Jocelyn Fernanda / Diego Santiago Quintero | Imagen: Max R. A
Entrevista con Mariana Rodríguez Cabarga, Diana Sedano y Pablo Giles, productora, actriz y director del cortometraje Bisho (2020).
El resto del crew de este trabajo se compone por Adrián Ladrón, coprotagonista, Andrés Ritter, asistente de dirección, Selva Tulián, diseñadora de producción, Sebastián González Rivas, director de fotografía y Rodrigo Ruíz Patterson, co-escritor del guion final, quien también está participando en el festival con su ópera prima Blanco de Verano.
Jocelyn Fernanda (JF). ¿Cómo surgió el proyecto?
Pablo Giles (PG). Estábamos Mariana y yo filmando la película Museo (2018),de Alonso Ruizpalacios. En ese momento estaba escribiendo una idea que pretendía hacer en largometraje. Tenía la idea de un perro que estaba amarrado en una casa vecina. Por cuestiones de trabajo y del cortometraje anterior, con el que ganamos el premio Renta Imagen (de la sección de cortometrajes mexicanas del FICM) hace dos ediciones del festival, tuve que parar de escribir el guion. El premio fue un apoyo fílmico, nos dieron tres días de grabación para filmar lo que tuviéramos. Justamente aproveché que había bajado en papel algunas páginas de la historia del Bisho, luego me di cuenta que podía acotarlo en un cortometraje y me arranqué a escribirlo. Escribí las primeras versiones y después Ruíz Patterson se unió al proyecto, con el cual cambiamos la historia en un rumbo distinto. Fue ahí cuando comencé a buscar al crew central, Mariana fue la productora desde el principio, luego sumamos a Adrián.
JF. Algo que llama mucho la atención es el nombre del cortometraje y más por la forma en que está escrito, ¿por qué se llama Bisho? ¿Cómo se pronuncia?
PG. No sé cómo se pronunciaría. No es como tal una palabra existente, es un sonido. Siempre fue un título que nos agradaba mucho, cuenta sin contar. Para mí, obviamente, tiene todo un trasfondo de significado. El título esconde mucho y siento que genera un cierto misterio. Eventualmente, en el corto, es muy evidente cuál es la función del título. Nos gustó que no sea tan descriptivo, sino una pincelada.
Diego Santiago Quintero (DSQ). ¿Cómo conseguiste que el actor interpretara tan bien una escena emotiva cuando su compañero de escena fue un perro? ¿Fue difícil trabajar con él?
PG. Había trabajado con animales en otros proyectos, pero no con esta cercanía y con esa anticipación de saber que de esa escena final dependía mucho el desenlace. Trabajamos con un magnífico coordinador de animales: Javier Lecuna, con quien habíamos trabajado previamente en Chicuarotes (2019) de Gael García. Hicimos una buena relación, me tranquilizaba la forma en cómo se acercaba al trabajo. No me gusta la forma en que se trata a los animales en el cine, pero él tiene una manera linda de trabajar: leyó el guion, vino a mi casa y platicamos. Depositamos nuestra confianza en un perro que fuimos a conocer, hasta yo mismo me puse el traje de protección, ese que se utiliza para que los perros te puedan morder. Fue un proceso muy creativo, mucho más creativo de lo que esperaba. Al enfrentar la escena tuvimos mucha anticipación, pretendíamos tener mucho orden y calma para filmar el minuto y medio. Es una experiencia muy linda trabajar con un animal, saber cuánto se necesita de un animal y qué tanto Adrián exigía al perro. Fue una experiencia bastante límite, porque ahí estaba el éxito del desenlace del corto.
Mariana Rodríguez Cabarga (MRC). A mí me gusta contar este tipo de historias. El cortometraje, que aparte nos rechazaron en IMCINE, lo íbamos a realizar con nuestro dinero. Nos pareció excelente cuando Pablo ganó el premio en Morelia, teníamos tres días para grabar y queríamos hacer el corto en tres días. Al hacer el plan de trabajo nos dimos cuenta de que era imposible, simplemente el perro llevaba mucho tiempo, así que lo hicimos en cuatro días. Renta Imagen nos apoyó con un día más gratis.
