LA CAÍDA: MIRADA DE TÚN
LA CAÍDA: MIRADA DE TÚNEL
La Caída: Mirada de túnel
Nota de la autora: El presente texto respeta el uso de lenguaje inclusivo. Así pues, se empleará el morfema << -x >> para evitar el masculino genérico al referirse a grupos y colectivos formados por personas de diversos géneros.
La presencia de mujeres deportistas en México ha crecido, esto no existiría sin la lucha hecha para alcanzar las hazañas que hoy presumen las atletas. Un mérito que, si bien no debe ser infravalorado, tampoco debe romantizarse, pues existen historias que dan testimonio de los obstáculos enfrentados.
Azul Almazán, exclavadista y tres veces olímpica por México, es un hito en la historia del deporte nacional. Desafortunadamente, las razones por las cuales muchos recordamos su nombre no son precisamente las que nos entusiasman como afición. En el año 2000, Azul denunció la violencia sexual que sufrió por parte de su entonces entrenador, Francisco Rueda. La historia de una vida violentada que apenas el año pasado fue reconocida, pese a que se hizo pública hace un par de décadas.
El peso de la gloria
La Caída (2022), dirigida por Lucía Puenzo, es además de otra muestra de buen cine mexicano, un recordatorio, o mejor dicho, un testimonio del lado más violento que tiene el deporte en México. La cinta sigue la historia de Mariel, una clavadista obsesionada por el éxito deportivo, interpretada por la brillante Karla Souza, quien además funge como productora del proyecto. La necesidad de nuestra protagonista por grabar su nombre en la historia la ciega incluso de su propia realidad, pasando por alto cosas de las que no era consciente hasta la llegada de Nadia (Deja Ebergenyi), una joven promesa que será la nueva pareja de Mariel en la categoría de salto sincronizado. Sin embargo, el talento y ambición de la joven no sólo perturbarán el ego de la clavadista veterana, sino también su experiencia en el alto rendimiento.
Nadia y Mariel comparten muchas similitudes, tanto dentro como fuera de la alberca; se trata de atletas con el deseo de alcanzar la excelencia en su deporte, pero también con múltiples inseguridades. El estrés y sacrificio al que, como muchxs atletas están sometidxs, genera escenarios sumamente violentos, que se normalizan en el nombre de la excelencia. No es ningún secreto que varixs de lxs atletas más reconocidxs y condecoradxs de la historia – Michael Phelps, Simone Biles, Lolo Jones, entre otros – han sufrido de problemas mentales a causa de la presión que factores y personas externas, así como ellxs mismxs, ejercen sobre su persona. Todo como consecuencia de las exigencias, muchas veces exageradas, que se les hacen en la búsqueda de la gloria.
Para, por y del deporte
En la jerga deportiva existe un concepto llamado “mirada de túnel”, que se refiere a una absoluta y exclusiva concentración en una sola cosa, en este caso, la competencia. De ese modo, se pretende que el o la atleta, enfoque toda su energía en el deporte, ignorando lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, este concepto parece llevado a un extremo dañino, tal y como ocurre en la cinta. En ella recorremos el inicio de la carrera deportiva de Nadia, que a su vez, parece convertirse en la de Mariel. Una joven ambiciosa por alcanzar la cima, con las aptitudes y condiciones físicas para lograrlo pero, también con una lista de sacrificios, aparentemente, necesarios para lograr sus objetivos.
El escenario idealista, que nos muestra a la Federación de Natación como una organización comprometida y responsable con el deporte y sus atletas, se rompe de manera contundente cuando Irene, madre de Nadia, (Fernanda Borches) denuncia a Braulio (Hernán Mendoza), su entrenador, por abuso sexual. Un reclamo que, como muchos en nuestro país, expone el pacto de complicidad que existe entre la sociedad e instituciones. Apenas Irene alza la voz, los directivos hacen todo lo posible por mantener el nombre de la Federación, y del propio Braulio, lejos del escándalo, buscando una solución inmediata, pero no así transparente ni justa. Incluso, muy al estilo del sportwashing – que se refiere a limpiar la imagen de un Estado a través del deporte -, se apela a la figura de Mariel para convencer a Irene que todo se trata de un malentendido.
Apostar por una carrera deportiva, muchas veces, implica una apuesta de perder-perder
De ese modo, Mariel comienza a involucrarse en la vida de Nadia. Sin embargo, al tiempo que intenta convencer a su madre que Braulio es inocente, Mariel empieza a ser consciente de su propia historia. La dinámica con Irene y Nadia, le hace salir de la burbuja en la que, literalmente, vivía. Es por ello que, pese a declararse a Braulio inocente de las acusaciones, Mariel parece haber recibido la dosis de realidad necesaria para mirar en ella las mismas prácticas abusivas que ahora pretenden ser replicadas, sistemáticamente, en la carrera de su joven compañera. Una rutina violenta que Nadia se rehúsa a aceptar, no solo porque pareciera venir de la envidia de Mariel, sino porque, aparentemente, es el único camino hacia su meta final: los JJ.OO.
Un momento crucial, que supone el centro de la historia y habla de la cruda realidad a la que las deportistas están expuestas. Un panorama para el que los adjetivos parecen pocos – o inapropiados -, pero que es, en muchos casos, la única opción de prevalecer en el deporte. Ya no hablemos de las carencias económicas y de infraestructura que rodean al deporte mexicano, sino de la violencia de género y sexual que se ejerce y justifica en nombre del éxito. Porque así como Mariel y Nadia, apostar por una carrera deportiva, muchas veces, implica una apuesta de perder-perder. Un mundo donde predominan dos opciones; la de rendirse ante la violencia que, nivel por nivel, parece subsistir gracias a una complicidad arraigada en el machismo, o exponerse al juicio y cuestionamiento general, que se empeña en revictimizar a las mujeres.
Porque en México, la gloria y la historia tienen un costo muy alto para nosotras, las mujeres
Eso es La Caída, más que una postura, una exposición de motivos. Un argumento de 95 minutos sobre por qué ser deportista (mujer) en nuestro país implica un riesgo. Una serie de violencias, prejuicios y abusos que no dan tregua alguna, que someten la carrera y vida de las deportistas. Porque en México, la gloria y la historia tienen un costo muy alto para nosotras, las mujeres. Un precio al que algunas han sido sometidas, mientras otras luchan por cambiar, a pesar del sistema judicial y deportivo que simplemente calla. Aunque no ha sido fácil, existen casos como los de Mariel o Azul Almazán, que se niegan a ser cómplices y víctimas de esta situación. Mujeres que, pese a la caída, encuentran en ese vacío, aparentemente infinito, la fuerza para alzarse.
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