17 de julio de 2021
El Desfile de los ausentes llama la atención desde el título. El título precede la obra, la obra precede al autor. Dentro de la cobertura de prensa del MIC Hueyo nos abalanzamos sobre los proyectos más interesantes, a nosotros nos toca compartir, pero mejor, para quitarnos la pena. Nos preparamos días, horas, minutos antes, viendo el corto, investigando, planeando preguntas, dándonos valor mutuamente. Marcos, el creador —como a él le gusta llamarse para pasar de las etiquetas escritor, director e ilustrador que lo encasillan—, nos recibe más que puntual en la llamada de Meet. “Pues ustedes me dicen cómo le hacemos”, dice para empezar, y desvanece las barreras. La conversación fluye amena, los temas van desde el contexto en que surgió el corto y la vida como creador hasta tips para el cineasta joven que Marcos nos ofrece sin pretensiones.
Víctor Carvajal (VC): Tuve la oportunidad de ver tu corto originalmente en el Festival de Cine de Morelia del año pasado, lo disfruté bastante y me llamó la atención el tema de las desapariciones, es un contexto que se vive ampliamente en el país. ¿Fue la base de tu inspiración para hacer este trabajo?, ¿tuviste algún otro referente?
Marcos Almada (MA): El proyecto nace a partir de los acontecimientos de Ayotzinapa. Cuando yo empecé a enterarme por medio de las noticias sobre lo que estaba ocurriendo, lo poco que llegaba, me sentí muy indignado e impotente. Yo sentía que debía hacer algo desde mi trabajo como contador de historias. Sentí la responsabilidad de alzar la voz. Empecé a pensar en hacer un cómic para jóvenes, inicialmente era sobre unos animales, que eran raptados por una mano que entraba por arriba de la página y nunca veíamos de quién era la mano realmente, porque así estábamos: veíamos que habían desaparecido, sabíamos que era un actor perverso, maligno, pero no tenía cara, su rostro no era visible. Yo trataba de realizar este cómic, pero no encontraba la forma porque me dedicaba más al público infantil. Estaba muy encasillado en editoriales infantiles que no encontré la salida para publicar el cómic, pero la idea quedó ahí latente en mi mente.
Posteriormente, como cuatro años después, empecé a trabajar en estos personajes misteriosos, ocultos, encapuchados, que parecían bufones medievales, ahí fue cuando hice clic de juntar la idea de los desaparecidos con estos personajes malévolos. Cuando junté ambos conceptos dije: “esto podría ser una historia de animación y podría tener una fuerza interesante que pueda llegar a un público amplio, no solamente a los niños”. Estaba más interesado en los jóvenes, porque veo mucho interés por los temas políticos.
El tema de Ayotzinapa ya estaba bastante cubierto por documentalistas y periodistas, hay mucho material, ¿qué podía aportar yo como ilustrador? No soy animador, pero hago guiones. Entonces quise contarlo de una forma diferente, que le llegara a un público que quizás no lee el Proceso, Reforma o La Jornada; por ello tiene esta estética mucho más apelativa a un público que le gustan los videojuegos, la ciencia ficción, el comic, este público que quizás está un poco más desencantado de la política y el periodismo. Después, con mi socio, Carlos Azcuaga, hablamos de esta historia y él me propuso que incluyera el tema de los periodistas, lo peligroso que es serlo en este país; me pareció muy buena idea, la incorporamos y creo que agarró bastante fuerza la metáfora que estamos haciendo. Lo interesante es que, aunque nace de ese evento particular, se puede identificar muchísima más gente, porque desaparecidos tristemente hay en todos los estados y no sólo en México, en muchos países ha tenido repercusión, es un fenómeno que ha existido y sigue existiendo.
VC: ¿Es el motivo de tratar de hacerlo más universal, que se conecte con todos?
