Hace 101 años lo’ montes fueron tomados por Liborio Mateo

HACE 101 AÑOS LO’ MONTES FUERON TOMADOS POR LIBORIO MATEO
El hospedaje en el Hotel Maguana estuvo planificado desde hacía tiempo. Fue una decisión política. En esta segunda visita, iba enfocada en recopilar más detalles para escribir sobre Papá Liborio, Palmasola y el universo mágico-religioso de San Juan.

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Hace 101 años lo’ montes fueron tomados por Liborio Mateo

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HACE 101 AÑOS LO’ MONTES FUERON TOMADOS POR LIBORIO MATEO

Para Saori Bautista: Mantengo la esperanza de volver para cumplir la promesa de mi sanjuanización. Todavía guardo la manta rosa como un símbolo de tu compañía y amistad. Con cariño, la mexicana.

Habitación 209 en el segundo piso. El recepcionista me entrega la llave y los controles del aire acondicionado y del televisor. Me indica que debo subir las escaleras. También me hace saber que, en todos los pisos, hay un dispensador de agua potable. Puedo tomar cuanto quiera a cualquier hora, siempre y cuando deposite los conos de papel en la basura. El pasillo que conduce al lugar donde pernoctaré es largo y silencioso, al otro extremo se vislumbra un balcón que da hacia una de las avenidas principales. Era de noche, y lo que normalmente hubiera estado desierto, ahora está ocupado por un escuadrón de pasolas ruidosas.

La habitación es estrecha. Una cama grande, un clóset reducido y muebles de madera. Baño propio —desde luego— con fugas de agua en el váter, el lavabo y la ducha. Tiene una tv pequeña, un módem para los 20 canales que se transmiten por el cable y la caja del aire acondicionado. Afortunadamente, de los tres controles sólo funciona el del aire. Hospedarme en el que fue uno de los edificios más prestigiosos del trujillismo me costó $1600 pesos dominicanos, lo que es equivalente a unos 30 dólares.

Con ese recuerdo quemándose frente al ocaso, decidí que escribiría sobre el líder social que tenía un santuario sumergido en la cordillera central: Papá Liborio.

Es la segunda vez que visito San Juan de la Maguana, pero la primera en que paso una noche en esta provincia. Esta ocasión tomé una ruta distinta, abordé las guaguas que están cercanas al cruce de la Duarte con París, sin preveer que el tiempo de traslado se duplicaría debido a las constantes paradas que se realizaban durante el trayecto. Mi única preocupación eran los retenes migratorios. Las últimas noticias sobre el accionar de los agentes de migración me mantenían en alerta.

Los abusos, la brutalidad y la intransigencia no eran propiamente las situaciones que deseaba atestiguar o documentar, sin embargo, estaba claro que podía suceder. Tuvimos la buena suerte de no ser interceptados por las revisiones rutinarias, no fue necesario mostrar las cédulas de identificación a ningún policía y eso, indiscutiblemente, hizo que el viaje —aunque largo— fuese ameno, musicalizado por los merengues de DJ Adonis que se reprodujeron de manera continua durante 6 horas.

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El hospedaje en el Hotel Maguana estuvo planificado desde hacía tiempo. Fue una decisión política. En esta segunda visita, iba enfocada en recopilar más detalles para escribir sobre Papá Liborio, Palmasola y el universo mágico-religioso de San Juan. Era un plan muy ambicioso para el poco tiempo del que disponía. Desde la ventanilla de la guagua observaba el suspiro anarajado que dejaba tras de sí el sol invernal, ahí recordé la primera vez que descubrí el nombre de ese rincón caribeño. Era septiembre del 2016, cuando leí Palmasola: opresión y esperanza (su geografía mítica y social), de la Dra. Lusitania Martínez. Con ese recuerdo quemándose frente al ocaso, decidí que escribiría sobre el líder social que tenía un santuario sumergido en la cordillera central: Papá Liborio.

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En los sanguinarios años de la dictadura trujillista, el Hotel Maguana condecoraba la exclusividad de los estratos sociales más altos.

San Juan de la Maguana no siempre se llamó así. El 19 de abril de 1938, Trujillo viajó desde la capital de Santo Domingo (entonces llamada Ciudad Trujillo) hacia el sur de la isla para ratificar la creación de la provincia “Benefector”, que conjuntaba los municipios de San Juan de la Maguana, Las Matas Farfan, Comendador, Banica y El Cercado. Este nuevo nombramiento entraría en vigor a partir del 1 de enero de 1939.

