Ángel Martín| Foto: pixabay ||
La minificción es una narración breve con un toque irónico, metaficcional y lúdico, etc. En esta ocasión Ángel Martín nos presenta un par de minificciones de su autoría.
Sentenciado
Atravieso el plano de los sueños deprisa. Inmóvil y disfrutando de la sinestesia onírica, encuentro al Emperador. Le suplico ayuda. Van a matarme. Los astros me han dicho el nombre del asesino. Es uno de sus ministros. El Emperador me escucha y jura protegerme. Luego desaparece.
La ansiedad y la angustia me carcomen. Vago sin prisa por el plano de los sueños, volando alto para evitar el contacto con los humanos en su desvarío. Habitan campos oscuros, innumerables, extendiéndose al horizonte con el fulgor blanco que los caracteriza: su ánima. Cuando en su mundo duermen, se materializan en nubes de humo. A la distancia es un bello espectáculo de luces y formas.
Cansado, me detengo en el claro de una pétrea colina. Exhausto, busco donde dormir. De las entrañas de la tierra algo de humo comienza a emerger. Antes de que pueda darme cuenta, un hombre se halla delante de mí. Lo reconozco al instante y pronuncio su nombre. Lleva un traje samurai y un hacha. Sueña que es un cazador de dragones. Nadie se encarga de despertarlo. No tengo tiempo de escapar.
El consuelo
Se esperan milagros de mí. Prodigio.
Madre dice que soy un ángel o un santo. Lo repite hasta romper en llanto o tener un crisis de nervios. Está así desde que papá nos dejó. Una vez a la semana recibe únicamente la visita de nuestro pastor, el señor Dod. Generalmente comparten un té en silencio y cruzan miradas difíciles de interpretar. Luego el señor Dod se despide y se marcha.
No entiendo cómo, pero mamá dice que esas reuniones le causan alivio.