El machismo dentro del mito de Medusa y Perséfone: analogía con el mundo actual

Hoofd van Medusa - Peter Paul Rubens
Wen Edith se propone tomar el mito de Medusa y Perséfone para desentrañarlos como espejos de nuestras sociedades modernas.

El machismo dentro del mito de Medusa y Perséfone: analogía con el mundo actual

Dentro de la mitología griega, tenemos a dos personajes icónicos: Medusa y Perséfone, mujeres que lideran dos de los mitos grecolatinos más estudiados en la actualidad, pero desarrollados en tiempos donde los derechos estaban muy por debajo de lo justo. Tras el paso de los siglos  ambas vidas se convirtieron simplemente en un mito, en una historia narrada que poco a poco desencadenó infinidades de lazos que llevaron a fundar más historias derivadas.

La balsa de la Medusa – Théodore Géricault.

La palabra machismo suena mucho en pleno siglo XXI, y es que por mucho que se hable, poco se conoce, o mejor dicho, poco se entiende. Es común escuchar a las personas tachar al machismo de pelea contra los hombres, cuando la definición correcta es denigración de los derechos de las mujeres a través del pensamiento de creer que el género masculino  es superior  por el simple hecho de ser hombre.

Definido el machismo, me remito primero al mito de Medusa, estudiado pero jamás aclarado. Ciertos textos hablan sobre su nacimiento, vida, crecimiento y muerte, pero sólo en un pequeñísimo pedazo hacen alusión al acto cometido en su contra, hablamos de una violación directa tanto física como emocional actos que desencadenan una afectación social que la lleva a un destino en  donde finalmente  es asesinada por Perseo. 

Lo primero que se pasa por alto es un acto denigratorio, pues la única castigada es precisamente la víctima, en este caso, Medusa. Tenemos presentes argumentos válidos que sustentan oficialmente un machismo directo.

En segundo lugar dejamos a Perséfone, personaje mítico que desencadenó el mito sobre el cambio de las  estaciones y que a su vez omitió  otra de las faltas en contra de las mujeres pertenecientes a la era grecolatina.

Perséfone difiere mucho de Medusa, pues, a diferencia de ella, Perséfone era una diosa, no una sacerdotisa. Lo anterior la convertía en una mujer con un poco más de merecimiento al respeto de sus derechos, derechos que en aquel entonces no eran completamente a favor del género femenino. El rapto de Perséfone a manos de Hades es una acción normal, y hablamos de la historia antigua, este caso se repite más adelante cuando la sociedad ya está  fundada y mantiene un soporte mucho más avanzado en cuanto a derechos y funciones morales.  

The storm – Théodore Géricault.

Tal pareciera que la violación y el rapto son dos palabras poco significativas dentro del orden social de ese periodo. Los derechos de ambas mujeres fueron ultrajados y se omitió cualquier argumento a su favor, pero aún no se sabe por qué ocurrieron las acciones que contribuyeron a ambas acciones, quizás si Poseidón y Hades no hubiesen omitido la sencilla pregunta de acuerdo voluntario, la palabra machismo no hubiese quedado en el aire.

La era grecolatina es el espejo del mundo actual desde diversos puntos y sentidos. Pero las violaciones de los derechos siguen normalizándose a una velocidad increíble. Muchos dicen que somos una era nueva, que los ideales han cambiado, pero el peso de la cultura es irremediable y los patrones se perpetúan luego de aprendidos.

La historia antigua es el sustento para muchas de las preguntas que, hasta hoy día, se siguen buscando. Es verdad que Grecia es el centro y el principal escenario de infinidades de mitos en donde la mayoría son representados por un ser mortal y detrás de él o ella se encuentra cierto dios brindándole ayuda. Los dioses tenían el poder absoluto. Zeus lideraba y al lado de él se encontraba la diosa Hera. Le secundaban Hades, dios del inframundo y Poseidón, dios de los mares. Este último es el culpable de la tragedia de Medusa, al igual que Hades, quien raptó a Perséfone, hija de Deméter y Zeus.

Medusa venía de una cadena de monstruos Ctónicos (las Gorgonas), que tenían como característica cierta fealdad física. Sin embargo, Medusa era la única de las tres hermanas que poseía una belleza natural y también la única mortal. Su apariencia física no siempre fue la de la mujer hermosa con cabellera de serpientes. Tiempo atrás, Medusa pertenecía a la índole de las sacerdotisas de Atenea y cumplía con el requisito más importante para ser miembro y rendir culto a la diosa de la castidad. Su historia gira y toma un rumbo distinto cuando Poseidón decide abusar sexualmente de ella, haciéndola perder su voto de castidad y desencadenando a su vez el odio de la diosa de la sabiduría que no descansó hasta verla muerta, por lo cual le ordenó a Perseo que le cortara la cabeza.

 Perséfone, por su parte, era hija de Deméter y de Zeus, es raptada por Hades, quien a su vez era su tío y la lleva al Hades, en donde, en contra de su voluntad, la mantiene prisionera. Perséfone era hija de dos dioses importantes, por lo tanto tenía la protección de ambos, aunque poco se pudo hacer para que el hermano de Zeus la regresara por completo.   