Con el tiempo, se conviritó en una de las provincias predilectas de Rafael Leónidas Trujillo —también conocido como “El General” o “El Generalísimo”, quien fue un dictador genocida que impulsó políticas de segregación racial contra la población negra, autor intelectual de numerosas masacres y persecusiones contra líderes agragrios y promotor de la instauración de la ideología de la blanquitud en la isla—. Su personalidad ha pasado a la historia, sobre todo, por la excentricidad con la que amasó su fortuna económica

La construcción del Hotel Maguana estuvo a cargo del arquitecto Henri Gazón Bona, de origen francés y fiel seguidor de Trujillo. A mediados del siglo XX, el Hotel era un sitio exclusivo, al que solo podían acceder las élites de alto prestigio que solían pasar los fines de semana en las lujosas instalaciones. En los sanguinarios años de la dictadura trujillista, el Hotel Maguana condecoraba la exclusividad de los estratos sociales más altos.

Sin embargo, el microuniverso de los privilegios contrastaba con la organización popular que se había gestado monte adentro de la provincia, desde 1916, cuando tras la primera ocupación militar norteamericana el campesinado jugó un papel decisivo en la defensa del territorio.

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Aquella oligarquía que gustaba de pensarse como intocable, aristocrática y omnipotente no dimensionaba, en absoluto, el poder de un campesino analfabeto.

Entonces, como ahora, los más ricos gozaban a costa de la explotación de los pobres. A manos llenas, se beneficiaron de la falsificación de los títulos de propiedad, la división de terrenos comuneros y el desarrollo de la industria azucarera, mientras los campesinos se quedaban sin tierras que cultivar y los haitianos eran llevados para hacerse cargo del corte de la caña. Aquella oligarquía que gustaba de pensarse como intocable, aristocrática y omnipotente no dimensionaba, en absoluto, el poder de un campesino analfabeto.

Olivorio Mateo, Papá Liborio, siempre supo el valor de la tierra. Creció viendo a sus padres sostenerse del cultivo de predios agrícolas. Aprendió el oficio para bien. El 27 de septiembre de 1908 un huracán azotó la península de la Barahona, extendiéndose hasta San Juan de la Maguana. Olivorio desapareció durante nueve días. Fue dado por muerto. Al décimo día regresó, asegurando haber vivido una experiencia mística. Había vuelto con poderes para sanar, con mensajes divinos que advirtieron la invasión militar y persuadiendo del culto a la Santísima Trinidad. La tradición oral asegura que un trago de ron era suficiente para que Papá Liborio pudiese cumplir con su misión curativa.

La efectividad de sus bendiciones le otorgó los adeptos suficientes para difundir una religión, pero también para formar cuadros políticos anticoloniales. El universo de vida promovido por el mesianismo liborista apelaba por la comunidad y el culto espiritual, valores de profunda resistencia cimarrona en medio del contexto intervencionista. Así pues, la censura, la fuerza militar, la clandestinización de las religiones con matriz afro y la constante criminalización de la organización popular mantenían subyugada la soberanía de la isla.

Aunque la cuna del mesianismo liborista está en San Juan de la Maguana, las ideas del líder lograron extenderse hacia otras provincias

Durante los ocho años que duró la ocupación militar norteamericana, Liborio Mateo encabezó al menos 16 enfrentamientos con las tropas. Las insurrecciones olivoristas convirtieron al líder en uno de los hombres más buscados, ya que representaba una gran amenza para los intereses de los inversionistas extranjeros, dado que la salud financiera del país había sido entregada al National City Bank of New York. Era peligroso sublevarse al orden, pues además, en esos mismos años se había creado la Guardia Nacional Dominicana (GND). La política del terror se reforzaba con la privatización y extranjerización de tierras azucareras nacionales que eran malbaratadas a corporativas internacionales.

El mesianismo representó una posibilidad de resignificar la exclusión, el despojo y la violencia racial. El culto religioso llevaba tras de sí una propuesta de reorganización política para las bases comunitarias campesinas. El movimiento adquirió dimensiones insospechadas. Aunque la cuna del mesianismo liborista está en San Juan de la Maguana, las ideas del líder lograron extenderse hacia otras provincias, captando así nuevas adhesiones a la lucha. Los simpatizantes de las ideas liboristas eran perseguidos por los marines, quienes solían incendiar y amedrentar las propiedades de los campesinos.

A las seis de la mañana del 22 de junio de 1922, integrantes de la Policía Nacional Dominicana abrieron una línea de fuego en “El Hoyo del Infierno”, uno de los puntos estratégicos donde se escondía el campamento liborista, en las profundidades de la Cordillera Central. Papá Liborio fue acribillado. Su cuerpo recibió el impacto de aproximadamente quince disparos mientras oficiaba actividades de su culto. Envuelto en una yagua, su cuerpo fue llevado al centro de la provincia y colgado en la plaza pública como símbolo de escarmiento social.

