Ya jugaron todos. Yo hasta siento que a partir de hoy ya duermen mejor los jugadores. Las pasiones se desinflaman y toman cauce. Y, sin embargo, el Mundial no ha arrancado. Imaginemos las cortinillas de inicio de un mundial dentro de 12 años. Pensemos en el collage de imágenes históricas y goles imperecederos con los que promocionarán el Mundial de, no sé, Australia 2034. No habrá ni una sola escena, ninguna jugada ni celebración alguna de las que vivimos esta semana. La justa organizada por Qatar 2022 suma sus primeros 16 partidos. Todos, material de olvido.
La primera fase del Mundial es rarísima porque nada realmente cuenta. Entiendo que tampoco hubo lesionados. Este año ha habido muchas sorpresas, sí. Equipos humildes ganándole a escuadras todopoderosas. El normal ocaso de los ídolos de cada cuatro años. Sin embargo, en este momento todos los equipos históricos o candidatos tienen su destino a corto plazo en sus manos. Hay seis puntos en juego. Lo suficiente para calificar en cualquier lote. Podría ser campeón Alemania, vaya.
Y, sin embargo, la primera semana del Mundial es la más bonita. Es donde uno calibra en su entereza de qué pasta está hecha cada equipo. Y se acuerda de que realmente el futbol es impredecible e injusto.
Los ingleses golearon como empleados que realizan su chamba satisfactoriamente. España me encantó. Desparpajados, niños en la cascarita que se organizó en el cumple de alguno de ellos. Francia está en otro nivel y esa será su perdición. Tienes que estar acorde a tus tiempos para ser campeón. Esto quizá no tenga sentido, pero en realidad nada tiene sentido en el hecho de ver futbol un mes como poseído. Arabia Saudita creo que será la sorpresa del certamen. Me encantó como predisponen sus existencias en el campo, a Argentina le ganaron con una evidente narrativa heroica. Y con huevos. Algunos se arrodillaban rezándole a su dios en jugadas cotidianas. Wow. En vez de quejarse con el árbitro miraban a su creador, solicitándole justicia o auxilio o sensatez.
Dicen que los de Qatar no son tan malos, que entraron nerviosos. No olvidemos que apenas arrancando la Copa tuvieron una inerme ayudita arbitral. Los que merecían un mejor score: Senegal, México y Canadá. No hay nada que me encabrone más que ser víctima de una injusticia.

De entre el maremágnum de imágenes y videos que el Mundial está generando me quedo con una: los niños viendo el partido en sus escuelas. Morritos de primaria bien metidos con el juego, emocionados con el penal que Memo Ochoa le paró al mejor goleador que ofrece este presente. No celebraron un gol, ese día salieron de la escuela exaltados por un tanto que no fue, por un penal atajado. Atesorarán ese recuerdo como prueba de que forman parte de algo enorme que apenas están comprendiendo.
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