¿Quién me va curar el alma?

Citlalli Santos | Foto: CC(by) Citlalli Santos

MUESTRA DE SLAM POETRY RECITADA POR LA AUTORA EL MIÉRCOLES 13 DE MARZO DENTRO DE LAS ACTIVIDADES ORGANIZADAS EN EL MARCO DEL DÍA DE LA MUJER POR LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA.

Citlalli Santos*

Antes de que Alma fuera el titular de una nota roja del periódico Imparcial. Fue madre, salva vidas, salva metas, salva….No, salvada no.

En el informe ciudadano de Oaxaca, tercer año del gobierno de Gabino Cué. Feminicidio número 67. Trece del once del trece. Nombre de la víctima: Alma Rosa. Ocupación: Doctora. Forma del homicidio: 5 impactos de arma de fuego. Situación jurídica: D E S C O N O C I D A.

Me rompí el pie a los seis años, a los nueve se me cayó el primer diente, gané mi primer concurso de oratoria a los doce… Hay cosas que no olvidas aunque te olvides de ti misma.

Yo tenía los trece cumplidos, me gustaba reír y me gustaba cantar. Esa mañana de noviembre me levanté temprano para ir a la escuela, era el cumpleaños de mi padre y yo estaba contenta.

A las 10 en punto recibe un mensaje de su hermana Alma Rosa, felicitándolo, como es la vida, que cosas…Le escribió un “te quiero” sin puntos ni comas, y diez con diez se la llevaban con pistola en la nuca dos señores de sombrero y voz rasposa.

Gritó mi tía, claro que gritó, sus niños tirados en la calle dejó.

Una camioneta blanca sin placas, la subió sin piedad, ¿Cómo iba a imaginar que ese sería su último día, si el día estaba por empezar?

A su hija de cinco años le dijo que se iría con un paciente que tenía que curar…

Dieron las 11, la llamada sonó, “Tenemos a tu hermana, haces lo que te decimos o le damos corte” “Haré lo que me pidan, pero no le hagan daño, que no ven que tiene hijos, que no ven que cumplo años.”

Tres millones de pesos valía su vida, tres millones que la familia no tenía, recibí un recado de mi padre que me hablaba despacio.

“Vuelve a la casa con tus hermanos, secuestraron a tu tía, pero no me lloré hija, que yo me hago cargo.”

Me tragué el llanto como uno se traga el tequila cuando le pesa algo, les tomé la mano y con la voz ronca pero sin quebranto los saqué de la escuela y los subí al carro.

Llegando a casa toco la puerta y sale mi madre a mi encuentro, me tiendo a sus pies sin consuelo y entre sollozos le pregunto ¿Por qué? mi madre me toma en sus brazos y me acaricia el pelo, “no pasa nada” me dice, pero no le creo…

Las horas son interminables, mi padre da vueltas por la casa como si en los pilares encontrará respuesta, y mi abuelo, ay mi abuelito, tendido en su silla se pone a mirar el piso, ni lágrima, ni grito, solo mirada y silencio con su teléfono a ladito.

De lejos le oigo preguntar a mi padre “¿No te han llamado?”

Y él respondiendo “Nada ni un aviso”.

Está la familia reunida en el patio, los niños se fueron con su papá que andaba fuera, la gente dice que por eso mi tía fue presa fácil, porque él no estaba cerca y es que el problema no fue ese, mi tía no se pudo defender, frente a los hijos que puede uno hacer... el bebé de un año, se levanta sollozando “mamá” en voz baja, y a una se le rompe el alma…

El sábado nos llevan a otro lugar… yo me despido de mi abuelo, que me abraza muy fuerte, mi madre me da la bendición y mis tíos me sonríen.

El viaje dura ocho horas, pero puedo sentirlo más lejano, el camino se ve tan largo, tan largo…

Mi padre al volante y mi primo a su lado, en silencio por qué no hay mucho que decir  y si hablas solo es para repetir, “¿Que hicimos mal?”.

La lluvia es imparable, el aire mueve los arboles que se mecen tristes. yo recé, recé como nunca había rezado, recé tanto que se me acabaron las plegarias, pedí a Dios tantas veces que la trajera de vuelta, yo pensaba “Dios no puedes ser tan malo” “Dios no puedes dejarme” “Dios ayúdame”…

Pero nunca escuchó.

Sonó el teléfono una vez, mi padre contestó, dijo solo tres palabras… colgó.

Pasaron los minutos pero no habló, hasta que tomó valentía y lo soltó.

“Encontraron a dos mujeres, una puede ser ella”.

Mi tía era doctora, la recuerdo con su bata blanca en su sillón negro, tomándome la temperatura y escuchando mi pecho: respira hondo.- cuando tenía fiebre.- otra vez…Una vez más.

Yo no podía pensar positivo tenía trece años pero me sentí de veinticinco, llegamos a una casa donde estacionamos, entre lluvia y lodo, se baja mi padre del carro. Pasan los minutos, media hora, recargo mi cabeza en la ventana, viendo las gotas caer o es que eran mis ojos los que llovían no lo sé. En la radio sonaba: Fue en un café.

El doce de noviembre, es el natalicio de la décima musa, el día del cartero y el del libro, también, un doce de noviembre del dos mil trece encontraron a mi tía, la habían matado, le habían arrebatado la vida, cinco disparos a quemarropa, todos de espalda, la encontraron dos campesinos atada de pies y manos, el tiro de gracia le cayó aquí (señalando la cabeza) donde estaba lo más bonito de ella.

Yo me enteré al mirar a mi padre desde la ventana, me abrió la puerta y como no voy acordarme, si en llanto me dijo “Pasó lo que tenía que pasar” “¿Nos mataron a la doctora, verdad papá?” pregunté.

Un abrazo recibí, ni palabra ni aliento, solo un abrazo bajo la lluvia que todavía me moja cada noviembre.

Un abrazo que significó un triste “sí”.

Me cuenta mi madre con los ojos cerrados, como llegó su cuerpo a media noche con el cielo estrellado, la cara de mi abuelo intrigado, que pidió abrir el cajón para no estar equivocado.

Y que al abrirla la miró como cuando se ve al hijo nacer, le acarició su cara y comenzó a llover, en sus ojos, en mis ojos, “Que le vamos a hacer”.

Pasan los años desde aquel noviembre,

Sus cumpleaños, las navidades y la vida,

Y yo me pregunto todos los días,

Cuando me levanto y miro su fotografía.

¿Quién me va curar el alma ahora que no está mi tía?


*Citlalli Santos. Originaria de Oaxaca, vivió en Coatzacoalcos Veracruz y Tehuacán, Puebla. Actualmente estudia Lingüística y literatura hispánica. Ha participado en varios concursos y eventos culturales recitando poesía. En el 2015 ganó el segundo lugar en el concurso “Escritores juveniles Sergio pitol” en el estado de Veracruz, en el 2016 obtuvo el primer lugar a nivel regional y tercer lugar a nivel estatal en la ciudad de Xalapa también en dicho concurso. Ha colaborado con otros artistas y músicos, es colaboradora de la revista literaria “El humanista”. Perteneció a “Nave quetzal” y a “Queremos ser escuchados” colectivos de poesía. Sus poemas han sido publicados en diversas páginas de feminismo. Para ella escribir, es otra forma de no olvidarse.

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