El perro terminó costando algo de dinero, tuvimos que dividir los recursos adecuadamente. Hay varias personas que entrenan animales en general, pero él solo entrena perros. Después de trabajar en Chicuarotes con Javier, lo buscamos porque era el más confiable. Como dice Pablo, fue un proceso muy creativo, nos juntamos un par de veces y escogimos el tipo de perro. A la hora de seleccionar al perro tuvimos que elegir bien, no podíamos escoger un golden retriever; ya que no daría miedo. Tuvimos que considerar todo esos detalles para llegar a Boro, quien fue nuestro actor. Luego fuimos al lugar de entrenamiento y fue interesante ver a Pablo ponerse aquel traje de protección, con la finalidad de experimentar el miedo de ser mordido, aquel miedo que Adrián tenía que experimentar en algún momento. Teníamos pensado que Adrián fuera a entrenar con el perro, pero no pasó eso. Aun así, fue muy genial la comunicación que hubo entre Boro y Adrián. Al final decidimos darles todo el tiempo suficiente e hicimos todo el proceso con Javier, para ver las emociones del perro. Veíamos qué emociones iban primero, si comenzaba feliz y luego enojado, y no al revés porque no funcionaría, veíamos todas esas cosas. Había mucha especulación sobre esa escena, pero salió muy bien.
PG. Fue la única escena que filmamos al revés, tuvimos la dicha de grabar casi todo el corto en tres días y medio, de manera cronológica. Filmamos la última escena, la del perro, al principio. Si poníamos al perro nervioso o agresivo al comienzo, sería difícil tranquilizarlo después, además no sería seguro grabar las escenas en que el perro lamiera al actor estando agresivo. Primero filmamos las tomas más afectivas, entre el perro y el actor, y después las más agresivas. Adrián se echó un trabajo, lástima que no esté aquí, en no dudar. El perro confío mucho a Adrián y esto se logra grabándolo al revés. Lograr que el perro se vea agresivo y lograr que el perro lama la cara.
JF. ¿Cómo llegaste con Diana Sedano? ¿Cuál fue el proceso del casting?
PG. El fotógrafo ya había hecho un corto previo con Diana y con Oscar Enríquez, un director que también estuvo en Morelia. A Sebastián, el fotógrafo, lo conozco desde antes y es un gran amigo mío. Cuando él me mostró el corto, me quedé fascinado con Diana. Antes de abordar a Diana, hablé con amigos quienes han trabajado con ella y todos me la recomendaron. Fueron muchas cosas que comenzaron a coincidir para que llegara con ella.
MRC. No la conocía cuando fuimos a verla en el teatro. Al ver a Diana en la obra Dios. O no ser, me fascinó mucho y le dije a Pablo: ¡qué bárbara! Es una gran actriz.
PG. También probamos con otros actores, otros dos compañeros, pero Diana era la única actriz sólida. Empezamos a trabajar con otros tres actores, y a platicar con otros seis, pero con Diana ya habíamos platicado desde un mes antes.
DSQ. Una escena que me gustó mucho fue el conflicto de la noche, cuando Diana discute con Adrián, ¿cómo fue la preparación y el desarrollo de la escena?
Diana Sedano (DS). Ha sido uno de los procesos más placenteros que he tenido. Pablo, Mariana y todo el equipo creativo acompañaban en todos los procesos actorales, y eso no es habitual. Pablo y yo, sin saber quién iba ser el otro actor, platicábamos de las escenas, incluso la escena del perro. Todo tenía un procedimiento orgánico cuando llegamos a los ensayos, íbamos poco a poco. Temía que mi personaje, Susana, fuera un monstruo en la relación, que estuviera de malas todo el tiempo, aunque sí estaba de malas. Hablaba mucho con Pablo de lo no gratuito en la actitud del personaje, o cómo reaccionaría ella. Al ver las reacciones del personaje, uno puede ver el desgaste de la relación. Todo esto es importante para entender que ya había una cierta toxicidad en la relación, antes del momento de la pelea. Lo difícil era reflejar todo el pasado de ambos personajes, en una actitud de él podía verse una dinámica que no estaba presente en el corto. Por ejemplo, el chico parece una persona tranquila al principio y que quiere arreglar las cosas. Esa era la gran dificultad, de no caer en la víctima o el victimario, sino que ellos se habían metido en un lugar no muy fiable, esperando el punto de quiebre. En la escena del quiebre, que dura aproximadamente tres minutos, se tenía que notar el desgaste de la pareja y eso era muy difícil. Al ver el cortometraje como espectadora, me sorprendió mucho verlos, porque en ese momento son ellos y no nosotros, con ese desgaste. Se logró aquella escena con el procedimiento procesual, ir poco a poco, definir el rol de cada uno, entre otras cosas. Hay otras cosas que no se calculan, como el momento del perro y Adrián. Ha sido increíble trabajar con Adrián, porque ya habíamos trabajado antes, y sentir que funcionábamos dentro de las escenas.
