El resultado de no reconocer la ignorancia: crítica a Nuevo orden
Imagen: fotograma del film
Una crítica de la más reciente cinta de Michel Franco: Nuevo Orden, cuya polémica se desató a raíz, en un primer momento, del tráiler.
Michel Franco es un productor, escritor y director mexicano que llegó a “consolidarse” dentro del cine nacional con películas como Daniel y Ana, Después de Lucia y Las hijas de Abril, acreedora en el festival de cine de Cannes al premio de la sección “Una cierta mirada” por parte del jurado.
A pesar de lograr cierto reconocimiento fuera de su país, las críticas a su cine se han tornado agridulces a lo largo de su carrera, muchas veces ha pesado más la opinión negativa que la positiva. Si bien Franco procura entregar un buen trabajo a su audiencia, este ha llagado a resultar, en algunos casos, pretencioso y conveniente para sus personajes, con un entendimiento de la historia de manera unilateral y, finalmente, mostrando su rechazo por crear empatía con la audiencia nacional. Es por esto que, cuando se anunció su nuevo largometraje y afirmaba representar un futuro distópico de la sociedad mexicana, creó expectativas innegables, y con la llegada del tráiler y su representación del país en completo caos, generó controversia.
La película presenta al sector adinerado del país como la víctima y “los que menos tienen” ―como diría Salinas de Gortari― como los victimarios. Aun así, Franco sostuvo incansablemente que no tenemos derecho de juzgar su obra sin antes ser vista y que, una vez hecho esto, entenderíamos que la película en ningún momento busca remarcar el racismo y el clasismo.
El hecho de que Nuevo orden fue ganadora del León de Plata en el festival de cine de Venecia ―se trata de la segunda película mexicana en ganar este premio, después de Roma de Alfonso Cuarón― llevó a hacer múltiples preguntas: ¿será que prejuzgamos Nuevo orden? ¿Con esta película Franco logra empatizar con la sociedad mexicana y entregar una película que verdaderamente nos represente?
Es necesario admitir que Nuevo orden es el mejor trabajo de Michel Franco hasta la fecha, esto si nos fijamos únicamente en factores como la fotografía, buenos efectos visuales, un ritmo de escena progresivo que logra crear tensión y una dirección escénica aceptable y bastante acertada con la actriz Naian González Norvind; sin embargo, no son atributos suficientes para defender una historia que se derrumba conforme va avanzando.
La película comienza con escenas yuxtapuestas, presentándolas como un presagio de lo que veremos más adelante. Lo curioso radica en que en ningún momento de la película se explica el significado de estos presagios, al grado de que se convierten en una pretensión innecesaria del director, así como los “simbolismos” que se presentan al inicio de la película pero que después se olvidan por completo.
La crítica al clasismo que, se especulaba, se encontraba en la película, comienza a cobrar sentido y forma una vez que conocemos las diferencias tan marcadas entre los dos “bandos” que se nos presentan, nombrados por el mismo guionista y director como “ricos y pobres”. Muestra al primer bando como seres perfectos quienes, al parecer, el único pecado que han cometido ha sido confiar en que “gente pobre” trabaje en su casa; y al segundo bando se nos presenta como unos desagradecidos, protestando y matando gente por una razón que no se muestra durante la película y siendo la gente de piel morena los únicos pertenecientes a este bando.
La película también pretende presentar a los militares como los verdaderos villanos, pero no busca alimentar a los personajes ni homogeneizarlos con la historia, solo los pone ahí para darle un sentido al final de la película, haciendo que, en lugar de conseguir un impacto y reflexión, simplemente pase sin pena ni gloria frente a nuestros ojos.
Franco no puede o no quiere aceptar su desacierto en incontables errores narrativos y en personaje, pero lo más grave en todo esto es que con esta película demuestra su enorme hermetismo y falta de interés por la sociedad que busca representar, su falta de humildad para permitirse aceptar su inconsciente clasismo, racismo y sobre todo, su ignorancia demostrada al contar una historia que resulta ser más grande que él mismo.
Podemos concluir que Nuevo orden es como ir de copiloto en un auto con los cristales sumamente sucios, hasta el punto de no ver lo que hay en frente de uno, y además el piloto decide ir a máxima velocidad por creer que es un “buen conductor”. En este caso, Michel Franco es el conductor de este auto que eventualmente chocará, a menos que acepté que debe limpiar su auto y, además, debe retomar sus clases de manejo.

John Doe
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Al final de la crítica me pareció excelente la metáfora del “conductor”.
Felicidades !