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El tiempo demostró que fue imposible sostener las excentricidades de la dictadura.

El boche interrumpió mi sueño. Eran las seis de la mañana. Una bocina reproducía un merengue a todo volumen. Las vísperas de navidad se restregaban como una burla en las paredes del Hotel Maguana, en su imposibilidad por aislar la vulgaridad callejera. El trujillismo se parece a este edificio: una vaina llena de sarro, con averías irreparables. Una vaina que intenta justificar utilidad cuando todo alrededor se ha transformado. Existe por quienes se empecinan en sostener la ruinas.

Hice una recorrido matinal por las instalaciones del Hotel Maguana, antes de entregar la habitación. Un esqueleto. La piscina donde el dictador solía nadar ya no está. Los acabados finos de caoba, tampoco. Las orillas de los muebles están pintados con barnices oscuros que simulan el color de una madera fina. El tiempo demostró que fue imposible sostener las excentricidades de la dictadura.

Las ideas civilizatorias chocaron copas con la intelectualidad clasista en las reuniones a puerta cerrada.

A las siete de la mañana entregué la habitación. Estoy lista para salir y abandonar el edificio de paredes amarillas donde alguna vez la oligarquía dominicana estrechó la mano con el dictador, entre telas finas y cuerpos convencidos de que la blanquitud era una aspiración de oro. Las ideas civilizatorias chocaron copas con la intelectualidad clasista en las reuniones a puerta cerrada.

Me dirigí hacia el centro de San Juan de la Maguana. A las ocho de la mañana estaba dando vueltas alrededor del parque, cerca del árbol donde el cuerpo de Olivorio Mateo había sido exhibido. Mi siguiente destino estaba a unos kilómetros cuesta arriba, se trataba del Agüita de Liborio, un santuario dedicado al culto liborista. Contrario al Hotel Maguana, este lugar sagrado —copado de tierras donde aún se cultiva arroz, habichuelas, caña y donde corren riachuelos de agua cristalina— no se siente absurdo.  

HACE 101 AÑOS LO’ MONTES FUERON TOMADOS POR LIBORIO MATEO
Santuario de Liborio Mateo, San Juan de la Maguana. Diciembre 2022. Fotografía: Ana Hurtado.

El corazón del monte no ha dejado de ser un refugio, hace 101 años lo fue para quienes se resistían al despojo territorial, y lo es hoy para quienes buscan la protección espiritual que solo Papá Liborio puede conceder.

La manera más efectiva de comprender la importancia geopolítica de la isla es andándola a pie. Transitar las pendientes asoladas que dan hacia el santuario es un poco agotador, pero vale la pena desafiar la comodidad para situarse en los límites míticos de la resistencia cimarrona. Por segunda vez estaría visitando el Agüita de Liborio sin la solicitud de un milagro en específico.

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Santuario de Liborio Mateo, San Juan de la Maguana. Diciembre 2022. Fotografía: Ana Hurtado.

Hay un pequeño manantial dentro del santuario, se cree que el agua que nace de ahí tiene propiedades curativas y purificadoras. Igualmente, hay quienes no se conforman con colocar unas gotas en la palma de la mano y optan por bañarse en ellas, es como una forma de entregarse a la misericordia de Papá Liborio. Hay, también, un colorido mural con el rostro de Liborio Mateo. En las rocas fueron instaladas las ofrendas: dulces, imágenes religiosas, pequeñas figuras de Olivorio, flores, monedas, velones y abejas que se acercan por el particular aroma dulce de malta. Algunas piedras están recubiertas por caminitos de cera blanca derretida que termina fusionada con la tierra. El corazón del monte no ha dejado de ser un refugio, hace 101 años lo fue para quienes se resistían al despojo territorial, y lo es hoy para quienes buscan la protección espiritual que solo Papá Liborio puede conceder.

HACE 101 AÑOS LO’ MONTES FUERON TOMADOS POR LIBORIO MATEO
Santuario de Liborio Mateo, San Juan de la Maguana. Diciembre 2022. Fotografía: Ana Hurtado.

Tiene algo de maravilloso visitar estos sitios de memoria. Descendemos y nuevamente estamos en el punto de inicio, el centro de San Juan de la Maguana.

—En ese árbol que tú ves ahí fue donde colgaron el cuerpo de Olivorio Mateo —me dice Saori, señalando el más frondoso de todos los árboles.

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Santuario de Liborio Mateo, San Juan de la Maguana. Diciembre 2022. Fotografía: Ana Hurtado.

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Ana Hurtado

Ana Hurtado

Afromexicaribeña (1994) Egresada de Estudios Latinoamericanos, UNAM. Especialización en Estudios Socioculturales del Caribe Insular. Cronista, periodista y coleccionista de historias. En continúa reinvención.

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