MA: Sí, en primera, decidimos usar animales porque neutralizan el contexto del personaje, es decir, el zorro realmente no es güero, moreno, negro, chino, cualquiera se puede identificar, es como una máscara. Curiosamente te identificas más con un animal que con otro humano. Por otra parte, creamos este universo fantástico, futurista, apocalíptico, justo para que no hubiera referencias culturales de México o de Guerrero en específico, si no que fuera universal y que cualquier cultura lo pueda tomar como propio y se identifique. Hemos visto en estos dos años de festivales que sí, que ha llegado a tener más impacto en otros países que en el propio México. Quizás el único referente cultural es la música al principio, le pusimos un tipo bolero latino porque sí quería que tuviera ese detallito, como decir: “sí, somos latinos, es algo fantástico, pero está nuestra personalidad ahí”; así que sí quise poner ese acentito, pero todo lo demás es universal y atemporal.
VC: Ahorita que acabas de mencionar que te conmocionó este suceso de los 43 y de los periodistas, ¿cómo fue llevar esto que te afectó a un proceso artístico para el cortometraje?
MA: Me haces una pregunta difícil. Me parece que los artistas, los creadores, los creativos, estamos constantemente nutriéndonos de lo que vivimos, de los que observamos. Yo digo que soy un pescador de ideas, porque estoy todo el tiempo nutriéndome, porque si únicamente estás pensando en tus ideas de siempre te empiezas a repetir. ¿Qué es lo que le digo a los escritores si quieren escribir para ellos mismos? Escribe en tu diario nada más.
Creo que el arte es un ofrecimiento para quien te va a ver, el que te va a leer, para compartir, para tener algo en común y discutirlo y abrir el tema. Tiene que ser un acto generoso tanto para el creador, como para el público. El espectador va a gastar diez minutos de su tiempo viendo tu idea, tu propuesta, entonces tú como creador tienes que hacer lo mejor que puedas y pensar en él: qué vas a querer de este espacio, en donde él se va sentir cómodo, en donde él se va a interesar, ser generoso con él, pensar en él. Creo que los artistas no trabajamos para nosotros mismos porque se vuelve poco efectiva la narración, sobre todo la animación.
Para la animación necesitas mucha gente trabajando en el mismo equipo, es un acto comunitario, un trabajo en conjunto, tienes que pensar qué es lo que le importa a muchas personas. Por otra parte, lo hicimos con fondos públicos, nos ganamos una beca de IMCINE, tenemos la responsabilidad de hacer algo que le interese a la comunidad, no vamos a hacer un capricho artístico que van a ver dos personas y se va a olvidar. Yo sí sentí una responsabilidad por usar ese dinero en algo que sirva y que pueda conmover a un par de personas, si conmueve a un par de personas, para mí ya fue un éxito. Esa persona a lo mejor investigará un poco más, no va cambiar la realidad del país, pero al menos es un pequeño granito para que este público pueda tomar partido, pueda tomar acciones.
VC: Si te doy mi opinión personal, después de ver tu cortometraje el año pasado, lo primero que hice fue enviárselo a dos amigos: a uno le interesan las partes de los autoritarismos, como a mí, y a otro se lo envíe por la animación. Ambos me comentaron que el cortometraje era impresionante. Nos cautivó a los tres. Fue algo que nos llegó.
MA: De eso se trata, que en la comunidad se haga una red, se abran los temas. Para mí eso es arte, y no tiene que ser político, puede ser también hablar de temas estéticos, pero se trata de esto: de generar redes y discusiones. Para mí fue muy importante, yo quería que se notara, le decía al músico: “yo quiero que tu música haga que la gente se estrese y se enoje”, porque esta historia es indignante, quiero que la gente salga enojada y diga: “esto no puede ser lo normal”. Entonces tú como creador tienes que pensar en la reacción que quieres generar en tu público, empatía, tristeza, nostalgia, alegría; en este caso, yo sí quería que salieran enojados, porque las familias que viven esto, el suplicio que viven, no es sólo para enojarse. Me sorprende que no hubiera un movimiento mucho más grande, con más reacción. Es indignante que 43 personas —43 son más que un salón— de la noche a la mañana fueran esfumadas y nadie supiera nada, es algo de pesadilla.
Mariam Rojas (MR): A mí me impactó cuando sucedió todo esto porque sentí que sí hubo mucho alboroto de momento, fue como un flash y se apaga, luego escuchábamos la historia, pero hasta ahí.
