Preferiría (no) hacerlo

CC Imagen de Max Aguilar

Dossier Lecturas para la cuarentena. En el quinto día de esta edición especial Aldo Rosales Velázquez nos recomiendo diferentes formas de pasar el tiempo de confinamiento, pero no se trata de lecturas (porque no lo es todo).

Aldo Rosales Velázquez*

Entramos en cuarentena (o, como diría un amigo, “esta cuarentena que quién sabe cómo se llame porque no es de cuarenta días”) y entonces lo que sobra, o parece sobrar, es el tiempo. ¿Qué se hace con él, a dónde mandamos el excedente? Alguna vez escuché a alguien decir, mitad envidioso, mitad orgullo prestado, que los chinos protestan trabajando más, no faltando a sus empleos; colapsan las fábricas donde laboran. ¿Nos pasará algo así?, ¿colapsaremos de tantas horas libres que nos manda el destino? Quizá sea la antesala a la depresión de la tumbona, que Abenshushan explica en su ensayo Miserias del tiempo libre y qué mejor que empezar por ahí, una lectura breve y sustanciosa  para pensar en el ocio ajeno y no en el nuestro. No es paranoia y se puede atestiguar en dicho ensayo: demasiado tiempo libre puede ser perjudicial si no sabemos cómo usarlo.

Ensayos tan bien estructurados orillan a querer crear uno nosotros mismos. Hace un par de años, por ejemplo, pensé en establecer un nexo entre Rojo Amanecer, de Jorge Fons y Una giornata particolare, de Ettore Scola (de esta no hay link, pero quizá el buscar uno pueda consumir un buen par de horas). Por cuestiones de ocio (de ocio mal encaminado) nunca pude llevarlo a cabo, pero las películas por sí mismas valen mucho la pena y pueden dotarnos aún más de la sensación claustrofóbica de permanecer en casa por motivos que en poco (¿?) o nada se parecen a los actuales. También pueden leerse como manuales de supervivencia en el encierro bastante peculiares. Si alguien quisiera hacer un ensayo similar, con gusto podría leerlo: permaneceremos encerrados un buen par de semanas más, por lo menos, o hasta que los víveres recolectados nos lo permitan.

Víveres recolectados, escasez de opciones, encierro, un agente perjudicial microscópico flotando en el aire: imposible no pensar en esta subdivisión de los videojuegos llamada survival horror, específicamente el juego que, para muchos, inauguró el género: Resident Evil (aunque, en honor a la verdad, dicho lugar le corresponde más a la saga Alone in the dark). Para quienes posean un Playstation 4, un Xbox One o una computadora con la suficiente capacidad, amén del dinero necesario para hacerse de una copia del juego, terminar la nueva entrega de la saga, Resident Evil 3 (remake del original lanzado hace más de quince años para la primera consola de videojuegos de Sony) es la opción perfecta para quemar horas y horas, así como para templar los nervios y la concentración. Yo estoy cada vez más cerca del final, de esta lista de recomendaciones y del juego en sí. Me canso solo de pensar en los kilómetros recorridos por Jill  Valentine y Carlos Oliveira y todos los combates entablados contra Némesis, para los que debieron entrenar horas y horas. Y a ese respecto, nunca está de más un poco de ejercicio, ya sea que se pretenda derrotar a un arma biológica o simplemente mantenerse saludable, y para ese efecto quiero mencionar los entrenamientos de Jorge Amacosta, coach de Fitness y Crossfit, que con motivo de la cuarentena publicó una serie de rutinas que se pueden hacer desde casa y con cosas que se tienen a la mano. Un simple clic en https://www.instagram.com/j.amacosta/ y un poco de espacio libre bastarán. La voluntad para levantarse del sillón se vende por separado.

No quisiera cerrar sin mencionar la última (pero no por ello menos importante) recomendación de esta lista que me tomé la libertad de elaborar: conversar. Si tienen la oportunidad de hacerlo con alguien más, qué mejor, pero si el aislamiento nos tomó por sorpresa y estamos solos, conversar con uno mismo (en voz alta o en el papel) puede ser una gran opción, aunque en exceso resulta perjudicial. Feliz escape hacia la ermita.  


CC (by) | Foto tomada de su facebook.

*Aldo Rosales Velázquez (Ciudad de México, 1986). Ganador del Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay 2018 con el libro Linde Faz. Autor de Los panes y los pescados (2018), Sombra-Reflejo (BUAP. 2017), Entre cuatro esquinas (Tierra Adentro. 2013), Tiempo Arrasado (2018), entre otros. Mucha de su literatura gira entorno a los deportes de contacto, especialmente la lucha libre. Coordina el taller de creación literaria en el faro Indios Verdes.

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