Lecturas para la cuarentena | Tres libros para perder por KO

CC. Ilustración: Max Aguilar

Día dos del Dossier. Hoy, Iván Ballesteros nos recomienda tres lecturas desafiantes de tres narradoras que han sacudido el panorama editorial en años recientes: Mariana Enriquez, Fernanda Melchor y Liliana Blum. #QuédateEnCasa

Iván Ballesteros Rojo*

El uppercut es un golpe maestro en el boxeo. Viaja desde un punto ciego en forma de gancho. El oponente lo recibe, cuando está bien colocado, como una terrible sorpresa. Un golpe que bien lanzado explota en uno de los puntos más débiles del rostro: la barbilla. Para que sea efectivo la presa debe estar muy cerca, hombro a hombro. Un buen upper desconecta de inmediato a quien lo absorbe. Hace que todo aquello que sostiene su cuerpo se derrumbe como edificio dinamitado desde los cimientos. Iniciar con una referencia sobre un deporte tan violento pareciera, para hablar de libros, un despropósito. Sin embargo así mismo, como un jodido upper bien puesto, me han dejado los siguientes títulos. Libros que son máquinas para noquear al lector.      

En los últimos años los títulos más poderosos que he leído están firmados por narradoras. Me han parecido expediciones a los rincones más oscuros de la naturaleza humana. Funcionan como engranajes narrativos cuya mecánica está dispuesta para cumplir una función: demoler. Demoler, por un lado, a la realidad misma. Observarla desde ángulos como desde los que se lanzan los upper. Desde perspectivas afectadas, que sondean el horror. Demoler, también, un discurso. La literatura contemporánea escrita por mujeres cuenta con un registro propio. Particular a cada narradora pero alimentado desde una misma fuente: el discurso de la feminidad contemporánea que ha salido a la calle a destapar la cloaca. A enfrentarse con su agresor de siglos, hombro a hombro. Y demoler, finalmente, al lector. Minarlo de la ignominia.    

Podría poner por lo menos una decena de lecturas de escritoras hardcoreras, sobre todo narradoras y ensayistas, que me han dejado con la sensación de KO. En la lona. Sin embargo sólo comparto tres aquí por el espacio que tengo. Mi esperanza es que en el tiempo que corre, en el que traemos la guardia bien puesta, alguno de estos libros pueda desarmar la paranoia y ayuden a enfrentar al lector con la obra de escritoras que envían directamente al infierno. Ese lugar que no está tan lejos de casa.

Mariana Enriquez / Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama, 2016)

Quizá esté de moda. Quizá sea sospechoso, como lo he leído por ahí, que se hable tanto de los libros de esta escritora argentina a la que se la colocado la etiqueta de “la reina del realismo gótico”. Recientemente ganó el premio Herralde de novela con Nuestra parte de noche (la cual me encuentro leyendo). Sin embargo no necesito subirme a ningún barco para decirlo desfachatadamente: su libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego es ya una referencia de la literatura del siglo XXI. Historias que mezclan el horror contemporáneo: la violencia criminal y sin sentido, con el terror esotérico que ha acompañado a los seres humanos durante todo su trayecto sobre la tierra. Caer en el error de encasillar a Enriquez (así, sin acento) como una escritora de terror, es perder de vista muchas cosas: su brillantez en la utilización del lenguaje y en el manejo de la historia de su país. Sus cáusticas críticas, siempre desde la literatura, al patriarcado. Su despiadada visión del momento histórico en el que coincidimos. Un diagnóstico del cual podemos aprender muchas cosas. Todos los cuentos de este volumen están narrados para cristianizarse como pesadillas que infectarán al lector. Cuentos que se convierten en experiencias tan estéticas como traumáticas. Atención especial a los cuentos: “El chico sucio”, La casa de Adela”, “Pablito clavó un clavito: una evocación del petiso orejudo”, “Nada de carne sobre nosotras”, “Bajo el agua negra” y el que da título al libro. Sin exagerar: pequeñas obras maestras.      

Fernanda Melchor / Temporada de huracanes (Random House, 2017)

Esta narradora se las trae. Narra como tirando putazos. Como abriéndose paso, con machete en mano, entre la selva. La fuerza de su prosa está impregnada de coraje. Como se siente en el mejor Hemingway. Pero además cada frase es una pieza colocada estratégicamente para mostrar un ambicioso y terrible rompecabezas literario. Uno que al ir armándolo revela imágenes atroces. Lo que comenzó como una nota roja se convirtió en una pieza mayúscula de la narrativa mexicana. Sus páginas supuran contextos aislados de un país salvaje. Un país (un continente) en el que la civilización es una nueva forma de barbarie. Una  más sofisticada y perversa. La trama es sucia. Enlodada. Su ritmo vertiginoso. Hay un asesinato atroz. Unos chicos y una comunidad sumida en la ignorancia y la pobreza. Melchor no es ninguna promesa. Es una realidad que muchos nos tiene a la expectativa por su próximo título. Sus aspiraciones como escritora, esto es fácil de reconocer, son muy altas. El tono de Temporada de huracanes es fresco y de nuestros días, pero su esqueleto ha sido desenterrado de los más grandes escritores a través del tiempo. Tanto así que este año la novela está nominada al prestigioso International Booker Price.

Liliana Blum / El monstruo pentápodo (Tusquets, 2017)

Una novela que no sólo busca que el lector se refleje en un espejo negro. Un espejo que en realidad es una puerta que lleva al sótano donde suceden las peores atrocidades que se puedan imaginar y, lo más peligroso, desear. Un libro que convierte a Humbert Humbert de Lolita en un hijodeputa todavía más despreciable. La literatura de Blum es, como señalé en alguna ocasión, metalera, oscura y desbordante. Lea también Pandora. No se detiene para contar, con lujo de detalle y con enorme pericia, los rasgos más despreciables de los acontecimientos policiacos que apenas rotulan los periódicos. El monstruo pentápodo es un libro que causa aversión. Que dan ganas de sepultar en el jardín y después ir a exhumar para seguir avanzando. Entrar en él es someterse al horror. Imposible salir bien librado y esto también es una táctica bien instrumentada. Al terminar de leer la novela tienes que respirar. Sospechar. Así como es hermosa la realidad cuando accedemos a atardeceres llenos de color, viajes y cariño. Así también es de lóbrega y terrible para los violentados, sustraídos y ultrajados en algún sótano. Y esto último no podemos olvidarlo.


*Iván Ballesteros Rojo (Hermosillo). Es narrador, editor y maestro. Colabora con varias revistas y suplementos. Ha publicado los libros de relatos Monstruario, Bungalow y Plaga serena. Es director de la revista Pez Banana, la cual tiene una versión online en pezbanana.net

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