MA: Luego mucha gente: “otra vez los de Ayotzinapa”, “otra vez los papás de Ayotzinapa haciendo tráfico o parando la circulación”, si yo fuera uno de ellos estaría ahí todos los días insultando a quien tenga que insultar hasta que mi hijo aparezca. Creo que nos falta ser empáticos y pensar en lo que están sintiendo ellos, y no nada más en cómo nos afecta a nosotros, o si ya pasó de moda, o si ya es noticia vieja: es tratar de estar con los que están padeciendo eso, porque podemos ser nosotros al día siguiente, nadie nos garantiza la seguridad ya.
MR: A mí me gustaría preguntarte, ¿tú crees entonces que el arte sí debe tener cierta responsabilidad social? Creo que hay muchos creadores que también están haciendo cosas por hacer, un poco el capricho que mencionabas, y me gustaría que nos comentes si tú tienes un objetivo claro respecto a este aspecto. “Yo estoy trabajando en animación, yo estoy trabajando en historias y mi objetivo al hacer esto es retribuir algo”, ¿cuál es tu objetivo en ese sentido?
MA: No creo que el arte tenga la obligación de ser contestatario, que tenga que educar, tampoco es sano atribuirle esa obligación, pero sí tiene el poder de hacerlo, tiene esa oportunidad de ser subversivo, pero no debe ser forzosamente. Yo puedo leer la historia de Winnie Pooh, un libro que habla de las bondades del ser niño y disfrutar la inocencia, y que también te hace vivir cosas que en tu realidad ya olvidaste o las tienes entumecidas. El arte te permite ensanchar tu realidad un poquito más, y si en esa realidad que estás viviendo, está ser políticamente activo, o ser subversivo, o ser revolucionario, está muy bien, pero también se vale que el arte sea simplemente estético y gozoso, porque el arte es este refugio de la mente y del espíritu.
Cuando cuentas historias no se trata nada más de destruir el sistema, sino que tienes que proponer una alternativa, un mundo nuevo. Por ejemplo, en los ochenta, noventa, todo era “vamos a destruir”, pero quién va a soñar, necesitamos de los soñadores que crean en una utopía, en otro mundo, y para ello necesitas mucho trabajo creativo e imaginación, y el arte cumple justamente eso. Una persona que no tiene contacto con el arte difícilmente va a imaginar otra realidad porque carece de esos nutrientes imaginarios que te da el arte, el cual siempre te está cuestionando el mundo de las ideas, así como éste también cuestiona tu propia realidad. El arte simplemente a veces ensancha un poquito tu realidad y eso ya es bastante subversivo.
MR: ¿Y tú, personalmente?
MA: Trato, por ejemplo, cuando hago libros para niños, de pensar que el niño que me está leyendo es inteligente y va a buscar el significado dentro de la historia, que va a cuestionar lo que está leyendo, no nada más es diversión pura, es meter varios niveles y cada quien saca lo que quiera de la historia, incluso lo papás que están leyéndola. A veces yo meto detallitos que son guiños al papá, como decirle: “oye, papá, está bien que seas el jefe de la casa y el autoritario, pero también hay que divertirse, hay que ser un poco niño”. Son detallitos que están ahí en la historia como pistas.
Lo increíble es que el arte es polisémico, tiene muchos significados, muchos niveles, y el receptor cierra el círculo, el significado. Es lo que comentaba al principio, es un acto compartido: yo mando una idea, una propuesta, y depende del receptor, del espectador, del escritor, darle un cierre a la historia y ponerle de su propia cosecha. Es un acto hermoso, es la magia del ser humano que puede crear un mundo que no existe, pero que entre dos personas hacen que ese mundo se vuelva real, hacen que exista. Yo puedo presentar dibujos en un pantalla y tú al verlo te diste una idea, pero le pusiste también de tu propia imaginación y se creó algo más grande que la suma de sus partes.
