RESULTA Y RESALTA QUE NO NACIMOS EN LA HETERONORMA, LA APRENDIMOS
La Casa de los Famosos, México, es un reality show posicionado como uno de los programas con mayor rating a nivel nacional desde hace unas semanas, logrando una popularización internacional por los canales de difusión que los fans democratizaron en redes sociales como Tik Tok e Instagram.
El 4 de junio de 2023 comenzaron las emisiones. Los participantes son, en su mayoría, artistas de la televisión pública: actrices, conductoras, modelos, excantantes, ex funcionarios de gobierno. En una variación de los perfiles se encuentra la influencer mexicana Wendy Guevara, quien tras la viralización de un video del 2017 con su amiga Paola Suárez, acumuló una gran cantidad de seguidores. El actual éxito del reality se debe a la simpatía afectiva que ha despertado entre el público, dada su historia de vida.

La personalidad de la influencer ha sido crucial en los altos puntajes de rating del programa. Esto ha permitido resarcir las pérdidas del consorcio TelevisaUnivisión que meses atrás atravesó por un momento de desestabilidad ante la caída de suscriptores. Como resultado de un incorrecto manejo de branding, el grupo Televisa —México— y la empresa Univisión —EE. UU.— tuvieron que rediseñar un plan estratégico. En este la difusión de los contenidos no se restringía a la suscripción de la plataforma, sino que se diversificaría mediante la televisión abiertas y la segmentación en redes sociales.
En abril de 2023, Wade Davis, CEO de TelevisaUnivisión, declaraba que la reconfiguración en el prototipo de difusión del contenido digital significaba un reto importante y, pese a la fuerte demanda, los resultados no podían proporcionar aun una estimación real sobre el éxito de dicha estrategia. El factor de diferencia que ofrece TelevisaUnivisión mediante el servicio de Vix es simple: el reality show, un concepto que a principios de los 2000 ganó gran aceptación en la televisión.
Wendy Guevara: la estrategia mercantil de la afectividad
En junio de 2017 el video de dos mujeres trans parodiando su desventura en medio de un cerro se viralizó. Se trataba de Paola Suárez y Wendy Guevara, dos amigas que, tras haber sentido que las personas con quienes iban las habían abandonado en medio de un cerro, grabaron un video mofándose de su situación. En poco tiempo, dicha grabación se había viralizado, ganando no sólo seguidores, también el nombre de Las Perdidas.
En la quinta edición de los Premios MTV Milleniall Awards, Las Perdidas fueron galardonadas como “Las ladys del año”. Éste hito sería el comienzo de su carrera como figuras públicas e influencers. A partir de entonces, ambas se dedicaron a hacer transmisiones en vivo por Facebook e Instagram para compartir aspectos de su vida (vivencias sobre el trabajo sexual, procesos de transición, las comunidades de diversidad sexual en Guanajuato y fragmentos de su cotidianidad) siempre desde el goce como lugar de enunciación. No escatimaban en hablar, explícitamente, sobre su sexualidad, la violencia homofóbica, mucho menos en mostrar las condiciones de desventaja social en las que trabajaban y vivían. Esto influyó mucho en la construcción de la comunidad fanática, ya que el público comenzaría a conocer a una parte de la comunidad trans guanajuatense de manera paulatina.
Wendy Guevara es una mujer transexual originaria de León, Guanajuato. La peculiar forma en que ella narra pasajes de su vida ha permitido que muchas personas no sólo simpaticen con ella, sino que también, conozcan una de las muchas faces de la violencia patriarcal que enfrenta la diversidad sexual. Uno de los aspectos negativos que los reality show suponen es la normalización de la hipervigilancia como consumo cultural.
la empresa ha tomado la experiencia vivencial de Wendy para fortalecer un discurso folclorista de la pobreza y de romantización de la resiliencia
En este sentido, podemos decir que la empresa ha tomado la experiencia vivencial de Wendy para fortalecer un discurso folclorista de la pobreza y de romantización de la resiliencia, que, tal y como es de esperarse, no problematiza en absoluto sobre los efectos del clasismo. Al mercantilizar la afectividad, el grupo TelevisaUnivision ha encontrado una forma infalible para ensalzar el plusvalor de su empresa como un proyecto innovador e incluyente.