El mundo actual en el que vivimos difiere quizás del Olimpo y de los mortales de la época antigua, pero analógicamente hay una conexión que sigue ligada a lo viejo y lo nuevo. El mito de Medusa y de Perséfone son vistos sólo como eso, como mitos. Las historias nos cuenta el desarrollo de las estaciones y la existencia de un monstruo con cabellos de serpiente, pero tratan a toda costa de omitir la cruel verdad detrás de todo.

Secuestro y violación son palabras que suenan, que se conocen, que se hablan. Pero tal parece que lastima mucho más escucharlas que ser conscientes de que estadísticamente ocurren a diario. 

Clearin up – Andreas Achenbach

Hace siglos dos personajes sufrieron lo que hasta hoy se acepta como violencia sexual, aunque todavía se trata fervientemente de censurar tal hecho. Hasta la actualidad se sigue nombrando a Medusa como a una persona mala, monstruosa, asesina, pero jamás como a la víctima, como a la mujer que lo único malo que cometió fue poseer una belleza femenina que en los hombres, y en este caso Poseidón, causaba gran deseo. ¿Dónde está el castigo de Poseidón? ¿Acaso los hombres merecen más respeto que una mujer? Parece broma, pero el pensamiento es ese. Tanto en la antigüedad como en la actualidad, el papel de las mujeres se remite al hogar, a las labores “de mujer”.

¿Qué derecho tenía Hades sobre Perséfone? Ninguno, además de ser su tío, Hades no tenía ningún otro lazo con ella y, sin embargo, la toma como de su propiedad. El rapto ocurre y lo peor de todo es que con el paso del tiempo los autores fueron marcando una historia de amor, basándose en el hecho de que Hades se enamoraba de Perséfone y por eso la secuestraba, y que a su vez Perséfone terminaba queriéndolo de igual manera. 

Molesta mucho la comparación de tiempos, las personas dicen y creen ser nuevos, saber más que los otros. La realidad es que vivimos repitiendo lo mismo de antes, evolucionamos, pero la base sigue siendo la misma, basta con deducir que en cuestiones de respeto la disponibilidad de aceptación a la mujer sigue siendo igual. Los machos del siglo XXI no son tan diferentes de Hades y de Poseidón que ultrajaron a dos personas por el simple hecho de creer que por ser mujeres carecían de derechos. A las mujeres de la antigüedad se les consideraban sumisas, sin poder y sin opinión a pesar de tener una categoría alta.

El pasado y el futuro se complementan, pero pareciera que el mundo comprende lo contrario, piensan que cambiar significa olvidar cuando lo importante es mejorar. La sociedad de ahora representa en gran medida a la antigua, por ejemplo: Medusa y Perséfone fueron dañadas  de diferente manera y solo una de las dos mereció ser salvada debido a su estatus social, es decir que Medusa, por no pertenecer a lo que ahora entendemos como una clase social privilegiada, no era lo suficientemente importante como para que alguien decidiera defenderla. Ahora bien, en la actualidad las clases sociales están más que marcadas y en el caso de discriminación la justicia deja mucho que desear. En México las mujeres víctimas de agresiones sexuales  no denuncian, saben que en lugar de ayudarles las verán como culpables.

Así que, analógicamente seguimos en la línea de partida, la evolución tan presumible del humano parece ser inexistente y difícil de defender.

Se busca siempre una manera de explicar lo que ocurre en torno a la vida, a lo que nos rodea y lo que nos aqueja. El mundo está lleno de acciones y causas, tales como la participación de los roles de género dentro de la sociedad. El papel de la mujer y el hombre se ha diferenciado desde siempre, oponiéndose en gran medida a una integración igualitaria que albergue a ambos como iguales. Está claro que si la división se ha manejado de tal manera es por el argumento que refiere a que tanto hombres como mujeres no son iguales, lo anterior podría ser una manera correcta de llamarlo, pero no lo es. La frase “hombres y mujeres no son iguales” se puede utilizar al hablar sobre diferencias físicas, pues es claro que en este sentido la frase queda perfecta, pero no en otros sentidos.

Los roles de género se basan en el entendimiento de la creación, es decir del actuar de mujeres y hombres. Las personas crecen suponiendo que los roles de género deben enaltecer a los hombres y denigrar a las mujeres, cuando es justamente lo contrario. 

El rapto de Proserpina – Peter Paul Rubens

 ¿De verdad la sociedad no lo comprende o finge no comprenderlo? Se ha tratado de explicar de distintas maneras la igualdad de género y aun así hay quienes omiten por completo que lo verídico es lo formal. El caso de Medusa y de Perséfone son dos claros ejemplos de la dualidad mujer-hombre y del machismo que desde tiempos inmemorables ha existido y, peor aún, es un ejemplo de que se ha validado y protegido a los responsables, tanto en la antigüedad como en la actualidad.  

Bibliografía

King, Stephen (2010). Dolores Clairborne. México: Penguin Random House.

Poniatowsca, Elena (2007). La herida de Paulina . México: Seix Barral.

Sofócles (2007). Las siete tragedias. México: Porrúa.

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