MR: Sí, me parece interesante pensar en cómo se trabajan las historias para niños. No existe el prejuicio de que son muy sencillas, tienen una moraleja, les va a enseñar algo y ya está, pero también tienen estos niveles de significación en los que puedes trabajar diferentes cosas. Entonces, pensando en eso y en cómo está armado el corto, con elementos de la fábula que atienden también un poco hacia lo infantil, me gustaría que nos dijeras si consideras que el corto podría llegar a ser una historia infantil o no lo es, o es algo totalmente diferente. ¿Qué son para ti las historias infantiles?
MA: Yo creo que a los niños les puedes contar el tema que sea, puedes hablarles de política, de filosofía, de sexo, de economía, de lo que quieras, pero hay que encontrar las palabras y el tono correcto. Este corto no quise hacerlo en específico para niños, concienzudamente lo hice para adultos, sin embargo, me ha sorprendido que en muchos festivales para niños le ha ido muy bien; incluso nos ganamos un premio en Chile donde los niños eran el jurado, ellos escogieron el corto y me hicieron preguntas inteligentes, al mismo nivel en que me están haciendo ustedes, hablando de política y cosas interesantes. Los niños son seres inteligentes, nada más han vivido menos, tienen poca experiencia, pero pueden llegar a las mismas conclusiones que nosotros si les explicamos de la forma adecuada.
Me da mucho gusto pensar que hay gente a la que no le da miedo mostrarle esto a los niños, aunque tiene que haber un acompañamiento y explicarles un poco de dónde viene. Por ejemplo, justo el año pasado estaban las protestas en Chile, en Santiago, y los niños me decían: “es que esto está pasando aquí, yo veo cómo gente de aquí desaparece”, para mí fue muy fuerte pensar que mi corto estaba reflejando la realidad de unos niños en otro país. Yo con eso me di por bien servido, sentí que el corto había cumplido su finalidad.
MR: Precisamente a mí me llamó mucho la atención que en el corto todos los elementos tienen un significado, pero es un significado universal, porque el rey burro puede ser el rey burro de cualquier lugar. Te va explicando cómo funcionan estos acontecimientos, quién lo hace y qué fuerzas están detrás; lo cual es muy difícil de explicar, incluso, si a mí me preguntan, me costaría trabajo decir quién es ese cerdito, por ejemplo, pero viéndolo en el corto es muy claro y yo creo que los niños también ven eso.
MA: Está el cerdo y luego están unos senadores detrás de él que están como dormidos, que no hacen nada, pero están colocados ahí, entonces interprétalo como quieras. Como dices, el burro es un arquetipo de poca inteligencia y el rey también es un arquetipo de poder, son cosas universales, fáciles de analizar. Además, no tiene diálogos, así que teníamos que encontrar la forma más directa en diez minutos de explicar una metáfora, tratar de explicar una realidad compleja, pero que dijeras: “ah, estoy entendiendo por dónde va, cómo funcionan las marionetas, los hilos del poder, cómo se ven en una pantalla”. Fue mucho trabajo, fueron dos años de trabajo con mucha gente.
MR: ¿Tú dirías que te costó trabajo pasar de la trayectoria que traías muy específica de cosas infantiles a este nuevo proyecto que no es tan infantil?
MA: No me costó trabajo. Es más difícil para la gente que hace cosas para adultos encontrar el tono infantil que hacer cosas infantiles y luego hacer para adultos. Hay muchísima gente, que intentan hacer cosas para niños y simplemente no lo logran. Eso me ha costado muchos años de estar escuchando niños, ver qué les gusta y tratar de reconectarme con mi niño interior. Yo puedo decirte que han sido cinco años de estar cambiando la forma de platicar, en cambio, volverle a hablar a los adultos no me parece difícil porque soy un adulto. Todos hemos sido niños, podemos recordarlo, pero los niños no han sido adultos; tú puedes recordar lo que es ser niño, pero ellos no pueden entender lo que es ser adulto, por eso es difícil encontrar el tono para los niños. En este caso no me fue difícil, de hecho, fue muy divertido pensar que podía meter cosas con las que en los libros para niños tendría mucho más cuidado, sentí más libertad. Aparte, a mí me gusta mucho leer y ver cosas para adultos, no estoy leyendo Winnie Pooh todo el día.
