Emergency
Fotograma de Emergency
Una película que no requiere de los recursos más eficientes del cine de terror para sembrar miedo en la audiencia. No es necesario el uso de infrasonidos, de tomas largas, de cambios brucos o de tonos obscuros.

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Los otros: La importancia de contar historias

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Dicen que la historia la escriben los vencedores. Sin embargo, cuando el héroe parece siempre el mismo (un hombre blanco hétero-cis), valdría la pena cuestionar su homogeneidad y voltear la mirada hacia aquellos que parecen silenciados. Miradas distintas que, desde su óptica, permiten deslumbrar el panorama completo, y no sólo una versión de las miles que pueden existir sobre un mismo acontecimiento. Solo así podremos darnos cuenta de aquello que otras voces no cuentan pero, sobre todo, seremos capaces de comprender el poder que tiene aquel que escribe la historia. El poder para crear héroes y villanos, bestias y monstruos, para sembrar esperanzas y miedos.   

La narrativa (el modo de contar las cosas) importa, pues los ojos de un espectador no ven lo mismo que quien todo lo vive en primera persona. Así, cuando nos encontramos con series como When They See Us (2019) somos capaces de mirar con claridad la realidad de un sector que pocas veces tiene en sus manos el control de la historia. De ahí la importancia de que creadores como Carey Williams y Mariama Diallo encuentren un lugar en la silla de dirección (lo cual ha ocurrido en años recientes). Aunque con un estilo diferente, Williams y Diallo presentan una mirada honesta sobre una verdad apenas aceptada en Hollywood. Una propuesta que, además de reivindicar las historias afroamericanas, otorga un nuevo concepto de terror, al menos dentro de la industria cinematográfica.

En principio, hablamos de Emergency (2022), dirigida por Carey Williams y protagonizada por Donald Elise Watkins y RJ Cyler. Una cinta de tintes adolescentes, pero cargada con un dilema social. Para celebrar el fin de curso, dos jóvenes universitarios, Kunle (Donald Elise Watkins) y Sean (RJ Cyler) se preparan para disfrutar la que promete ser una noche épica de fiesta. No obstante, su ánimo se ve suspendido por un abrupto hallazgo; en el piso de su casa, una chica aparece desmayada. Aunque la intención inicial de Kunle es avisar a la policía, existe un factor que le impide actuar, que pone en evidencia la realidad de la comunidad afroamericana. “Ella es blanca” dice Sean a su amigo, que parece ajeno a lo que esto significa, “y nosotros negros”. Dos líneas que ejemplifican bien los insustentables argumentos sobre los que se sostiene el racismo.

Más allá de su color de piel, no existen motivos que hagan a este par de estudiantes responsables de algún presunto delito. Sin embargo, en la sociedad estadounidense, como en otras tantas, basta ser de una tez diferente para ser señalado. A partir de aquí, Kunle y Sean, junto con su compañero de cuarto, Carlos (Sebastian Chacon), se adentran en el sistema racial en sus diferentes esferas. Desde profesores faltos de sensibilidad frente al racismo como tópico de enseñanza, hasta la persecución policial. De ese modo, el grupo de amigos se topa con circunstancias que en el día a día parecen omitir, pero que permanecen latentes a cada momento, como una amenaza constante.

Una película que no requiere de los recursos más eficientes del cine de terror para sembrar miedo en la audiencia. No es necesario el uso de infrasonidos, de tomas largas, de cambios brucos o de tonos obscuros. Basta la buena actuación de sus protagonistas, que nos permite empatizar con sus emociones, para sentir el terror de vivir en una sociedad con discriminación sistemática. El tipo de discriminación más silenciosa, así como la más peligrosa de todas, que permanece cauta hasta, paulatinamente, aislar a las personas. Un tópico también desarrollado por Mariama Diallo. En este caso, hablamos de Master (2022), en la que se retrata el acoso y racismo sufrido por una alumna de primer grado.

Aunque ambos casos toman como escenario la universidad, Diallo se sirve de recursos más metafóricos, aunque también literales por momentos, para transmitir las consecuencias del racismo. En esta película, conocemos a Jasmine Moore (Zoe Renee), una destacada alumna, durante sus primeros meses como universitaria, así como a la profesora Gail Bishop (Regina Hall), primera consejera afroamericana en el campus. Dos mujeres que, eventualmente, comienzan a ser conscientes del racismo persistente en el lugar. El cual se evidencia con bromas excesivas en su tono y falta de validez en su voz. Una situación que se refleja en la realidad de las personas, pero también en los fantasmas que recorren los edificios. Inevitablemente la cinta cierra con la tragedia marcando la vida de ambas protagonistas. Lo que nos deja una reflexión abrumadora.

Si bien Master no logra competir en guion con otras cintas, un tanto por su ritmo y desarrollo entorpecido, sí logra sembrar el sentimiento de asfixia que Jasmine y Gail llegan a experimentar. Posiblemente el mensaje más poderoso que sostiene esta cinta es lo inevitable que muchas veces resulta el racismo. Una discriminación que, por décadas, ha intentado romantizar la industria cinematográfica con historias de superación, de éxito o de justicia que poco tienen que ver con las millones de vidas violentadas.

Resulta irónico que dos propuestas como estas tengan poca publicidad, lo que al mismo tiempo las convierte “joyas perdidas” en un catálogo de películas cuyo algoritmo da preferencia a recomendaciones con hombres blancos cis-hétero como protagonistas. 


Adriana C. Espinosa

Adriana C. Espinosa

De nacionalidad mexicana, nació en la ciudad de Puebla en 1999. Estudiante en Derecho en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha participado en talleres de minificción, cuento corto, acceso a las lengua maternas, entre otros. Colaboradora en el Seminario Internacional de la Red Internacional sobre Género, Migraciones y ODS de 2021. Coautora del libro cartonero Barquito de Papel en 2015, y de la antología académica Práctica de Vuelo en el Taller de Creación Literaria de la BUAP en 2019. En 2018, participó en el Festival Internacional de Poesía “Palabra en el Mundo”, y fue reconocida con el tercer lugar en el Premio Filosofía y Letras por su cuento A vuelta de rueda. Actualmente, se desempeña como becaria en el Centro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.

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