Laurence Anyways: la incomodidad de la libertad
Quizá el nombre de Xavier Dolan sea poco conocido para la mayoría. No obstante, el director de origen canadiense posee destacados títulos en su trayectoria. A nivel musical, ha estado al frente de proyectos como Hello (2015) y Easy On Me (2021). Dos producciones donde patenta el estilo idílico, casi poético, que lo caracteriza. Mediante sus los montajes Dolan se deja guiar por la emoción, que rápidamente envuelve y transporta al espectador. Un recurso muy presente en su tercera producción cinematográfica.
Estrenada en 2012, Laurence Anyways destaca entre toda la filmografía del canadiense como una mirada profunda y sensible sobre la comunidad LGBTQ+. En una época llena de transfobia, esta cinta rescata el camino de la transición de género en todos sus aspectos.
La historia sigue a Laurence (Melvil Poupaud), un novelista y profesor de literatura que, tras varios años, decide enfrentarse consigo mismo. Laurence no se siente cómodo con su cuerpo. Se trata, en realidad, de una mujer en el cuerpo de un hombre. Una postura difícil de sobrellevar no solo para él, sino para Fred (Suzanne Clément), su pareja. Aunque en ambos existe un amor profundo y leal, la decisión de Laurence por vivirse de manera honesta impacta en su relación, haciéndoles tomar una difícil serie de decisiones. De ese modo, el público será testigo de la transición ya no sólo de Laurence, sino de la vida misma, llena de frustrantes pero necesarias elecciones para crecer.
Esto ha originado una serie de debates desde diversos ángulos, aunque s
El rechazo, la violencia y el dolor de quien comienza una transición de género es patente en diferentes momentos de la cinta. Por fortuna, el amor incondicional también se presenta en ella. Aunque al principio reticente. Fred reconoce que su amor por Laurence está más allá de su género, por lo que decide ayudarle en su proceso. Aquel acto permite, hasta cierto punto, reforzar la complicidad entre ambos. Los colores, el maquillaje y la ropa parecen convertirse en un nuevo refugio para ambas. Así, Laurence comenzará a crecer en confianza hasta sentirse lo suficientemente seguro para llevar su transición a nuevos ámbitos. Este paso conllevará riesgos, como lo son la discriminación y violencias que impactarán no sólo en su persona, sino también en quienes le rodean.
Sin duda, una de las cualidades de la cinta es su habilidad para recordarnos la fragilidad de las relaciones humanas, construidas sobre cimientos tan delicados que basta apenas el más mínimo impacto para fragmentarlas. Una por una, todas las personas que rodean a Laurence tendrán que hacer frente a su nueva identidad, ya sea eligiendo transicionar a su lado o prevalecer inertes al cambio. Compañeros/as, familia, amistades, harán patente lo difícil que resulta ser uno/a mismo/a en la actualidad. Después de todo, la decisión de transicionar, ya sea de género y/o sexo, emana de la decisión de ser genuino/a. Elección estigmatizada y violentada, pero que, a diferencia de la fácil descalificación de la que es objeto, requiere de un valor inmenso.
Duele saberse defraudado, rechazado y violentado. Pero muchas veces resulta mayor el dolor de no ser fiel a sí mismo.
Lesbianas, gays, bisexuales, travestis, asexuales, pansexuales… todas pueden llegar a sufrir violencia, pero debemos reconocer que, ninguna identidad tan violentada como las personas trans. Transexuales y transgénero comparten la sistemática exclusión de la sociedad. Incluso llegan a ser expulsados de su propia vida. Emprender la lucha por ser y hacer como realmente es uno conlleva, muchas veces, abandonarlo todo. Algo que el propio Laurence termina experimentando al mudarse a una nueva ciudad sin la compañía de Fred, lejos de su antiguo trabajo, sin ninguna red de apoyo. Sólo el amor propio que sigue creciendo en él. Después de todo, amarse también duele. Duele saberse defraudado, rechazado y violentado. Pero muchas veces resulta mayor el dolor de no ser fiel a sí mismo. De ahí que Laurence haga un intento por comenzar de nuevo, aunque esto lleve tiempo.
