culminó con una asamblea entre el rector de la BUAP, UPAEP, y algunas universidades asociadas, en dicha asamblea se trataron temas de seguridad pública, así como de mejorar las condiciones para los estudiantes y la comunidad universitaria, esto marcó el día que quizá fue de mayor movilización. Pero la situación no terminaría ahí y esto se vio con la llegada de otro día.
28 de febrero de 2020. Día actual de la redacción de esta crónica, lo que lleva del día de hoy es muy importante, pues con lo ocurrido no sólo se rompieron muchas paredes, metafóricamente hablando, sino que se vio cómo en realidad todos se pueden hacer uno sin importar la casa de estudios a la que pertenecen, la ideología, el país de origen ni ningún rasgo adicional más que el que todos somos seres humanos y sólo entre nosotros nos podemos unir o destruir. El día de hoy se incorporaron muchas más universidades al paro iniciado por la BUAP y la UPAEP, instituciones como el Instituto Tecnológico de Puebla (ITP), la Universidad Tecnológica de Puebla (UTP), Universidad Iberoamericana, Benemérito Instituto Normal del Estado (BINE), Universidad del Valle de Puebla (UVP) e inclusive las mismas preparatorias de la máxima casa de estudios. Hasta ahora, cerca de las 17 horas, es toda la información que ha fluido, el día de mañana es incierto.
Estamos hartos de lo mismo y en verdad esperamos ver un nuevo mañana conforme pasen los días, ya no queremos tener miedo de ir a nuestras escuelas, queremos matarnos estudiando no que nos maten por estudiar. Es lo único que puedo decir respecto a la comunidad estudiantil y la población en general.
*Jorge Vargas (2001). Es estudiante de la Licenciatura en Psicología en la BUAP.