Persecución del pasado

Luis Diego Mendoza Velázquez | Foto: pixabay.com

En esta ocasión Luis Diego Mendoza Velázquez les trae una serie de poemas que abordan la nostalgia, el pasado del que no se puede escapar. Que recuerdan a los astros y su influencia en la vida humana del poeta. Aquí en Vertedero Cultural. Para más poemas da clic aquí.

I

 Mi nombre, 
 rostro del pasado,
 del cual no podré desprenderme;
 por más que viva
                              en otro sitio
 por más que ignore
                                 con quien estuve. 
 Por más que quiera,
 mi nombre
 (como cadena)
 suena en las noches
 en los oídos de alguien
 que no olvida. 

II

 Luna, sudario del día. 
 Tú que me acompañas como guía,
 sin exigir de mí más que suspiros
 porque voy ciego y sin oído;
 siguiendo con mis manos la tierra,
 sintiendo como mi alma se aleja,
 temiendo afrontar mi destino.  
 Como un barco de papel
 que se disuelve en la lluvia,
 mi cuerpo deja de ser verdad,
 mi cuerpo deja de ser seguro. 
 Yo que en esta vida soy nada,
 en la otra vida seré ninguno,
 porque a donde voy me sigue
 el perro que de rabia mordió mi rumbo.  

IV

 V
 Traviesa niña
 que te escondes detrás de un árbol,
 observas como la vida pasa;
 lees libros,
 ingieres poesía:
 clásicos, modernos
 y uno que otro ambiguo.                     
 Miras al cielo,
 en su inmensidad
 te presenta un futuro
 lleno de aplausos,
 pequeños golpes de tambores,
 un vestido de noche,
 tu cabello suelto y danzante,
 el amor de un caballero
 sin carruaje y elegante.  
 Escuchas tu nombre, 
 te llaman por otro motivo,
 tu madre te busca,
 te arremete:
 —¡Otra vez el viejo vicio!  
 No llores, pequeña,
 que esos golpes no son nada. 
 Te espera un futuro,
 sí,
 aquel que te habló con mentiras,
 y te sacudirá
 sobre el bosque profundo sin siquiera ponerte un dedo 

*Luis Diego Mendoza Velázquez

(Verumutopia), México, D.F. 12 de junio de 1997. Autodidacta, devoto de la poesía, sin publicaciones previas; defensor del arte libre y accesible para todas las comunidades. Su trabajo se encuentra disperso por diferentes puntos del área metropolitana como un regalo para las personas. “Vendía cartas de amor en la secundaria, y disfruto regalando poemas de manera anónima”.

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