JF. ¿Qué tan importante es el espacio y la participación de las mujeres en los proyectos cinematográficos? Especialmente en estos tiempos.
MRC. Actualmente hay más participación de la mujer en el cine mexicano, hay cada vez más mujeres en puestos creativos y en cabezas de departamento.
Me acuerdo cuando empecé a trabajar en uno de los proyectos que hice, en la primera película de Katina Medina Mora. Había tantas mujeres en cabezas de departamento, esto es rarísimo y con el tiempo me empiezo a dar cuenta que es la norma.
Creo que las mujeres, entre nosotras, trabajamos increíble y antes no lo sabíamos porque no era fácil integrar un equipo así. No lo habíamos descubierto, o al menos yo no lo había descubierto, ahora me sorprende y me gusta mucho. Todo esto ha ido cambiado, pero aún sigue dependiendo en que pequeña área del cine te refieras, porque en la parte de la producción sigue siendo terreno de los hombres. Pero sí me sorprende, y me da gusto, que cada vez tengamos más mujeres en los sets, de pronto son muchas mujeres en los sets, y el único hombre es el fotógrafo. Me parece bien que cada vez se rompa más el estigma y que se abran más las cosas. Hay una perspectiva de género que todavía muchos no ven, pero se está construyendo.
DS. Es una pregunta que se puede responder desde una infinidad de lugares, pero lo veo bien, las mujeres estamos creciendo y es muy estimulante. Por ejemplo, yo hago muchas cosas: dirijo, escribo y produzco en el teatro. Soy maestra y en las clases me doy cuenta que las chicas, y también los chicos jóvenes, empiezan a estudiar una carrera destinada a las arte y necesitan ver una cierta representación que los estimule a pensar, que no tienen que dedicarse a una cosa o la otra, eso es lo más importante para mí, para mi punto de vista.
Pensaba en dirigir cuando estaba estudiando y ahora dirijo en el teatro. Desconozco si la barrera es un asunto de género, honestamente aún no lo tengo tan consciente. En algún lugar de mi cabeza piensa que los directores eran los hombres y que yo era actriz, cosa que también está bien. Uno empieza a darse cuenta que el género no tiene nada que ver con el deseo vocacional ni con el talento. Por ejemplo, aquí tenemos a una productora y a un director, que es hombre. Yo te puedo decir que trabajé absolutamente increíble con los dos. Mariana es una productora increíble y una mujer extraordinariamente sensible, Pablo es un director como pocos he tenido. Esto es un ejemplo donde el género no te hace nada. En resumen, creo que la cuestión del género y de las mujeres es estimulante cuando uno se da cuenta que no importa si eres hombre, mujer, o con lo que te identifiques, eso no tendría que ser una barrera para que alguien se desarrollase artísticamente, ni personal, ni profesionalmente.
DSQ. Siendo tu segunda participación en el Festival Internacional de Cine de Morelia, ¿qué significa entrar y participar en este festival de cine, uno de los más populares e importantes de México?
PG. Es genial Morelia y está chido que el festival abra un panorama de lugares en donde puedas exhibir tus cosas, abre mucho el discurso, de pertenecer o ser parte de algo, o no. Lo que me llena de ilusión del festival, en particular de Morelia, es de una comunidad que se procura y lo he sentido yendo al festival como espectador y cuando he llevado mis proyectos. Se siente una sensación de comunidad.
Es lindo hacer cine con diferentes personas; ya que nos incitan a conocernos, entre directores de cortometrajes del programa y eso me llena gusto. El hecho de que el festival se esté llevando a cabo, y que no hayan parado, lo aplaudo. También a todos los festivales, a toda la gente que está intentando no frenar y que están buscando la manera de continuar, porque está claro que es lo que más nos gusta hacer.
MRC. Yo soy fanática del festival de Morelia desde la tercera edición, busqué la manera de irme y me fui como prensa de la estación de Ibero radio; ya que yo estudiaba ahí. Desde ese año he ido todos los años. Es raro, pero me da gusto que se lleve el festival en este momento, que es una desfachatez buena onda. También procuran hacer una comunidad y lo arman en una ciudad donde encuentras a todo mundo en todos lados: conviviendo con gente, desayunando con otras personas, comiendo con no sé quién, todo se va muy natural y eso me encanta porque he conocido a mucha gente y he visto muchos trabajos. Incluso he trabajado haciendo encuentros con realizadores.
