María Antonieta: la fantasía del libertinaje

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María Antonieta: La fantasía del libertinaje

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A lo largo de los años, el cine ha capturado los momentos más importantes en la historia, o al menos los que así considera. Revoluciones, catástrofes naturales, viajes al espacio, guerras y un sinfín de biografías han sido llevadas a la pantalla grande. Todas, por supuesto, bajo el lente de la subjetividad. Sin importar la cantidad de recursos de los que se sirvan les directores, absolutamente nadie puede dar fe de la historia salvo quienes la vivieron. Así, hablar sobre personajes concebidos décadas o siglos atrás se vuelve un acto en la que sólo la imaginación puede servir para llenar aquellos vacíos del relato.

El tiempo se convierte, de muchas maneras, en el único juez capaz de engrandecer o condenar la vida de una persona sin que por ello cada generación pueda concebir una perspectiva distinta. Habrá quienes se vean afectados por la decisión de un monarca, mientras otros gozan de los privilegios heredados y es de ese modo como se configura en el imaginario colectivo una personalidad mucho más compleja de lo que les historiadores pueden concebir. La perspectiva de cada persona permite, aunque sea solo una posibilidad, dotar de virtudes y defectos a aquellas personalidades que marcaron alguna época.

Tal es el caso de María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, mejor conocida como María Antonieta de Austria, o simplemente María Antonieta, una de las figuras más reconocidas del siglo XVIII. Filósofos, artistas, politólogos, modistas, entre otras tantas profesiones se han encargado de descifrar y acrecentar el mito de este personaje. Su estilo de vida, participación política y muerte han hecho que su nombre siga resonando a través del tiempo. Referenciada en múltiples medios, María Antonieta logró posicionarse en la cultura popular, una esfera donde se consolidó gracias a una brillante directora como Sofia Coppola.

El espíritu de la juventud

Recientemente, la propia cineasta aseguró que Marie Antoinette (2006) resultó un “fracaso que nadie vio”. Una afirmación que resulta cierta si tomamos en cuenta los 60 millones de dólares recaudados en taquilla contra los 40 millones que costó la producción. Sin embargo, el tiempo ha permitido incluir esta cinta entre las mejores películas de 2006, sumándose a otras obras como Children of Men, The Illusionist, Babel, The Holiday y Click, que debutaron el mismo año. Por ello, aunque no nos guste contradecir a Sofia, existen múltiples argumentos que han hecho de su película una de las más vistas y queridas de su filmografía.

Sin duda, María Antonieta no es uno de los personajes más apreciados en la historia. Desafortunadamente para el pueblo francés resulta uno de los más icónicos de su época y para otras generaciones. La imagen libre, despreocupada, fresca y jovial que retrata Kristen Dunst en pantalla es exactamente la que logró que cientos de personas conectaran con el personaje. Es verdad que la joven monarca fue todo menos un ejemplo a seguir, sin embargo, la narrativa importa, y al igual que ha ocurrido con otros personajes, las representaciones artísticas pueden moldear la perspectiva de la gente.

Así, Marie Antoinette no sólo ofrece una versión fiel de lo acontecido, sino también una historia que genera empatía entre la audiencia, sobre todo con las generaciones más jóvenes, que al igual que su protagonista, parecen llegar demasiado pronto “al trono”. En una sociedad acelerada y plagada de exigencias, la juventud se ve obligada a cargar con responsabilidades mucho antes de lo previsto. Conflictos políticos, crisis financieras y el cambio climático son algunos de los problemas que, supuestamente, nos corresponde corregir. No obstante, la falta de experiencia y agobio mental, nos incapacitan muchas veces, entorpeciendo y errando decisiones.

A diferencia de una biografía convencional, Sofia entrega una imagen refrescante de la monarca.

Una situación muy similar a la vivida por la última reina de Francia que, a sus 19 años, cargó con el peso de una nación en plena crisis. Joven, alegre, curiosa, despreocupada, incluso descarada, era evidente la inmadurez de María Antonieta, pero también su encanto y gracia. Es por ello por lo que, a diferencia de una biografía convencional, Sofia entrega una imagen refrescante de la monarca. Una historia que no busca enseñar ninguna moraleja, sino simplemente el espíritu libre y lujoso de una adolescente incapaz de percibir la realidad de los demás. Se trata de mostrar la insensibilidad de la protagonista, provocada por la ceguera de los excesos, del poder. Una forma de vida, aunque incorrecta, natural para una edad en la que se cree invencible, con una ambición insaciable por el mundo.

