He pensado mucho al respecto de las veces que una película debería ser vista para poder realmente ser vista. Pienso que Ils salivent, en su forma de construirse, carente de diálogos, invita a la manera de hablar a través de frases complejas como premisas. Con imágenes abstractas, extrañas, cuidadas, e incluso aterradoras, Boukerche logra generar espacios para la reflexión, el prejuicio, y una forma de abordar la sexualidad, que obedece a los adjetivos de antes.

Partiendo siempre de la infinita posibilidad de interpretación inherente de la intencionalidad del autor, me costó un poco de trabajo encontrar lo que yo pensaba que decía el corto. Después de un par de visionados, considero que el cortometraje representa el deseo a través de la saliva, espumosa y espesa, que los personajes se ven obligados a compartir. Me parece curioso que la sinopsis del cortometraje obedezca tan casi burlonamente a lo que se representa en pantalla.
Este trabajo me ha hecho reflexionar al respecto de la sexualidad, el prejuicio, la connotación que le damos a las cosas, sobre el deseo y el cuerpo, y cómo son ajenos a nuestras formas perversas de abordarlas, y de cómo terminan por entretocarse en muchos puntos.
Hablo del prejuicio porque, durante mi primer visionado, la forma de abordar algunas imágenes y situaciones me pareció muy incómoda, inconsciente, e incluso irresponsable. Al verlo nuevamente, me pareció que lo sexual contenía ideas más complejas que el sexo en sí mismo o la interacción sexual entre los personajes. Lo que al principio me pareció grotesco me orilló a una reflexión al respecto de la connotación que damos al deseo. Creo que el cambio que sufren los personajes es una forma grotesca de representar el deseo y su inocencia ante los cuerpos. En contraste con las imágenes del final, concluyo en que parte de las ideas rectoras del corto son la forma de relacionarnos al respecto del deseo.

En los momentos en que los invitados a la fiesta de la pareja protagonista interactúan después de haber sido salivados, las imágenes de los cuerpos son bellas en sus interacciones. Literalmente se dejan caer unos sobre otros, se cachan, se agarran, se tocan. Dentro de los viajes personales de quien ahora escribe los párrafos, existió espacio para pensar en el amor libre, en las formas de relacionarnos colectivamente que rompen las barreras de la tradición y la norma, y que por eso pueden terminar resultando grotescas para algunos, porque construyen otras relaciones, otras formas, otros mundos.

No puedo quitarme de la cabeza la idea de que al final, el cortometraje escribió en mi cabeza “en polvo eres y en polvo te convertirás”, sólo que con otro elemento. Con el cine. O con el líquido. Siento que, a lo largo del corto, se construye la idea de que “del deseo venimos, y a él llegaremos”, que me parece una verdad a medias, parte del grupo de las afirmaciones que casi siempre son acertadas. Pero gracias a la forma del corto, de empezar y terminar con cuadros similares, mas no en espejo enteramente, logra una sensación de loop, que no termina por serlo. Con la ausencia, con el derretimiento de su esposa, siento que la directora pretende hacer metáforas al respecto del por qué salivamos, de las secreciones de nuestros cuerpos, que reaccionan ante estímulos todo el tiempo. La mayoría salivamos cuando se trata del entrecruce de los conceptos anteriores: el cuerpo, la sexualidad, el amor libre, el deseo. Ellos salivan, porque eventualmente descubrimos que casi todos lo hacemos.