Por algo este festival va en la edición número dieciocho, llevo quince años yendo y para mí es un honor poder estar seleccionada. Yo no había sido seleccionada con algún otro trabajo, ahora voy por primera vez y voy como productora. Me encanta el festival y es increíble con lo que hacen del festival de Cannes, le dan muy buena proyección y han puesto el nombre de México en un buen lugar. Es un festival importantísimo para México y visto desde afuera es un gran festival y muy conocido. Me llena de emoción presentar aunque sea en este año tan extraño.
DSQ. Ahora que mencionas el festival de Cannes, me enteré que los cortometrajes ganadores van a la semana de la crítica de Cannes, ¿cómo es el trabajo de México en el exterior, en el extranjero?
PG. Tuve la suerte de ir a Cannes con mi corto anterior, justo por el festival de Morelia. Me di cuenta de toda la infraestructura que tiene el festival a nivel mundial y la manera de cómo la reciben allá. Yo fui allá con Mariana porque coincidió con la película de Chicuarontes de Gael García, nos invitó y fuimos a la presentación. Todo fue de mucho lujo, mucha gala, muy divertido todo, pero yo iba con mi corto. Al día siguiente fuimos a presentar mi corto y había un interés, gente en la sala, nos entrevistaron, como que hubo toda una infraestructura en Morelia en la semana de la crítica.
La experiencia de ir a Cannes fue impactante al enterarte de todo lo que está pasando, de estar en vivo, cargar un smoking y ver a todo el mundo en smoking. Para mí fue una cosa muy rara, una cosa muy rara en digerir. Siempre estuvo alguien que nos acompañaba, nos guiaba y nos explicaba todo lo que pasaba. Fue un día de mucho interés de lo que estaba pasando en México y en Morelia a través de esta comunicación, de este vínculo que tiene el FICM con Cannes. No puedo más que agradecer por el hecho que nos fuéramos a Cannes, ser el corto premiado y con ese premio pudimos grabar Bisho.
JF. ¿Por qué debemos ver su cortometraje?
PG. Porque está bien chido.
DS. Yo también iba a decir eso.
MRC. Me parece que es un tema tan universal, ¿quién no ha estado en ese momento? Es abrir tantito esa herida del pasado, en algún momento la tienes que ver. Es difícil que una relación sea sana, y aunque sea sana, siempre hay un momento en donde se rompe. Me refiero al momento en que se rompe la relación y no hay vuelta atrás. Creo que todos lo hemos vivido y está muy bien redactado en el corto. Es algo muy universal, cualquiera se puede identificar, está muy bien filmado.
DS. Está buenísimo ver el punto de quiebre y pasa mucho en las relaciones donde hay cierto punto de quiebre en donde uno empieza a ser distinto. A mí me conmovió mucho el final porque es un gesto, no sólo basta de intentar tratar la enfermedad o el horror. Considero que necesitamos encontrar un punto de reconciliación con aquello que sentimos. Sentir no es que esté mal ni bien, simplemente es animal, es un enojo animal, un enojo que es ancestral.
El corto me parece que es un espacio perfecto para reconciliarnos, reconocer una parte de nosotros que está ahí y que no se va a ir.
PG. Coincido con ellas. Es un proyecto que hicimos con muchísimo cariño, entrega y con honestidad. Creo que es honesto decir que es honesto, está plasmado en el resultado. Hay muchísimo dolor y mucho cariño de las personas que trabajaron en el corto, se nota ahí.
Porque desde un lado dramático de la película, es muy importante hacerle una ofrenda al espectador y no darles una salida final. No olvidarnos de todo este lodo, y como dice Diana, hay que enfrentarlo. Uno puede abrirse a encontrar nuevas respuestas y nuevas preguntas que nos hacen estar vibrando, estar energéticos, estar activos y estar llenos de cariño.
Acabando el guion, Rodrigo y yo nos dimos cuenta de que había una oferta final para las personas que trabajaron ahí, como los actores que interpretan a los personajes. Sentimos, a fin de cuentas, que sí se le hace una oferta al espectador de llenar esos huecos, de hacerse más preguntas que respuestas y de darse cuenta de toda una problemática que estamos viendo por veinte minutos.
A mí me gustan esas historias, mi corto anterior se parece mucho en ese sentido. La película que estoy escribiendo ahora se parece en ese sentido. El cine que me gusta se parece en ese sentido, esos pequeñitos pasitos que tienen muchísimo peso, tal vez más que las grandes travesías. En los pequeñitosdetalles uno puede dar un paso que aparenta ser pequeño, pero puede haber todo un mundo donde puedes reconocerte, autodescubrirte y figurarte.
Estamos contentos con el resultado, invitamos a la gente a que lo vea.
No que ojalá les guste, sino que ojalá descubran algo.