Nudo Mixteco (2021). Dir. Ángeles Cruz. País: México. Productora: Madre cine. Duración: 91 min.
En la industria cinematográfica, como en muchas otras, la imagen de las comunidades rurales e indígenas ha estado cargada de múltiples estereotipos y prejuicios. Siempre observados desde el punto de vista de grupos sociales más privilegiados, la cámara se vuelve limitada, con el lente apuntando en la misma dirección. La diversidad cultural se vuelve el centro de las historias, con personajes que reflejan la tradición y herencia de un pueblo.

Sin embargo, aunque la cultura es parte fundamental de nuestra sociedad e historia, se debe pensar que, así como las grandes metrópolis, las zonas rurales están llenas de matices sociales que hacen todavía más rica y conflictiva su cotidianidad.
De entre una ola de remakes —refritos, como dirían nuestro tíos y tías— que el cine mexicano ha procurado emular (calcando incluso historias hollywoodenses) la visión de Ángeles Cruz (Arcángel, 2018) se vuelve un bálsamo, que reconcilia el séptimo arte con uno de los grupos sociales más relegados.
Cruz pone a la población rural al centro de la toma, al contrario de lo que ocurre en otras producciones, donde son puestos al margen. De ese modo conocemos a María (Sonia Couoh), Esteban (Noé Hernández) y Toña (Myriam Bravo), tres personas originarias de San Mateo, lugar al que deben regresar después de un periodo de ausencia. Tres líneas narrativas que se irán entrecruzando hasta tejer el Nudo Mixteco (2021) que la directora busca deshilar.
En general, la película se convierte en una representación de la ausencia, lo que esta significa y genera.
Originaria de San Miguel el Grande, Cruz no solo tiene la calidad creativa, sino también la sensibilidad y gracia para contar estas historias. Desde sufrir la pérdida de una madre, hasta enfrentar demonios enterrados, cada personaje muestra una visión distinta de la vida en San Mateo, atravesada por las diferentes limitantes.
Tal es el caso de María, quien se encuentra con la muerte de su madre al tiempo que transita por su propio pasado. El distanciamiento de su padre refleja la carga machista a la que queda atada esta relación, así como la homofobia que se ejerce en ella. Al respecto, presentar personajes parte de la comunidad LGBTQ+ resulta más que un giro en la trama. Es darle voz, visibilidad y valor a un sector atravesado por una serie de desigualdades que van desde su lugar de origen hasta su orientación sexual.

Por otro lado, Toña regresa a San Mateo para librar una lucha tan difícil como la de enfrentarse a su victimario. Una línea narrativa llena de elementos que permiten construir el dolor, el coraje, el olvido y el valor que conlleva la revictimización y desacreditación de la sociedad. Asimismo, Cruz aprovecha esta historia para retratar otro tipo de maternidades, que cruzan tanto el sacrificio como la crueldad. En este sentido, la vida de Toña sirve para evidenciar las dinámicas violentas surgidas desde el hogar, así como las repercusiones sociales que tienen.
Cabe destacar que la directora en ningún momento se sirve de esto para aleccionar, pues en todo momento la cinta cumple el único propósito de contar una historia.
Por supuesto, existen escenarios en la película que, al tiempo que nos ayudan a descubrir otros contextos, también nos invitan a reflexionar. Como ocurre con Esteban, a través de quien descubrimos modos y mecanismo propios del pueblo.
La asamblea será quién decida la manera en que deben conducirse Esteban y Chabela, su esposa, tras la infidelidad de esta última. Evidentemente, la relación entre ambos está llenas de factores que permiten entender el actuar y reaccionar de ambas partes. Sin embargo, la aproximación de Esteban al problema se ve cargada por el rencor y la desolación, lo que lo conducen a tomar decisiones violentas para con otros y consigo mismo. Además, el personaje logra reflejar la distancia y el choque de realidades que se dan con motivo de la migración.
En general, la película se convierte en una representación de la ausencia, lo que esta significa y genera.
Para muchas personas, volver a casa implica regresar a un lugar al que ya no se pertenece, un lugar que ya no es. La vida de aquellos quienes han abandonado su ciudad de origen pertenece ahora a otro espacio, a otro tiempo. No obstante, Nudo Mixteco no es una cinta melancólica, como tampoco es un retorno triunfal o emotivo, es más bien un regreso adverso, agridulce, que hace desconocer a la persona, pero remarca los sentimientos pasados. Después de todo, volver a casa no siempre significa volver al lugar donde se fue feliz.

A veces, volver implica jalar de una hila para desenredar un nudo atorado en el recuerdo, en el corazón.
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