MR: Nos comentabas que el corto surgió a partir de que ganaste una beca: ¿cómo es el proceso de animación?, ¿cómo llevas el producto a festivales?, ¿cuál es tu experiencia en ellos?
MA: Es muy interesante. Hay muchas convocatorias para cortos o largometrajes, la cuestión es armar un muy buen proyecto para que cuando presentes tu carpeta se note que lo puedes realizar, no que nada más estás poniendo ideas sin sustancia. Tienes que justificar muy bien los números y los tiempos, para eso, Carlos Azcuaga, que es el productor, es muy bueno. Yo soy la mente creativa, soy un relajo, tengo ideas por aquí y por allá, pero él es muy terrenal, armó el proyecto muy bien, si no hubiera sido por él, no nos lo hubiéramos ganado. Consíganse un buen productor que haga estas cosas porque uno está pensando en otros mundos y no tiene tiempo de estar pensando en la burocracia.
Yo lo que le recomiendo a los jóvenes creadores es que siempre tengan varios proyectos cocinándose, porque las convocatorias salen y tienen nada más 2 o 3 semanas para armar todo el proyecto. Si ya tienen adelantado algo del proyecto, pueden ir metiendo uno por aquí, otro por allá, y no van a pegar todos, pero con que pegue uno ya tienen para trabajar un año. Lo malo de la animación es que te piden pruebas, por ejemplo, a los de live action les piden el guion y el presupuesto, aquí había que hacer el story board y el animatic, prueba de animación. Todo eso cuesta tiempo y dinero. Sí hay que invertirle algo de trabajo, pero es con lo que demuestras que lo puedes hacer; si el jurado ve una prueba de animación bien hecha, se siente mucho más atraído a tu propuesta.
Metimos el proyecto, nos lo ganamos y resultó ser un gran apoyo por tres razones: porque te dan suficiente dinero para hacerlo, te dan relativamente buen tiempo también, y sobre todo te dan libertad creativa. Que alguien te dé dinero, sin pensar en recuperarlo, y que te deje hacer lo que tú quieras, no pasa muy seguido. En cine es una gran opción para hacer tus proyectos. Estoy muy agradecido con ellos, y siento que, si no hubiera sido por ellos, nunca hubiéramos hecho el corto, por lo menos no lo hubiéramos hecho con la dedicación y el esmero que le pusimos.
Yo abogo para que estas becas no terminen o que no se vean mermadas con la crisis, porque hay muchos jóvenes que quieren hacer cosas, pero un cortometraje no te va a dar dinero, no se puede vender; si no es con fondos, difícilmente vas a poder hacer algo que sea vistoso y pueda competir en otros países. Al final, le conviene al gobierno porque estás representando a tu país en otros festivales del mundo, están viendo las cosas que se hacen y esos productores pueden interesarse. A lo mejor no es dinero que regrese inmediatamente al país, pero a la larga están construyendo gente creativa, una industria, productoras que están echando a andar proyectos que generan nuevas ideas, y es un ciclo virtuoso de cultura, que es muy importante. Abogo mucho porque el gobierno apoye estos proyectos, pero también le digo a la gente creativa que asuma su responsabilidad, hay mucha gente que gana el apoyo y no terminan sus trabajos, y como les decía, es dinero público malgastado o que se queda en ideas flotando, es dinero que perdimos todos. También hay una responsabilidad de nosotros como creadores de usar bien estos recursos.
Pasando a la siguiente pregunta, nos fue bastante bien en los festivales y en otros países. En México estuvo seleccionado en Morelia, en Guadalajara, en Short, en Pixelatl; no ganamos ningún premio, pero estuvo presente, lo cual ya es ganancia. Ahora vienen los Arieles, esperamos estar nominados, sería un muy buen cierre de festivales. Estamos contentos, aunque es un poco agridulce porque con la pandemia no pudimos ir a nada, todo fue virtual. Es un poco caprichoso el estar yendo a los festivales, un poco de ego. Es muy bonito conocer otros productores, otros directores, mostrar tu trabajo, pero también fue muy interesante esta nueva dinámica de la pandemia porque la virtualidad te abrió las puertas a todo el mundo. En los festivales presenciales te veían cien o doscientas personas, pero ahora con los festivales en línea te pueden ver mil, tres mil, en lugares que ni sabías que existían; puedes dialogar con gente que te entrevista, como ustedes, sin salir de casa. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo.