Nunca es fácil soltar. El cariño que Laurence siente por Fred es tal que, pese a todo, buscará salvar su relación. Aunque cada vez será más complejo, pues Fred, al igual que Laurence, intenta construir una nueva vida. Claro está que ni su nuevo matrimonio ni su nueva rutina hacen a Fred olvidar aquel afecto que sintió. Es por ello que ambos harán un esfuerzo por encontrar los argumentos, disfrazados de pretextos, para mantenerse cerca. Un periodo en la vida de las protagonistas que logra retratar la desolación que puede nacer de la unión de dos personas, y que igualmente resulta de transicionar de género/sexo -. No sólo se trata de abandonar una vida y comenzar otra, sino de aventurarse en el limbo que existe entre ambas. Entre la añoranza por lo conocido y el valor para reconocerse como realmente se es.

Esto ha originado una serie de debates desde diversos ángulos, aunque
El cariño entre Fred y Laurence es incuestionable, tanto como las decisiones que les separan. Al final, la cinta es eso. Un duelo entre lo optimista que alguna vez fue el pasado y lo ajeno que ahora resulta el futuro. La transición de género/sexo no es como el resto de decisiones que se toman en la vida, aunque forme parte de ellas. Es reaprender todo, no solo de adentro hacia fuera, sino también del exterior al interior. En ese sentido, podría decirse, que la transición va en dos direcciones. Mismas que se ven ejemplificadas en sus protagonistas. Por un lado, el descubrimiento, casi renacer de Laurence, y del otro, la asimilación, despedida de Fred.
Para quienes no hemos experimentado una transición, seguramente Fred nos resulte el personaje más cercano, pues funge como un auténtico signo de interrogación, cuestionando todo. Habrá quienes por la misma razón —y en su total libertad—– consideren su actuar como violento. Sin embargo, vale la pena rescatar el papel fundamental que representa en la vida del protagonista. Esa duda que nace en Fred no proviene del prejuicio, como si lo hacía en principio, sino del entendimiento. Lo que antes le parecía una traición, ahora le parece una lucha por la libertad. Ya no sólo para Laurence, sino también para ella. Pese al devoto cariño que ambos se han demostrado, aferrarse a la idea de un amor inmutable los convierte en esclavos de este.
Transicionar es una constante casi obligatoria para todos/as, la gran diferencia es el valor y la determinación con el que los afrontamos
Fred ha sido su mejor aliada en la vida, fue quien primero le vio con total sinceridad, pero es precisamente porque le reconoce, por lo que ahora debe dejarle ir. Fred acepta que ama a Laurence, pero lo hace desde otro lugar. Ahora que Laurence se ha liberado de las ataduras sociales, Fred puede verle sin espejismo alguno. Un evento que no sólo le produce emoción y orgullo, sino también nostalgia por lo vivido. Días que Laurence y Fred daban por sentados, sin advertir el rumbo natural de la vida. Porque, sin darnos cuenta, transicionar es una constante casi obligatoria para todos/as. La gran diferencia es el valor y la determinación con el que afrontamos esos cambios y, por supuesto, las adversidades que implican.
Evidentemente estos obstáculos no son iguales para todos/as, ya que ninguna comparación tiene mudarse al otro lado del mundo en busca de un sueño, a tener que migrar de tu hogar por motivos de discriminación y/o violencia. Algo que Fred comprendió una vez que lo ha experimentado. Si bien ella eligió una nueva vida para encontrar una mayor estabilidad, Laurence tuvo que alejarse de su cotidianidad por una mezcla de varios motivos, entre los que destaca la transfobia. Grandes diferencias que hacen entender a Fred su nuevo papel, ya no el de pareja o amante, sino el de aliada. Sin embargo, esa seguridad que Fred representa puede convertirse también en un bucle que les impida avanzar hacia más y mejores experiencias. El final no será el ideal, pero sí el más honesto, uno en el que ambos adquieren el valor y la experiencia para aventurarse a un mundo sin nada estático.
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