El pasado sábado 25 de septiembre de 2021 se llevó a cabo en la capital michoacana una concentración que tuvo por nombre “Una mano por Jessica y por todas”, con motivo de que en ese mismo día se cumplió un año de exigir justicia para Jessica González Villaseñor y su familia. Por lo que esta concentración fue un grito para exigir a las autoridades estatales que hagan su trabajo y dejen de proteger a feminicidas (como Diego U.) por medio de las investigaciones tan deficientes y revictimizantes, que provocan que el proceso judicial no avance, avance muy poco o incluso que no haya un castigo ejemplar.
Es muy importante mencionar que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) registró que en México en la primera mitad de 2021 un promedio de 10.5 mujeres son asesinadas al día, y es por esta y por muchas más razones que el caso de Jessica nos duele e indigna a la mayoría, pero sobre todo a las mujeres, porque no es un caso aislado, sino cotidiano; porque no sabemos si al salir con alguien que amemos vamos a regresar, o si nos matarán de camino al trabajo o la escuela; y porque sabemos que si pasa eso es debido a que en nuestro país hay una gran impunidad, la cual afecta completamente el acceso de las familias y víctimas a la justicia, a la verdad, a la reparación, pero sobre todo a la no repetición.
Es claro que Michoacán está manchada de sangre gracias a la complicidad entre las autoridades estatales y nacionales, quienes se niegan a ver el gran problema de seguridad y de acceso a la justicia que sufrimos las mujeres, pese a todas las marchas y concentraciones que se llevan a cabo con el fin de que se nos escuche, lo cual deja como resultado la imposibilidad de que realmente se tomen acciones de política pública para atender el problema.
Y precisamente por eso tengo muchos sentimientos respecto a lo que aconteció en esta concentración, porque al ir, o incluso por medio de fotos, se puede ver que la indignación está por todas partes, está en las madres, hijas, amigas, abuelas, que han sufrido la pérdida de una mujer cercana a causa de la desaparición, o por haber sido víctimas de feminicidio, y, aunque duela decirlo, es ahí, en el dolor y la rabia, en donde está nuestra fuerza. Porque es gracias a estos sentimientos que se han obtenido algunos resultados, sin embargo, como antes lo dije, duele saber que, sólo así, sólo sufriendo y expresando esa rabia saliendo a las calles, las autoridades nos voltean a ver; e incluso, en la mayoría de los casos, nos ven sólo para suprimirnos e invalidar nuestra lucha, pero eso solamente nos une más y nos hace no desistir, porque dolorosamente “si no luchamos juntas, nos matan por separado”.
Además de eso, es importante que en un México y un Michoacán tan violentos, no normalicemos, ni nos acostumbremos, a esta violencia e impunidad, pero más allá de eso, como mujeres no debemos quedarnos de brazos cruzados, sino que tenemos que salir y ayudarnos entre todas y de todas la formas que se pueda para exigir justicia y generar cambios hasta conseguir no ser asesinadas por simplemente ser mujeres y a no ser violentadas porque nadie debería ser indiferente al hecho de que mujeres y niñas a diario son asesinadas y desaparecidas en frente de todos, y el Estado no hace nada para evitarlo.
Me indigna y preocupa que como sociedad se nos cuestione y criminalice por la forma en que nos manifestamos y no logran, o se niegan a, ver el fondo que nos lleva a hacerlo y que ni siquiera se llegan a cuestionar el por qué. Ante tantos asesinatos la sociedad decide callar y no emitir ninguna opinión o, si la emiten, es una opinión machista y privilegiada en contra de estas protestas y concentraciones para hacernos ver como malas. Pero a todo esto, les digo: Si somos malas, podemos ser peores, porque ya estamos hartas de tanta violencia y claro que nosotras seguiremos manifestándonos, juntando esa rabia y dolor de ver que en todos estos años el acoso, la violencia, la desaparición y la muerte de mujeres no ha disminuido por culpa de la falta de empatía por parte de la misma sociedad y de las autoridades.
Haremos hasta lo imposible por hacer visible todos los casos de feminicidio que se han quedado impunes, o se han tratado de esconder, y lo haremos por medio de la acción directa, precisando el objetivo concreto y dirigiendo estos sentimientos colectivos hasta lograr obtener una respuesta, porque ante el horror que día a día sufrimos las mujeres no podemos manifestarnos de forma agradable, bonita o festiva.
Que el caso de Jessica no quede impune y que no sea en vano su muerte, que ojalá y con estas concentraciones, con la unidad, solidaridad y dolor colectivo, podamos conseguir un acceso a la justicia para todas, castigos ejemplares para feminicidas y cambios significativos en el sistema penal para que el Estado nos garantice la no repetición y la prevención de delitos de esta índole. Mientras tanto, nosotras seguiremos, luchando, gritando y resistiendo.
Y dejémoslo muy claro: limpiar las paredes y restaurar monumentos no quita que en México cada día sean asesinadas entre 10 y 11 mujeres.