Para sanar algo uno tiene que apelar a su niño interno: entrevista a Angélica Romanini

Elizabeth Castilllo | Fotograma del corto ||

Siempre he creído firmemente que todas las personas pueden crear. A lo largo de la vida vamos construyendo nuestros caminos y poco a poco las personas se van perfilando hacia distintos caminos, dependiendo de sus gustos. Muchos creerán que contar una historia sólo lo pueden hacer esas almas dotadas que tienen esa sensibilidad para expresar lo que pasa por su cabeza y corazón, el contar una historia sobre una pareja y el aborto es aún más complicado ya que ese es un proceso muy personal.

Angélica Romanini decidió usar un momento muy íntimo de su vida para contar una historia llena de sentimientos, habla sobre las heridas, el dolor, la falta de comunicación y los daños que pueden surgir al no hablar con la pareja, pero sobre todo se enfoca en la esperanza y la capacidad de los seres humanos de volver a florecer a pesar de las heridas que el tiempo ha dejado sobre nuestros corazones.

Póster del cortometraje

Elizabeth Castillo (EC). ¿Me podrías decir por qué decidiste contar esta historia?

Angélica Romanini (AR). Sí, esta historia nació a raíz de que yo entré a la escuela de cine y el mismo día que me enteré de que estaba embarazada, fue una decisión súper fuerte por la que tuve que pasar, finalmente decidimos no tenerlo, en todo este duelo y este proceso, que fue muy fuerte con mi pareja, me puse a escribir. Y así es como surgió Dos Cactus, por todo el proceso muy personal por el que pasamos él y yo, así nació la idea; el proceso fue un resultado de escritura del duelo por el que pasamos mi pareja y yo por tener que tomar esa decisión de abortar, el resultado por eso es tan personal.

Fotograma del corto

EC.  Sí, de hecho, el cortometraje se ve demasiado íntimo.

AR. Fue una experiencia súper mística también, desde cómo encontré a mis actores, que estaban a punto de separarse, eran pareja en la vida real. Fue muy bonito cómo los encontré, yo no sabía que eran pareja, pero les mandé el guion por separado y me hablaron ellos dos para decirme que no buscara a nadie más, que eran ellos. Y un poco contándome también de su vida real, no tanto por un proceso actoral, a pesar de que los dos son grandes actores, tanto Raúl como Ana Clara.

El rodaje fue como una experiencia un poco psicomágica, pero al mismo tiempo un ejercicio muy cinematográfico porque tenía yo muy claro ciertas imágenes, como los cactucitos al final en el coche, ellos dos en posición fetal en la cama en el momento de la reconciliación, ambos tomados de la mano en el mar de cactáceas, sí lo fui escribiendo desde mi duelo y de una manera muy intuitiva, pero muy audiovisual también.

Al final cada quien se llevó su cactucito a su casa y ahí lo tienen, el de Ana Clara, regresando de Morelia, tenía un mini cactucito encima, o sea le salió como un hijito al mismo cactus. A nivel de la vida real se acomodaron muchas cosas por hacer este cortometraje.

Fotograma del corto

EC. Se puede ver que en el cortometraje se habla sobre el dolor y las heridas, qué me puede decir sobre las heridas de Mateo y Sofía? Que por supuesto son un reflejo de sus heridas propias.

AR. Aquí, más allá de que si uno aborte o no aborte o qué pasa alrededor del aborto, yo creo que me inclino más por la cuestión de la toma de decisión en pareja y un poco lo que le duele a Mateo es que ella lo haya hecho a un lado completamente en ese proceso, tanto en la toma de decisión como que se ve que ella intenta tener el proceso de duelo muy sola o que lo aparta a él un poco, no sabe muy bien cómo comunicarse. Y a él lo que le duele es que ella lo haga un lado, o sea que ni siquiera puedan hablar al respecto, ni que haya habido una comunicación previa en todo ese proceso.

Aquí en México yo siento que siempre se dice que es la mujer la que decide al abortar y yo estoy de acuerdo, pero siento que tanto en temas de embarazo como de aborto el hombre no tiene realmente ningún lugar o no se le da un lugar emocionalmente o en cuanto a la responsabilidad, o sea se va uno de un extremo al otro. 

