LA BUENA PARA NADA
Despierto y ante mí La cotidiana escena; El rancio olor etílico Impregna la habitación entera. Las palabras denigrantes Oprimiendo el pecho todavía No sirves para nada, él decía Y callada agachaba la cabeza. Lloré incansable esas noches, Secas quedaron ya mis hendiduras. Miro aquel cuerpo que me dio la espalda Placentero yace Y su rostro no delata Remordimiento alguno. Camino en el pasillo dando tumbos Botellas vacías que mis pasos truncan Veo con lástima el plato no probado Por no haberlo cocinado Al instante en el que fue ordenado. Me aseo con rapidez, Doy un sorbo al café Parece más amargo. Sigilosa salgo a mi jornada Procurando al regreso No traer sonrisa dibujada, Ni gota de pintura en el rostro, Ni por demás cansada Cualquiera de estas circunstancias Será motivo para empezar a discutir las faltas. O quizá con suerte esté como sin nada y dirá con cinismo ¿qué te pasa? ¿Por qué estás tan callada?
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