La abuela me contaba que todos los muertos van al cielo. Yo miro para arriba pero no veo nada. Le pregunto si son esas luces que brillan cuando se hace de noche. Ella dice que sí, en las estrellas quedan guardadas las almas de las personas. Yo no sé qué es el alma, ¿serán los pensamientos que, cuando son felices brillan como las estrellas?, ¿y cuando no se ven?, ¿serán esos oscuros que se transforman en palabras cortantes? A mí me gustan más los primeros, se parecen a las palabras dulces como las que me decía mi mama cuando estaba tranquila.
¿Dónde estarán de día? Puede que se conviertan en las nubes que algunos días corren rápido, como si jugaran a las escondidas, y otros, más lentos, sólo parecen dulces de algodón, suaves que acarician como la mano tibia de mi abuela.
¿Y si fueran arrastrados por un viento fuerte? Rozarían como los cachetazos que le daba mi papá a mi mamá cuando estaba enojado mientras le decía palabras negras.
Entonces ella se ponía triste, atormentada, parecia que le salían chispas por los ojos. Ella tomaba, tenía mucho líquido en el cuerpo, como las nubes, entonces llovía, y le caían lágrimas.
La abuela me dijo que a los muertos los llevan al cementerio, ahí los entierran y con el tiempo se desintegran. A otros los llevan al crematorio y los prenden fuego hasta que se convierten en cenizas.
Creo que los que queman fueron malos y oscuros, por eso los tiran a la hoguera, una antesala al infierno. Ahí va a ir a parar mi papá, así dice mi abuela.
Pienso que los que van a la tierra van a ser comidos por unos bichitos con garras y dientes, los van a triturar hasta que quedan vestigios de huesos, como los que deja Tony cuando come los restos del asado.
Por ahí sale hecho una crema o jabón, como hacían los alemanes en los crematorios. Así me explicó el tío cuando vimos esa película a escondidas. Quizás mi papa, usa la crema de mama y así siente su caricia.
Mi mamá, en los últimos tiempos, parecía un títere de plaza, esos que parecen que se van a caer todo el tiempo, pero no se caen porque los sostienen hilos invisibles. Pero mamá se cayó de verdad. Yo creía que ella tenía los hilos adentro, pero parece que con la tormenta se le cortaron.
La abuela dice que algunos usan las cenizas para hacer brujerías, las utilizan como condimentos. El abuelo terminó en el crematorio, seguro que también decía palabras negras. Ahora que los pienso… se le sentía un gusto raro al tuco de la abuela de los domingos.
Ayer miraba al cielo y descubrí una estrella que brillaba más que las otras y su luz titilaba. Yo creo que era mi mamá que me guiñaba un ojo. Ahora la saludo todas las noches.