Y un poco yo quería indagar al respecto de eso: cuál es el lugar del hombre. En todos estos procesos de ser papás creo que la mujer lo tiene bastante claro y sabe muy bien cuál es el lugar, pero el hombre no. No solo aquí en México sino a nivel global a veces la madre es como muy madre y el padre está a un lado como alrededor o a veces muy ausente inclusive, o no se hace responsable. 

Y un poco es invitar a que el hombre también es sensible y el hombre también siente y, aunque el hombre no tome la decisión porque sí es muy de la mujer, la puede acompañar.

Fotograma del corto

EC. Sí claro, en el corto se puede ver el sufrimiento de Mateo, quien trata de acercarse, pero Sofi lo rechaza un poco justamente porque está en la etapa de duelo. Ojalá se haga una reflexión para las personas que vean el cortometraje acerca de tal vez incluir un poco más a los hombres en este tipo de situaciones.

AR. Sí, o sea quizás no tanto como decidir sobre el cuerpo de la mujer, yo creo que no, pero en cómo se acompaña y cómo se comunica uno con la pareja en esos momentos, a veces se hace completamente de lado o justamente no se habla de eso, entonces yo creo que todavía como sociedad, como patriarcado y como muchas cosas sí se podría comunicar mejor en este tipo de situaciones.

Por lo menos a mí me pasó y yo lo quería expresar y reivindicar a mi propia pareja y a todas las demás parejas, sí me ha pasado que muchos amigos que son pareja y han pasado por algo similar ven el corto y algo se les mueve ahí “pues es cierto nosotros nunca hablamos bien de esto” o como que se quedó ahí una herida un poco medio abierta o de verdad lo metimos debajo de la alfombra y nunca lo volvimos a mencionar.

El aborto es algo que legal y moralmente está resuelto y la mujer tiene todo el derecho a abortar y a decidir, pero a nivel emocional, como que no, no sé si nos damos cuenta de que sí es un proceso fuerte y que sí se tiene que hablar al respecto.

EC.  Sobre las heridas y la sanación y todo ese proceso ¿por qué decidiste que se hiciera en este tipo de lugar? Un lugar alejado lleno de cactus.

AR. Fíjate que en todo este proceso me regalaron un libro una muy querida amiga que es súper feminista, activista, luchadora social, el libro me acompañó mucho en ese proceso, se llama Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola Estés, hay cosas con las que no estoy muy de acuerdo con la escritora, pero tenía una imagen muy bonita donde hablaba de los saguaros en el norte de México, que son estos cactus enormes y preciosos, tenía una frase así como de que a los cactus se les puede llenar de balas, incisiones, e incluso cortarlos y con el tiempo se curan, se regeneran muy rápido y vuelven a la vida.

Yo que estaba en medio de todo este rollo me súper marcó esa frase cuando estaba leyendo, y luego, investigando con amigos botánicos me dijeron que los cactus son una maravilla porque es la planta que más rápido se regenera, están llenos de agua por dentro y entonces pueden pasar años sin que caiga una gota de lluvia en el desierto o en cualquier lugar, y en realidad están llenos de vida por dentro ya que tienen un 80% de agua.

Buscando en la naturaleza qué elemento podría ser algo que les recordara a ellos esta capacidad de regenerarse, esta capacidad de seguir adelante me pareció hermoso y por eso fue que decidí filmar en este lugar y hacer esa metáfora.

Fotograma del corto

EC. Vaya, no tenía ni idea de eso, pero sí ahora que lo dices suena muy hermoso, siento que las personas por naturaleza tenemos esa capacidad de volver a surgir de volver a florecer que, aunque tengamos heridas seguimos adelante.

AR. Así es, es un poco la idea general del corto, para mí también hay un punto muy importante y es que yo soy naturista fuera del cine, en ese proceso de duelo me vine mucho a Tepoztlán, yo nací aquí en Tepoztlán, que es un pueblito como a una hora de la Ciudad de México,  regrese a la casa donde nací, hay árboles que tienen mi edad,  hay muchas plantas de mi jardín con las que tengo una relación súper mágica pero al vivir en la ciudad y estar metida asistiendo dirección en cine como que ya ni venía y perdí un poco ese el contacto con la tierra, con las plantas, con las flores.

