Epitafio de nadie
Otoño del cuerpo
Existe un momento en el corazón del otoño hecho de neblinas, de epitafios cantados por el viento. Existe un momento no acariciado por el tiempo, sin contornos nítidos, donde la lluvia engendra respiros evanescentes de nostalgias omnipresentes cerradas en la voz de una hoja que cae del árbol cóncavo de mi garganta. Existe un momento, en que el ruiseñor canta a la lágrima rota y el aire mudo calla su aliento sobre la muerte que flota. Existe un tiempo en el que mi cuerpo es apenas una gota, rocío al extremo de una hoja, abierta al aire de la tarde recogida. Existe un momento en el que la vida va en hibernación sentada en un rincón donde ya la noche toca fondo.
Epitafio
Te perdono, muerte de la carne, humillación del hambre, repentinamente taladrada de la voz callada cuando se va la vida. Perdono la indignación encendida, no puede ya desgarrar mi pecho. Mi corazón está hecho de ojos que parten de una isla de sombras. La sola cosa que me nombra es un epitafio.
Epitafio de nadie
La muerte es un insomnio, círculo trazado con un suspiro, llena de ojos cerrados, no contesta. Silba como boca que resta abierta para que entren las moscas.