MR: Claro, aquí la entrevista está siendo multiestado: Víctor está en Morelia, yo estoy en Puebla. Son cosas que no pasarían.
MA: Antes nada más te decían: “tu corto entró a un festival en Bosnia”, y decías: “ah, pues qué padre”, pero ahora te escriben los de Bosnia y te entrevistan, y se vuelve un poco más real, más humano. La tecnología tiene también esa característica de acercarnos un poco.
VC: Me surgió una pregunta con respecto de los festivales, ¿cómo aplicas con tu corto a festivales extranjeros?
MA: En este caso, IMCINE produjo el corto, ellos ya tienen una red de festivales que nos hacían llegar, a veces aplicaban ellos, a veces nosotros, pero hay muchas plataformas que son muy accesibles, muy prácticas, por ejemplo, Filmfreeway. Es práctico porque metes mil o dos mil pesos y con eso te inscribes a dos cientos festivales, que ni sabías que existían, pero están ahí en la plataforma. Es muy sencillo, hay muchos que son gratis, los más prestigiosos siempre te cuestan de cuarenta a cien dólares.
Algo que yo aprendí con este corto es que tienes que hacer una estrategia de festivales, no ir metiendo al primero que vas viendo porque muchos de ellos te piden la premier en ese país o en esa ciudad, entonces, al meterlo, te cierras a otros. Es toda una estrategia que tienes que pensar muy bien, es todo un mundo que yo desconocía y he ido aprendiendo. Es cosa de estar probando y estar mandando.
Lo que le digo a los nuevos cineastas es que no esperen ganar nada, tú mándalo y que sea una bonita sorpresa cuando ganes, porque si estás a la expectativa de ganar premios, lo más probable es que te lleves muchas decepciones, y empieces a bajonearte y a perder el interés. Realmente no lo hacemos por los festivales ni por los aplausos, lo haces porque en el momento en que estás haciendo el proyecto estás en un estado de descubrimiento, de saber creativo, te da un gran placer. Tienes que hacer tus proyectos por las razones correctas, porque lo disfrutas y es tu voz la que quieres compartir, no porque vas a ganar premios ni mucho dinero, porque eso en mi caso no ha pasado, no quiero engañarme.
MR: Es difícil para los artistas esperar ganar mucho dinero.
MA: No, si quieren hacerse ricos, pues háganse políticos.Háganse abogados. Hay que entrar a esto por las razones correctas, aunque sí hay que intentar vivir bien, tampoco vamos a ser mendigos toda la ida y vivir en casa de los papás hasta los ochenta. Se puede vivir bien, se puede vivir decentemente, pero Cuarón y Del Toro son garbanzos de libra, no es la norma, la mayoría no llega a ese nivel. Pero una persona pequeña haciendo su arte puede ser igual de feliz que ellos, eso sí.
MR: Para cerrar me gustaría que nos cuentes qué estás haciendo ahora, ¿tienes nuevos proyectos?
MA: Justo ahorita estoy haciendo un video musical para una artista que se llama Martha Gómez, música para niños, también es con animación. Estamos terminando esta semana y ha sido muy divertido. Estoy haciendo otro cortometraje con Carlos que nos ganamos en PROCINE, otro apoyo gubernamental, y a la par hago mis libros, estoy ilustrando un par en Estados Unidos. Siempre estoy pensando en nuevas historias, en nuevos proyectos, cuando estás haciendo un proyecto tienes que ir a la par con nuevos, porque cuando terminas ya tienes que traer algo más o menos listo, si no, otros dos años en los que cuaja la historia. Ser creativos es un estilo de vida, es estar todo el tiempo analizando, pensando, es como cuando eres niño y estás jugando con tus juguetes, todo el tiempo estás inventando historias. Es un trabajo muy divertido.