Y en todo ese proceso de duelo me ayudó muchísimo estar aquí en mi jardín e ir a caminar al cerro, ir a caminar a las cascadas, al agua; aunque no estuve con los cactus, pero sentí que el regresar a reconectar con la naturaleza fue algo que me ayudó mucho y que siento que, hoy en día, por cómo está el mundo y las cosas, reconectamos con la tierra y recordar que estamos hechos también de los elementos en nuestro cuerpo y en nuestro ser es súper sanador volver a reconectar, porque la naturaleza es cíclica, así como una planta crece da una flor, se marchita y otra vez y da una semilla y otra vez vuelve a crecer y así.

Para mí también es una parte importante del mensaje que a raíz de que ellos reconectan con la naturaleza en este caso las cactáceas como que algo se les abre ahí o sea dejan de estar encerrados en la cabaña y salen al mundo, aunque les duele pueden hablarlo. 

EC. Sí, me parece maravilloso que se puedan volver a conectar, a conocer, que todo vuelva a resurgir.

AR. Así es, por eso escogí un elemento de la naturaleza que es muy importante.

EC. En el corto se puede ver muy bien reflejado. ¿Por qué decidiste poner esta dualidad ya al final cuando Sofi y Mateo se regresan a su casa y ven a esta chica y están rodeados de niños, pero a pesar de eso siguen felices por su decisión?

AR.  Es esta idea de los cactus que, así como ellos dos son dos cactus ya grandes con hoyos, con heridas, a los cactus les salen a los lados los más pequeños, cuando se regeneran vuelve a resurgir uno y va alimentándose un poco de la esencia vieja, pero vuelve a renacer.

Mi idea era un poco que de manera inconsciente ellos mismos son estos dos cactus viejos, pero a los que les volvió a salir un retoño y queda un poco abierto al final, pero es como con esta esperanza, esta nueva pequeña forma de vida que son estos dos cactucitos que le regala Sofía a Mateo al final antes de partir, todos los niños jugando alrededor, gritando y con mucha alegría para mí era como dejar abierto un final que no sabemos bien que les va a ocurrir en la relación, pero que si se van con esta sensación de que pueden regresar a la vida, pueden regresar a la alegría, pueden regresar a estar más en armonía y una nueva oportunidad en otro viaje, se cierra un ciclo, pero se abre un nuevo. 

Fotograma del corto

EC. Me causó mucha curiosidad que ya habían tomado esta decisión, estaban partiendo, ya se estaba cerrando este ciclo, como dices, y justamente salen estos niños y entonces una se pregunta qué va a pasar.

AR.  Me gustan mucho los finales que dejan un poco abierto. El final del corto es muy circular, así como empiezan con el mismo plano de ellos dos yendo en el coche quería cerrar con exactamente el mismo plano, pero que vinieran los cactucitos; hay gente que ve el corto y me dice “¡No! cuando ella le dice que ya está lista es que ya se embarazó y ahora sí van a tener y son dos hijos” como ven los dos cactucitos y yo como de “ah, órale no lo había pensado así”, cada quien le da su propia interpretación, o hay gente que me dice “¡No! a mí me queda muy claro que ellos dos son los cactucitos” o sea que ellos vuelven a renacer y hay gente que me pregunta “Pero es que a mí no me queda claro es si se quedan juntos, o no, o qué onda” y yo les digo: “bueno, creo que no importa tanto en ese momento, sino que nada más está abriendo una nueva historia”, yo podría contar un nuevo corto en donde sigue la historia de Sofía y Mateo, pero ya pasa a ser otra cosa, ¿me entiendes? lo dejo justo en el punto que la historia del aborto se cierra y empieza una nueva, pero no sabemos bien qué va a pasar nada más sabemos que algo nuevo, una nueva historia se abre, una nueva oportunidad se abre como pareja tienen una nueva oportunidad, pero no sabemos que les va a pasar después, igual y sí, igual y tienen hijos, igual y no, pero es una nueva forma de relacionarse, de vivir, de estar, que les es dada.

EC. Sí, definitivamente se cierra un capítulo, por así decirlo, pero se empieza a escribir otro.

AR. Exacto, y un poco lo de los niños es… yo digo que para sanar algo uno tiene que apelar a su niño interno, cuando eres niño sí te puedes caer y te puede doler algo, pero los niños son increíbles, luego luego agarran la onda y a los 5 minutos ya están jugando a otra cosa.

