Juan Abarca | Imagen: pixabay.com
Juan Abarca escribe cuatro poemas con temas de absoluta profundidad e inquietud que a lo largo de la historia de la humanidad han figurado en las expresiones humanas: el amor, el paso del tiempo, la muerte y la tristeza. Con un toque de esperanza e ilusión estos poemas logran una perspectiva positiva en el caótico año del 2020.
Aún hay tiempo
Aún hay tiempo para cambiar sin importar todo lo perdido, quizá hemos avanzado muy lento o peor aún hemos retrocedido, pero todo lo que nos quede de aliento es una oportunidad para prosperar. Aún hay tiempo para sonreír, las malas historias ya se han desvanecido, los tragos amargos ya han pasado y aunque el barco parezca ya hundido podemos gozar con lo poco logrado pues la vida va más allá de sobrevivir. Aún hay tiempo para gritar, que el mundo se entere de nuestra existencia. La sociedad infestada de crítica parece estar pero que nuestra voz no se ahogue en la indiferencia, que nuestras ideas sean el motor para progresar y con ello la ignorancia podremos mitigar. Aún hay tiempo para amar, que las modas del mundo no destruyan nuestra esencia, nuestras almas tienen hambre de verdadera unión, abracemos el mundo, apapachemos la convivencia pues los humanos crecemos juntos en la comunión, en nuestros corazones ninguna pringa de odio debe quedar.
Si supiera que la muerte va a visitarme mañana
Si supiera que la muerte va a visitarme mañana abrazaría hasta la última pizca de vida que me quede, cada vivencia la recibiría con gran intensidad y cada segundo alimentaria mi alma de gozo. Todo momento restante ya es un regalo por eso lo recibo como niño a su primer juguete. Si supiera que la muerte va a visitarme mañana repartiría lluvia de amor a cada ser a mi lado, expresaría a ellos cada sentir en mi espíritu, ignoraría las voces del miedo que rondan mi cabeza, abrazaría a mi familia como mi mayor tesoro. Ellos serán lo último que querría contemplar el brillo de mis ojos. Si supiera que la muerte va a visitarme mañana perdonaría a mí mismo los errores en la vida, amaría cada virtud existente en mí, disfrutaría en cada bello momento mi mágica presencia, cubriría por este día todos mis defectos existentes y Bendeciría con amor mis valiosas virtudes. Si supiera que la muerte va a visitarme mañana mis últimas vivencias estarían libres de cargas, solo quedaría agradecer lo recibido hoy, porque todo momento, toda experiencia es una dádiva sin importar que la muerte me visite mañana, no sé cuándo sucederá solo sé que ella algún día me visitará.
Mi súbita tristeza
Súbitamente ha llegado mi tristeza, junto a ella el deseo de fundirme en mi lecho. Recuerdos de mis fracasos se acumulan en mi cabeza y el sentimiento de pesadumbre se encuentra a mi acecho. Mi espíritu a veces intenta tomar el vuelo pero en cuestión de tiempo vuelve a caer. En los últimos períodos mi ánimo está en el suelo, ya de todas mis metas de vida estoy a punto de ceder. Este sentimiento me ha privado de mis voluntades, como un agujero negro, se alimenta de mi soledad. En plena confusión ni siquiera conozco mis necesidades, mi cuerpo y alma compiten por estar en mayor debilidad. Realmente ya no se ni lo que anhelo. Realmente ya ni miro hacia donde voy. Quizá solo un poco de comprensión yo necesito, cuando mi vida se ha vuelto un callejón sin salida tal vez la realidad que más lamento es que este mismo sentimiento ha privado a muchos de la vida.
Atrapados
Amor Ilusorio, amor traicionero, amor perdido, amor confundido, amor lejano, amor embustero, amor temeroso. Atrapados estamos en esta historia sin sentido. Laberinto de emociones, presos del orgullo, enjaulados en nuestras pasiones. Somos tú y yo en un viaje sin fin partiendo de la nada, en camino hacia la nada. Nuestros corazones unidos pero nuestros cuerpos separados, aunque nuestro amor es constante nuestros rumbos son distantes. El destino tan ingrato es que es capaz de separar dos almas que se alimentan del mismo anhelo. Y aunque nuestra esperanza sigue encendida sentenciados estamos a permanecer separados a pesar que nuestro amor crece como río en verano atrapados seguiremos con nuestro cúmulo de ilusiones.
*Juan Abarca
Con 31 años de edad, actualmente me desempeño como docente del área de filosofía y humanidades. Desde hace más de 6 años teniendo como pasatiempo principal la literatura y la poesía. Grado de Maestría en enseñanza de la Historia; diagnosticado dentro del trastorno del espectro autista.