El eco del relato biográfico de Wendy Guevara se debe al techo común construido por el clasismo, la violencia de género y el racismo. La memoria de la exclusión y de la desigualdad es un piso común. Ante esto, llama la atención, cómo en de la dinámica de aislamiento, el resto de los participantes del reality —figuras públicas con una larga trayectoria en el mundo de la farándula, no olvidemos— suelen sorprenderse por las historias narradas de Wendy Guevara: violencia sexual, deserción escolar, explotación económica, precarización laboral, parecen ser dimensiones muy lejanas para su entendimiento.
Esto resulta interesante porque entonces es posible esclarecer cómo se ha construido el relato del clasismo a través de productos como las telenovelas u otros programas de entretenimiento, los cuales, han retomado elementos de la diversidad sexual y la desigualdad socioeconómica para crear parodias y personajes que se han encargado de enseñar y señalar las diferencias. Para ejemplificar esta idea, basta con pensar en dos casos puntuales recuperando a dos participantes del programa:

¿de qué manera la enajenación construye un relato de otredad basado en la burla acrítica de la violencia estructural?
- Bárbara Torres: Durante una década le dio vida al personaje de Excelsa en el programa La Familia P. Luche, escrita y dirigida por Eugenio Derbez. La caracterización de su personaje fue burda, se trataba de una “sirvienta” que siempre estaba indispuesta a obedecer las órdenes de sus patrones. Aparentemente floja e “igualada” que reforzaba el estereotipo xenofóbico de los argentinos como personas sucias. El papel de Excelsa reforzaba la idea de que las trabajadoras del hogar no podían ser tratadas de manera digna, a no ser, que trasgredieran los límites de la subordinación
- Sergio Mayer: En el 2006, Rosy Ocampo produjo una de las telenovelas más vistas en México, “La fea más bella”, que era un remake de “Yo soy Betty, la fea”. En dicha producción, Mayer interpretó a Luigi Lombardi, un prestigioso diseñador de modas que era gay. A lo largo de toda la trama, los rasgos de carácter de Luigi Lombardi orbitaron en expresiones misóginas y en una percepción muy elitista sobre la diversidad sexual.
La pregunta, entonces, es ¿de qué manera la enajenación construye un relato de otredad basado en la burla acrítica de la violencia estructural? ¿Cómo es que las telenovelas han construido tramas elaborando personajes mediante la enajenación? ¿Cuál ha sido el impacto de los discursos clasistas y patriarcales promovidos desde las narrativas televisivas?
Politizar la simpatía afectiva
Muchas personas fuimos educadas bajo el esquema del binarismo heteronormativo. Con el prejuicio de que la diversidad sexual no podía ocupar espacios de representación de ningún tipo. Crecimos pues, pensando en que, efectivamente, la heteronorma era inquebrantable. Fuimos educadas no para entender la diversidad, sino para señalarla. Dicho de otro modo, fuimos educadas por un régimen basado en el miedo a las expresiones identitarias del otro. Por ello, ahora que una mujer trans ha logrado posicionarse como una figura pública influyente, parece increíble pensar en cómo el sistema político-educativo mexicano ha sido tan cruel al criminalizar la diversidad sexual.
En realidad, la simpatía que despierta el personaje de Wendy Guevara tiene otro significado: el anhelo de que las memorias del dolor puedan un día obtener el reconocimiento masivo. Una aspiración, pues, a hacer una política de la presencia en un régimen rotundamente clasista y meritocrático. Como sea, lo importante es no perder de vista que más allá del carisma y del morbo que se despierta por la monetización de la diversidad sexual, las condiciones para asegurar el desarrollo digno de las mujeres trans son más que insuficientes.
Entender, también, que nos falta mucho para reforzar una educación incluyente basada en el respeto a la diversidad, pues, aceptar solo el carisma resiliente, es también una forma de reproducir el clasismo y de deshumanizar las experiencias de dolor. No nacimos en la heteronorma, la aprendimos. No estamos obligades a andar por el mundo con una base de valores inamovibles. Elijamos desaprender, cuestionar sin que eso implique la renuncia al gozo.
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