Fotograma del corto

EC. Sí, eso es algo muy increíble que pueden hacer los niños.

AR. A mí me pasaba un poco de niña y yo a veces digo: “wow, cómo uno va creciendo y se le olvida eso”, te clavas, te viajas mucho, tienes mucha mentalización ya cuando eres grande entras en unos dramas que un niño ni al caso, es mucho más rápido la recuperación de un golpe o algo fuerte ya que los niños tienen esa capacidad.

Por eso puse a los niños jugando porque es como apelar a esa capacidad y ella sonríe, se ríe de verlos y la escena con Mateo es como si estuvieran jugando un poco con los cactucitos a pasárselos y a sonreírse entre ellos, también como que se contagia un poco de la alegría de los niños.

Era esa metáfora, no quería que fuera tan evidente, sino más bien como algo inconsciente en el espectador, ya si lo interpretan así o no no importa tanto, parte de recuperar la alegría es que hay unos niños jugando.

EC. Como me has comentado la historia es autobiográfica, ¿a qué problemas te enfrentaste para contarla?

AR. Para empezar, yo tenía una carga emocional súper fuerte y debo decir que mi cinefotógrafo Sebastián Gonzáles, aparte de hacer una increíble foto en cámara en mano con el seguimiento de actores y su luz natural (todo fue con luz natural menos la noche), en muchos momentos fue mi mano derecha, me ayudó mucho porque para mí era revivir ciertas cosas porque estaba muy fresco, entonces había momentos en donde yo le pedí al crew, que era muy pequeño y eran grandes amigos todos, que me esperan un poco y yo salía, respiraba, daba una vuelta con los cactus y regresaba otra vez porque todo estaba muy fresco, yo creo que lo más complicado fue eso, que a nivel interno o emocional sí se movían muchas cosas, estábamos moviendo muchísima energía, no solo mía sino también de los actores que estaban en este proceso de despedirte al hacer el corto y luego duraron como cuatro años juntos, lo cual fue muy chistoso porque nadie se lo esperaba.

Tanto mi emoción como la de mis actores estaba a flor de piel y era un ejercicio de contención tanto mía como de ellos constante, todo el tiempo. Y ahí mi fotógrafo me ayudó muchísimo, inclusive yo le pedí en la escena del llanto, que fue una de las más fuertes, en la regadera ,y la escena de la discusión, que él hiciera un par de tomas porque yo de verdad me salí y le dije “ya viste el ensayo, yo confío en ti” después yo las volví a ver, pero me salí un par de momentos, luego regresé al set y yo creo que eso fue lo más complicado en realidad. Fue muy fuerte el proceso, pero lo agradezco muchísimo.

Fotograma del corto

EC.  ¿Hay algo que no te haya preguntado que te gustaría mencionar?

AR. A veces yo me pregunto, en el quehacer cinematográfico, ¿por qué hacemos cine? y se me han acercado muchas chicas a raíz de hacer Dos Cactus que quieren estudiar cine, me dicen: “Está bien padre tu manera de hacer cine porque pareciera que sí es cine, pero ya estás haciendo otra cosa”, entonces lo que yo le invito a todos los realizadores es que más allá de contar una historia que si se atrevan a hablar de algo que tenga un contenido muy interno y que no les de pena tener nuevos lenguajes o maneras de narrativa o explorar más hacía lo interno, a veces como artistas nos dicen: “es que esto no es terapia”, y yo les diría que no les importe eso, si tienen algo de corazón y cosas por expresar, convidar o compartir que lo hagan y más allá de que si es cinematográfico o no, o que si nos estamos brincando reglas, si en el set estamos mezclando nuestros propios sentimientos o no, que sí partan las ideas y las expresiones desde lo más profundo de su ser porque entonces la magia sucede, cuando te atreves a abrirte y a expresar algo muy interno a veces la magia sucede a otro nivel y la luz perfecta pega en ese momento, los actores entran en otro estado de consciencia y de emoción hacía un sentimiento más elevado, el mismo lugar te abraza. Hay cosas muy bonitas que pasa cuando uno realmente se atreve a abrirse y a volcar toda la esencia en un ejercicio como lo es el cine.



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