<< Qu’ils mangent de la brioche >>

Adelantada a su época, Marie Antoinette resulta una representación cercana de las prácticas políticas actuales. Derroches excesivos, cortesanos solapadores, cuidado de imagen y, sobre todo, la desfachatez total ante el pueblo. Características que distinguen a los políticos modernos a nivel mundial, donde los “líderes” destacan más por su vanidad y falta de asertividad, que por su sensibilidad e inteligencia para gobernar. Se trata de una carrera donde los privilegios, por más descarados que sean, son permitidos entre las esferas más poderosas. Mientras, al mismo tiempo, se procura el cuidado de una figura fresca y moderna, que produzca cierta clase de aspiración y empatía.

Al igual que Kristen Dunst, quien logra llegar hasta el final de la cinta con completa dulzura y elegancia, la política moderna intenta maquillar sus más grandes defectos. En la cinta es evidente la falta de liderazgo de María Antonieta, no obstante, es perfectamente compensado por su carisma que, todavía lleno de inocencia e ignorancia, le permite apelar al corazón de su marido, príncipe y eventual rey, así como al de la Corte. De ese modo, consigue sufragar sus caprichos que, cada vez más costosos, elevan la rabia del pueblo.

Sin embargo, no es hasta su célebre frase, que durante siglos se le ha adjudicado, cuando la furia de una nación se vio totalmente encendida.  “¿Qué fue lo que dijiste?”, pregunta uno de sus cortesanos. “Que coman pasteles”, responde nuestra protagonista, a lo que después añade: “(…) es absurdo, yo nunca diría eso”. Y aunque muchos historiadores podrían coincidir en que no existe suficiente evidencia que pruebe que aquel dicho fue utilizado por ella, lo cierto es que resume a la perfección su papel. Un personaje frívolo, apenas consciente de su posición, contraponiéndose a lo mostrado por Luis XVI, interpretado de forma espectacular por Jason Shcwartzamn.

El último Dauphin de Francia es otro ejemplo de la sutileza de la directora para retratar el espíritu de un príncipe convertido en rey demasiado pronto

Este último supone las pequeñas excepciones en el juego del poder, sin que por ello quede exento de la torpeza propia de su edad. El último Dauphin de Francia (título dado a los herederos al trono) es otro ejemplo de la sutileza de la directora para retratar el espíritu de un príncipe convertido en rey demasiado pronto. Tímido, reservado y prudente, el personaje de Luis se contrapone a la vitalidad de su esposa: no es ningún secreto el prolongado tiempo que le llevó a la pareja concebir a su primogénito. De cualquier modo, resulta curiosa la dispareja relación sostenida entre los últimos monarcas de Francia, que padecieron de su única similitud: su juventud.

Quizá la razón por la cual Marie Antoinette se convirtió en una película de culto corresponde a la empatía que produce entre los más jóvenes. Novedosa, divertida y relajada, la cinta expone una agradable visión de la historia. Aunque basada en personajes reales, la película se aleja de los propios convencionalismos de la época, reinventando los de dos de los monarcas más famosos. La representación de María Antonieta, especialmente, da paso a todos los excesos, fantasías y descontrol que la juventud tanto anhela. Sí, seguramente su decapitación no es el final esperado por nadie, pero su vida supone el sueño de libertinaje deseado, al menos en la pantalla. Todo gracias a la sensibilidad de Sofia Coppola para desentrañar tan complejo personaje y transformarlo en un ícono.

vertederocultural.com

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Adriana C. Espinosa

Adriana C. Espinosa

De nacionalidad mexicana, nació en la ciudad de Puebla en 1999. Estudiante en Derecho en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha participado en talleres de minificción, cuento corto, acceso a las lengua maternas, entre otros. Colaboradora en el Seminario Internacional de la Red Internacional sobre Género, Migraciones y ODS de 2021. Coautora del libro cartonero Barquito de Papel en 2015, y de la antología académica Práctica de Vuelo en el Taller de Creación Literaria de la BUAP en 2019. En 2018, participó en el Festival Internacional de Poesía “Palabra en el Mundo”, y fue reconocida con el tercer lugar en el Premio Filosofía y Letras por su cuento A vuelta de rueda. Actualmente, se desempeña como becaria en el Centro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.

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